Ese día ha llegado. Ya no vemos a Dios como un Baal, tirano poderoso, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia. El Dios nuestro, es ahora nuestro Esposo querido, nuestro amoroso Señor, nuestro pariente cercano, al que nos unen los lazos de un parentesco sagrado.
No le reverenciamos menos por eso, pero le amamos más. No le servimos con menos obediencia, pero le servimos por móviles más elevados yafectuosos. No temblamos ya bajo su látigo, pero nos regocijamos de su amor. El esclavo se ha trocado en hijo, y el trabajo en placer.
¿Sucede contigo esto, querido lector? ¿Ha echado la gracia fuera de ti todo temor servil infundiéndole un amor filial? ¡Qué contentos vivimos con esta experiencia! Ahora consideramos el domingo como una delicia, y la adoración nunca es fatigosa. La oración y la alabanza son un privilegio. Obedecer es el cielo y dar para la obra del Señor un banquete. Todas las cosas son hechas nuevas. Nuestra boca se hinche de risa y nuestro corazón, de música.
¡Bendito sea para siempre este Esposo querido de nuestras almas!
Hoy le ofrezco mi adoración genuino al Único y Eterno Dios soberano.
Porque Dios busca Adoradores en espiritú y verdad.
Señor, Tú eres el único en mi vida y a ti te adoro. Me doblego ante ti con reverencia total. Amén.
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