viernes, 2 de noviembre de 2012

Vivir en Santidad


Así como AQUÉL que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: “Sed santos porque Yo soy santo” (1 Pedro 1:15-16)

“Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al SEÑOR” (Hebreos 12:14)
La enseñanza cristiana acerca de la santidad ha sido olvidada en gran parte. Y eso es una lástima, porque es central para la gloria de DIOS y el bien de las almas.
Hubo un tiempo en que todos los cristianos ponían gran énfasis en la realidad del llamado de DIOS a la santidad y hablaban con profundo conocimiento acerca de cómo ÉL nos capacita para ello.
¡Pero qué distinto es todo hoy! Al escuchar nuestros sermones y leer los libros que nos escribimos unos para otros y después de observar la manera mundana, estrafalaria y pendenciera en que nos comportamos como cristianos, uno jamás imaginaría que alguna vez el camino de la santidad estuvo bien marcado para los creyentes en la Biblia, de modo que los ministros y la gente sabía qué cosa era, y podía hablar de ella con autoridad y confianza.
Santo en los idiomas bíblicos, hebreo y griego, quiere decir “separado y apartado para DIOS, consagrado y hecho para ÉL. La Palabra implica tanto devoción como asimilación: devoción en el sentido de vivir una vida al servicio de DIOS; asimilación en el sentido de imitar, conformarse a, y parecerse al DIOS al que uno sirve.

La santidad comienza dentro de la persona, con un propósito recto que busca expresarse en una conducta recta.
Los objetivos, la pasión, el deseo, el anhelo, la aspiración, la meta y el impulso que motivan a una persona santa es agradar a DIOS, tanto por lo que uno hace, como por lo que evita hacer. En otras palabras, uno practica las buenas obras y desecha las malas.
La santidad es siempre la respuesta agradecida del pecador por la gracia recibida.
Hoy en día ¿Qué es lo que los cristianos predicamos y enseñamos, y el tema acerca del cual producimos programas de TV y videocasetes? La respuesta parece no ser la santidad si no el éxito y los sentimientos positivos; alcanzar la salud, la riqueza, la liberación de las preocupaciones, el sexo saludable y las familias felices.
Estoy seguro de que habrás oído muchos, muchísimos sermones acerca de la fe. Me pregunto ¿cuán a menudo habrás escuchado una sucesión o incluso un solo sermón acerca del arrepentimiento? Tienes libros en tu hogar que dicen cómo vivir la vida cristiana victoriosa. ¿Mencionan ellos el arrepentimiento, o dicen que es vital para una larga vida disciplinada?
Pero si tratamos con ligereza o ignoramos la importancia de la santidad estamos absoluta y completamente equivocados. De hecho, se nos ordena la santidad.
En realidad, la santidad es el objetivo de nuestra redención. La santidad es el objetivo de nuestra nueva creación. Nacemos de nuevo para que podamos crecer en nuestra semejanza a CRISTO.
La santidad empequeñece con efectividad a Satanás en sus planes en nuestras vidas.
La justicia, que significa la integridad y rectitud santas, es la coraza de la armadura de DIOS que los cristianos deben usar a fin de contrarrestar los ataques del maligno (Efesio 6:14)
La conducta santa destacará nuestro testimonio, mientras que la conducta mundana lo minará. “Vosotros sois la luz del mundo … Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro PADRE que está en los cielos … ” (Mateo 5:14-16)
Por último, es la sustancia de la cual brota la felicidad. Los que persiguen la felicidad, no pueden alcanzarla; en tanto que quienes persiguen la santidad mediante la gracia de CRISTO, reciben la felicidad sin pedirla. “Me deleitaré en tus mandamientos, los cuales amo … porque son el gozo de mi corazón ”

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