miércoles, 28 de marzo de 2018

Lo más profundo de nuestro corazón

Lo que anida nuestro ser en lo oculto, en lo más profundo, es el mayor interés de Dios.

“(...) porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. (...)” 1 Crónicas 28:9 

Muchos se preguntan ¿Porque hay cosas que busco y deseo, pero no puedo recibir de ninguna forma? Y la respuesta, la mayoría de las veces es: porque hay algo mal en nuestro corazón. Dios examina minuciosa y profundamente nuestros corazones, lo que anida nuestro ser en lo oculto, en lo más profundo, es el mayor interés de Dios. Nada le importa tanto a Dios como las actitudes de nuestro corazón. Pienso que esta es una revelación que va a cambiar la vida de muchas personas. No es fácil darse cuenta lo que nos pasa interiormente, pensamos que nos conocemos, sin embargo hacemos muchas cosas malas, que no podemos aceptar o ver claramente que están equivocadas. Él quiere quitarlas, no nos puede usar grandemente, ni bendecir en ese estado. La mayoría de las veces somos víctimas de nosotros mismos.  Nadie más tiene la culpa, nadie puede dañarnos más que nosotros mismos. El libro de proverbios nos muestra esto en dos versos claves: 

“Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; 
Pero Jehová pesa los espíritus”. Proverbios 16:2 (RV60) 

“Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; 
Pero Jehová pesa los corazones.” Proverbios 21:2 (RV60) 

La palabra peso se puede entender como que hay algo dentro del corazón que debe ser quitado, los pecados en el corazón producen un peso que no es apropiado para Dios, esta carga contaminante es la que impide el fluir de la bendición en una persona. (Dn. 5:27; Núm. 11:14;He. 12:1-2)
Otras versiones cambian la palabra peso, por juzgar. Dios juzga los corazones, mide las intenciones, la nueva versión internacional dice: 

“A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los motivos”. Prov. 16:2 

Hay algo detrás de nuestras palabras y actos que solo Dios puede ver y juzgar correctamente. 

El Señor “Juzga los motivos” 

Puedes ir a dar una ayuda a alguien, pero el Señor juzga los motivos. Puedes no dar una ayuda a alguien, pero el Señor juzga los motivos. Puedes parecer egoísta o parecer generoso, pero el Señor juzga los motivos. Puedes parecer humilde o parecer orgulloso, pero el Señor es el que juzga los corazones. Solo él conoce profundamente los corazones. 

“Más el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Romanos 8:27 

Nos erigimos en jueces de los demás alegando, que debería y que no debería recibir cada uno, pero Dios ve más claro y más profundo que nosotros y él paga a cada uno según sus obras. 

En Apocalipsis 2:23 dice: “(...) y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras”. 

Pero ¿Cuál es la base de la maldad y el pecado? la respuesta es la arrogancia, que también podemos llamar orgullo o soberbia. 

“Altivo, arrogante y escarnecedor son los nombres del que obra con orgullo insolente”. Proverbios 21:24

Recuerda esto: La arrogancia es un sentimiento de superioridad ante los demás. Es creer que somos más valiosos que otros seres humanos. Es no reconocer nuestros errores, es echarle la culpa de nuestros errores a los demás. Es creer que somos imprescindibles, es pensar que podemos siempre hacer todo mejor que los demás y que nadie nos supera, es no querer pedirle ayuda a nadie, es criticar a todo el mundo; porque en el fondo la arrogancia también nos lleva a los celos y la envidia. No se trata de parecer o no parecer arrogante, no se trata de cómo es nuestro carácter o temperamento, no se trata de lo que hagamos o no hagamos. Ni tampoco de lo que sepamos o no. Se trata de lo que somos o no somos en lo profundo de nuestro corazón. ¡¡Que Dios quite la arrogancia de nuestra vida para siempre!!. La soberbia, el orgullo o la arrogancia son la piedra fundamental de todos los demás pecados que podamos cometer. Mientras exista arrogancia, habrá un peso contaminante en nuestra alma. 

Debemos temer a Dios con respecto a lo que hay en nuestro corazón. No hay forma de burlar, persuadir, manipular, o tratar de conformar al Señor cuando algo está mal. Para eso, nada mejor que el arrepentimiento y la confesión. 

El orgullo no siempre es fácil de detectar, ni en nosotros mismos, ni en los demás. Hay personas que se les nota al instante su soberbia; pero otras, lo tienen más camuflado. Tal vez ellas piensan que son superiores en su interior y tratan de no decirlo, pero tarde o temprano eso se notará en un simple gesto, en una mirada, en una palabra. Es como un olor desagradable que lo podremos tratar de ocultar, pero que escapará por alguna pequeña actitud, en cualquier momento. Dios se encarga que sus hijos sean conforme a la imagen de Cristo, se encargará que todo orgullo en nuestra vida y toda obra procedente de él, sean quebrantados. Dios llama nuestra atención continuamente para que abandonemos el orgullo en nuestro corazón. Pero el orgullo produce ceguera espiritual, de hecho las personas orgullosas, en su mayoría creen no serlo, incluso se creen muy humildes, muy agradables y solidarias. 

“Pero Él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes”. Santiago 4:6 

Puedo llegar a estas conclusiones luego de haber sido quebrado por las circunstancias en muchas oportunidades, Dios se vale de ciertas circunstancias para que podamos quebrar la arrogancia en nuestra alma. Circunstancias que destrozan tu soberbia como una copa de cristal lanzada hacia un suelo de piedra. Muchas veces esas circunstancias se producen delante de los demás y otras veces más íntimamente. La clave para vencer está en querer obedecer a Dios, en renunciar a sentirnos superior o más valiosos que los demás. El orgullo de un corazón arrogante no armoniza nunca con el plan de Dios, por eso, o seguimos su plan, o seguimos el camino de nuestro propio corazón. El orgullo puede estar en personas pobres, ricas, cultas, inteligentes o ignorantes. Nada tiene que ver la pobreza con la humildad. 

El orgulloso sufrirá irremediablemente, tendrá consecuencias inevitables. Dios confronta y se levanta contra todo orgullo, nos moldea y nos pule para liberarnos. Aquellos que no quieren someterse y hacer morir su arrogancia, de todas formas serán quebrantados, aunque no para ser transformados, sino avergonzados.   

“Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; Ciertamente no quedará impune”. Proverbios 16:5 


“Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado”. Proverbios 21:4 

La historia de Nabucodonosor es una gran ejemplo de cómo Dios actúa frente al orgullo. El rey tuvo sus oportunidades de arrepentirse y vivir una vida sometida a Dios, reconociendo su grandeza y obedeciendo sus mandamientos. Pero escogió otro camino, Daniel 5:20 dice: “Más cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria”. 

El juicio de Dios para el orgullo del rey Nabucodonosor fue que ande con locura como las bestias en el campo durante siete años, luego de los cuales se arrepintió y reconoció humildemente que Dios lo gobierna todo: 
“Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia”.  Daniel 4:37 

Indicios de un corazón orgulloso: 

1. Cree que sabe todo y rara vez se deja enseñar. 
2. No reconoce sus errores, siempre le echa la culpa a los demás. 
3. Es rebelde, menosprecia y no respeta a las personas. 
4. Cree que no necesita a Dios. Le cuesta orar para pedir ayuda a Dios. 
5. Le cuesta pedir ayuda a otras personas. 
6. Tiene siempre una actitud crítica hacia los demás. 
7. Menosprecia las capacidades de otros. Piensa que siempre puede hacer las cosas mejor que los demás. 
8. No sabe escuchar. 
9. Tiene la respuesta para todo. 

Distintos tipos de arrogancia 

Los fariseos eran personas que querían aparentar y hacer alarde de su supuesta espiritualidad, eran personas que no pretendían servir a Dios, sino a su propia vanidad. Hoy pasa igual que con los fariseos, se aparenta piedad, pero no se busca agradar a Dios, sino buscan la gloria y alabanza de los hombres. Son personas que les encantaría subirse a un púlpito para que todos lo aplaudan y lo vean como a una estrella, pero no porque le interese la salvación y el bendicion de los demás, sino por puro ego. 

¿orgulloso de mi humildad? 

Algunos creen que su escasez o sacrificios los transforman en humildes, pero en verdad es lo mismo de siempre, orgullo disfrazado. Se creen mejores y más valiosos que los demás porque piensan que no necesitan mucho para vivir, o porque se visten sencillos, o porque tiene una personalidad apacible, pero eso no tiene nada que ver con un corazón humilde. 

Otros se sienten superiores porque han estudiado y creen que eso les da una especie de valor extra ante sus semejantes. Ante lo ojos de Dios no hay acepción de personas, todos somos tratados como hijos amados y valiosos de igual manera. 

Todo nacemos con una cuota de orgullo, por el pecado original, Satanás es movido principalmente por el orgullo y la rebeldía y ese mismo virus espiritual está en la naturaleza pecaminosa de todos. Nadie es libre cien por cien del orgullo, pero es nuestra decisión renunciar a toda arrogancia para morir a la vanidad y dar fruto. 

Jesús dijo: “Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas”.  Juan 12:24 

Este versículo es muy profundo, pero nos habla de que cuando morimos al pecado, al orgullo y decidimos vivir con la fe en Jesús cada día la vida el Espíritu Santo podrá manifestarse en nosotros y ser de utilidad para que muchos sean salvos y bendecidos. 

Para tener un corazón como Cristo debemos superar con humildad y fe toda adversidad, aceptar nuestras limitaciones y nuestra condición de ser humano creado por Dios para ser personas de obedientes, y no creernos ni sentirnos nunca mejores o superiores a los demás. Cada uno tiene talentos que Dios le proveyó, y si confiamos plenamente fluirá la gracia en nuestras vidas. Pero mientras ese orgullo no sea tratado, ni puesto en la cruz; ni el favor, ni el poder, ni la exaltación de Dios fluirá en nuestras vidas. Es tan simple como decir: En mis propias fuerzas no podré con todo, pero todo lo puedo en Cristo que me fortalece y separado de Él nada ungido y grande podré hacer. 


  • Te voy a dar una oración modelo para que puedas confesar y romper la atadura del orgullo: 

    “Señor Jesús hoy decido renunciar a todo orgullo en mi corazón, declaro que sin ti nada soy, que sin tus fuerzas no podré lograr grandes cosas. Renuncio a creerme superior y más valiosos que los demás, rompo la atadura del orgullo en mi corazón en el nombre de Jesús. Confieso que solo con tu gracia y poder llegaré a vencer todo obstáculo. Te doy toda la gloria por todo lo bueno que pase en mi vida. En el nombre de Jesús. Amén”.

“Porque el Señor es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos”. Salmos 138:6

VEN Y LLENA ESTA CASA

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martes, 27 de marzo de 2018

Decretos

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Cristo es la vida

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Internet

La revista Newsweek publicó un reporte sobre una investigación que muestra qué tanto la tecnología puede estar dañando al ser humano.
Los investigadores encontraron que Internet puede hacer que las personas se sientan más deprimidas, ansiosas, estresadas con tendencias suicidas, y trastornos obsesivo-compulsivos y de déficit de atención. El cerebro de las personas adictas a Internet llega a ser similar al de aquellas personas adictas al alcohol o a las drogas.
Las estadísticas muestran que los estadounidenses gastan por lo menos ocho horas al día mirando una pantalla. Eso es más tiempo del que pasan haciendo cualquier otra cosa, incluso durmiendo. De hecho, el tiempo en línea a menudo reemplaza el sueño, el ejercicio y el contacto cara a car con personas. Más de un tercio de los usuarios de smartphones acceden a Internet antes de salir de la cama.
Esto no es algo nuevo, ya se ha hablado antes del efecto de las redes sociales en las que se tienen varios ‘amigos’, pero la persona se aísla del contacto real. Lo preocupante es que estos efectos negativos parecen seguir incrementándose, más aun cuando los dispositivos móviles se venden como pan caliente y es usual, incluso ‘normal’, ver a las personas consumidas por sus dispositivos.
Por otra parte, el promedio de mensajes de texto recibidos o enviados al mes, es de 400. Para los adolescentes, ese número aumenta  a 3700.
Estas son sólo algunas de las razones por las que China, Taiwán y Corea del Sur han comenzado a tratar el consumo problemático de Internet como una crisis de salud nacional.
“Este es un tema tan importante y sin precedentes como el cambio climático“, dice Susan Greenfield, profesora de farmacología en la Universidad de Oxford, quien trabaja en un libro sobre cómo la cultura digital nos está conectando y no para bien. “Podríamos crear el mundo más maravilloso para nuestros niños, pero eso no va a suceder si mantenemos la negación y las personas caminan dormidas en estas tecnologías y terminan con ojos vidriosos como zombis.”
Los expertos están tan alarmados, ya han comenzado a denominar a los computadores como la “cocaína electrónica” y  que Internet “alienta e incluso promueve la locura“.
Esta nota hace parte de una sección acerca de secretos de tecnología y es el fruto del trabajo en conjunto de Dell y ENTER.CO.
Curioso es notar que los seres humanos en vez de usar las cosas que nos pueden facilitar la vida terminamos siendo usados por ellas.  Fáciles presas somos de la tecnología para alejarnos de los seres queridos y hasta de Dios.  Se nos olvida que Dios nos ha hecho para enseñorear sobre cada cosa creada.  La idea del Señor fue, es y seguirá siendo que seamos sus representantes acá en la tierra de su Reino.
Usemos la tecnología y solo dejémonos usar por Dios.

Majestad

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Haz Llover - Jose Luis Reyes (con letras)

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Hora

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sábado, 24 de marzo de 2018

Hecho

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Como el águila

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Celos?


Aprenda las 5 actitudes que muestran celos excesivos

1- Entrevistas, Interrogatorios - ¡momento de mucho tensión!
2- Ser controlado todo el tiempo - qué hace, dónde, con quién.
3- Anular su vida en pro de su pareja es hacerlo más importante que a usted mismo.
4- El celoso vive alrededor de su pareja tanto que termina por no necesitar un poco de atención.
5- Ya que nada funciona, la persona acaba por derivar en agresión física y verbal, lo que la aleja aún más de aquella relación.

cuando levanto mis manos

Deléitate

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Quitar mi verguenza

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viernes, 23 de marzo de 2018

Tratos de Dios

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Carácter

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Batallas

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Bien por mal

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Panes sin levadura

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SOLO JESUS. (ERICSON ALEXANDER MOLANO)

Escaleras



Hay escaleras que por más hermosas que sean nos provocan temor y respeto ya que son empinadas y largas. De hecho a veces parece, cuando las miras desde lejos que no tienen final. Subes y subes, te sientes fatigado y parece que no estás llegando a ninguna parte. Pero aunque por momentos sientas o pienses que no llegarás al final de ellas o que no te conducirán a ninguna parte, no puedes detenerte, tienes que seguir subiéndolas.

Aunque por momento sientas temor, no debes dejar que el miedo te impida subirlas porque cada paso que des te llevará y te acercará al propósito y el lugar que has soñado y que Dios ha dispuesto para ti. Así que cuando las subas debes pensar con optimismo que con cada paso te vas acercando hacia la realización de esa meta.

Pero, cuando termines de subir la escalera, recuerda que entonces debes iniciar nuevamente y subir otra escalera que quizás sea más larga y empinada que las otras. Puede que hasta sea más estrecha y tú sientas que no es para ti. Sin embargo como ya tuviste la experiencia previa de poder subir otras, podrás con esta nueva porque cada cosa que aprendemos en la vida nos sirve para continuar.

Las escaleras se utilizan para subir hacia cosas que son altas y que de otra manera no podríamos llegar hacia donde esas cosas se encuentran. Para lograr cosas grandes hay que atreverse a elevarse. Hay que tomar las alas de los sueños y remontarse tan alto como puedas.

Por eso anímate, olvida el temor y prepárate a subir con energía la escalera que te llevará hacia tu propia realización.

Amar

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Dirección

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domingo, 18 de marzo de 2018

Este es mi Deseo - hoy te rindo mi ser - Claudio Freidzon

Pacto

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Afana

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Humildad

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Nunca te dejaré

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Derramará

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Lección

Lección fundamental que todo siervo de Cristo debe encarar: el quebrantamiento del hombre exterior llevado a cabo por el Señor para lograr la liberación del espíritu. La única obra que Dios aprueba es la obra que realiza por el espíritu, y el espíritu puede tener perfecta libertad de acción al ser quebrantado el hombre exterior.
LA IMPORTANCIA DEL QUEBRANTAMIENTO
Lectura bíblica: Jn. 12:24; He. 4:12-13; 1 Co. 2:11-14; 2 Co. 3:6; Ro. 1:9; 7:6; 8:4-8; Gá. 5:16, 22-23, 25
Tarde o temprano todo siervo de Dios descubre que el obstáculo más grande para su labor es él mismo y se da cuenta que su hombre exterior no está en armonía con su hombre interior. El hombre interior va en una dirección, y el hombre exterior, en otra. El hombre exterior no se sujeta al gobierno del espíritu ni anda conforme a los elevados requisitos de Dios; además, constituye el obstáculo más grande para la labor del siervo de Dios y le impide usar su espíritu. Todo siervo de Dios debe ejercitar su espíritu para mantenerse en la presencia de Dios, conocer Su palabra, percatarse de la condición del hombre, transmitir la palabra de Dios, y percibir y recibir la revelación divina; todo esto lo hace con su espíritu. Sin embargo, el hombre exterior lo incapacita y le impide utilizar su espíritu. Muchos siervos del Señor no son aptos para Su obra, debido a que nunca han sido quebrantados por el Señor de una manera completa. Sin el quebrantamiento, prácticamente no son aptos para realizar ninguna tarea. Todo entusiasmo, celo y clamor son vanos. Este quebrantamiento es fundamental y es la única manera en que uno llega a ser un vaso útil para el Señor.
EL HOMBRE INTERIOR Y EL HOMBRE EXTERIOR
En Romanos 7:22 dice: "Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios". Nuestro hombre interior se deleita en la ley de Dios. Efesios 3:16 dice: "Fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu". Y en 2 Corintios 4:16 Pablo dijo: "Aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día". La Biblia divide nuestro ser en el hombre interior y el hombre exterior. Dios habita en el hombre interior, y lo que está fuera del hombre interior, en donde Dios habita, es el hombre exterior. En otras palabras, el hombre interior es nuestro espíritu, mientras que la persona con la que los demás tienen contacto es el hombre exterior. Nuestro hombre interior utiliza nuestro hombre exterior como vestidura. Dios depositó en nosotros, esto es, en nuestro hombre interior, Su Espíritu, Su vida, Su poder y Su misma persona. Fuera de nuestro hombre interior se encuentran nuestra mente, nuestra voluntad y el asiento de nuestras emociones; exterior a todo esto tenemos nuestro cuerpo, nuestra carne.
Para poder servir a Dios, el hombre debe liberar su hombre interior. El problema básico de muchos siervos de Dios radica en que su hombre interior no encuentra salida a través de su hombre exterior. El hombre interior debe abrirse paso por el hombre exterior a fin de ser liberado. Tenemos que ver claramente que el principal obstáculo en la obra somos nosotros mismos. Si nuestro hombre interior se encuentra aprisionado, nuestro espíritu se halla confinado y no puede salir fácilmente. Si no hemos aprendido a abrirnos paso por nuestro hombre exterior con nuestro espíritu, no podremos servir al Señor. Nada nos estorba tanto como nuestro hombre exterior. La eficacia de nuestra labor depende de cuánto haya quebrantado el Señor nuestro hombre exterior, y de que el hombre interior se libere por medio del hombre exterior quebrantado. Este es un asunto fundamental. El Señor tiene que deshacer nuestro hombre exterior para abrirle paso a nuestro hombre interior. Tan pronto como nuestro hombre interior se libera, muchos pecadores recibirán bendición y muchos creyentes recibirán gracia.
MORIR PARA LLEVAR FRUTO
En Juan 12:24 el Señor dice: "Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto". La vida está en la semilla. No obstante, la semilla está rodeada de una cáscara, una corteza dura. Mientras esta cáscara no se quiebre, la semilla no podrá crecer. "Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere..." ¿A qué se refiere esta muerte? Es la acción del calor y la humedad de la tierra sobre la semilla, lo cual ocasiona que la cáscara se rompa. Cuando la cáscara se rompe la semilla brota. Por lo tanto, no depende de si la semilla tiene vida o no, sino de que la cáscara exterior se rompa. El siguiente versículo añade: "El que ama la vida de su alma la perderá; y el que la aborrece en este mundo, para vida eterna la guardará" (v. 25). De acuerdo con la Palabra del Señor, la cáscara exterior es nuestra vida, y la vida interior es la vida eterna que El nos imparte. Para que la vida interior pueda brotar, la vida exterior debe sufrir pérdida. Si lo exterior no es quebrantado, lo interior no puede ser liberado.
Entre toda la gente del mundo, hay algunos que tienen la vida del Señor. Y entre éstos, encontramos dos condiciones de vida. En unos la vida se encuentra atada, circunscrita y aprisionada; pero en otros, el Señor ha abierto una brecha y la vida puede brotar. El problema de nosotros hoy no radica en cómo obtener vida, sino en cómo permitir que esta vida emane de nuestro interior. Cuando decimos que el Señor tiene que quebrantarnos, no es sólo una figura retórica ni una doctrina; el quebrantamiento tiene que llevarse a cabo. La vida del Señor puede propagarse por toda la tierra, pero está encerrada en nosotros. El Señor puede bendecir a la iglesia, pero Su vida se encuentra aprisionada, restringida y bloqueada por nuestro hombre exterior. Si el hombre exterior no es quebrantado, no traeremos bendición a la iglesia, ni podemos esperar que el mundo reciba la gracia de Dios por medio de nosotros.
ES NECESARIO QUE EL FRASCO DE ALABASTRO SEA QUEBRADO
La Biblia habla del ungüento de nardo puro (Jn. 12:3). La Palabra de Dios usa intencionalmente el adjetivo puro. Este es un ungüento de nardo puro, algo verdaderamente espiritual. No obstante, a menos que el frasco de alabastro fuera quebrado, el ungüento de nardo puro no podía ser liberado. Es extraño que mucha gente valore más el frasco de alabastro que el ungüento. De la misma manera, muchos piensan que su hombre exterior es más valioso que su hombre interior. Este es el problema que enfrenta la iglesia en la actualidad. Es posible que valoremos demasiado nuestra propia sabiduría y pensemos que somos superiores. Otros pueden estimar sus emociones y creer que son personas excepcionales. Muchos otros se valoran exageradamente a sí mismos y creen que son mejores que los demás. Piensan que su elocuencia, sus capacidades, su discernimiento y juicio, son mejores que los de otros. Pero debemos saber que no somos coleccionistas de antigüedades, ni admiradores de frascos de alabastro, sino que buscamos el aroma del ungüento. Si la parte exterior no se quiebra, el contenido no puede salir. Ni nosotros ni la iglesia podremos seguir adelante. No debemos seguir protegiéndonos tanto a nosotros mismos.
El Espíritu Santo nunca ha dejado de obrar en los creyentes. Muchos pueden dar testimonio de la manera en que la obra de Dios nunca se ha detenido en ellos. Ellos enfrentan una prueba tras otra, un incidente tras otro. El Espíritu Santo tiene una sola meta en toda Su obra de disciplina: quebrantar y deshacer al hombre exterior, para que el hombre interior encuentre salida. Pero nuestro problema es que tan pronto enfrentamos una pequeña dificultad, murmuramos, y cuando sufrimos alguna pequeña derrota nos quejamos. El Señor ha preparado un camino para nosotros y está dispuesto a usarnos. Pero tan pronto como Su mano nos toca, nos sentimos tristes. Alegamos con El o nos quejamos ante El por todo. Desde el día en que fuimos salvos, el Señor ha estado obrando en nosotros de muchas formas, con el propósito de quebrantar nuestro yo. Lo sepamos o no, la meta del Señor siempre es la misma: quebrantar nuestro hombre exterior.
El tesoro está en vasos de barro. ¿A quién le interesa admirar vasos de barro? Lo que la iglesia necesita es el tesoro, no los vasos de barro. También el mundo necesita el tesoro, no los vasos que lo contienen. Si el vaso no se quiebra, ¿quién podrá encontrar el tesoro que está en él? El Señor obra en nosotros de muchas maneras con el propósito de quebrar el vaso de barro, o sea el frasco de alabastro, la cáscara exterior. El Señor busca la manera de brindar Su bendición al mundo por medio de aquellos que le pertenecen. Este es un sendero de bendición, pero también es un sendero manchado de sangre. La sangre debe ser derramada y las heridas son inevitables. ¡Cuán crucial es el quebrantamiento de este hombre exterior! A menos que el hombre exterior sea quebrantado, no puede llevarse a cabo ninguna labor espiritual. Si nos consagramos al servicio del Señor, debemos prepararnos para ser quebrantados por El. No podemos excusar ni preservar nuestro yo. Tenemos que permitir que el Señor quebrante nuestro hombre exterior completamente para que El fluya libremente a través de nosotros.
Ya hemos visto cuál es el propósito de Dios para con nosotros. Es triste que muchos no sepan lo que el Señor está haciendo en ellos, ni cuál es Su intención para con ellos. Todos debemos saber cuál es el propósito de Dios para con nosotros. Cuando el Señor abra nuestros ojos, veremos que todo lo que nos sucede tiene mucho sentido. El Señor nunca hace nada en vano. Cuando entendamos que la meta del Señor es quebrantar nuestro hombre exterior, comprenderemos que todo lo que nos sucede es importante. El Señor está tratando de alcanzar una meta: quebrantar y deshacer nuestro hombre exterior.
El problema de muchos es que antes de que el Señor mueva un dedo, ya están mostrando disgusto. Debemos entender que todas las experiencias, dificultades y pruebas que envía el Señor, redundan para nuestro beneficio. No nos puede pasar nada mejor. Si acudimos al Señor y le decimos: "Señor, por favor permite que yo escoja lo mejor", yo creo que El nos respondería: "Ya te lo he concedido. Lo que te sucede cada día es lo que más te beneficiará". El Señor dispone todas las circunstancias con el único fin de quebrantar nuestro hombre exterior. Nuestro espíritu puede servir al máximo sólo cuando nuestro hombre exterior es quebrantado y nuestro espíritu es liberado.
EL QUEBRANTAMIENTO REPENTINO Y EL GRADUAL
El Señor quebranta nuestro hombre exterior de dos maneras. Primero, lo hace en forma gradual, y en segundo lugar, inesperadamente. Algunas veces el quebrantamiento del Señor primero viene inesperadamente, seguido por un quebrantamiento gradual; la disciplina inesperada viene primero y la gradual le sigue. Algunos creyentes enfrentan adversidades diariamente, hasta que cierto día reciben inesperadamente un golpe fuerte del Señor. En este caso, la obra gradual viene primero y la repentina luego. De acuerdo con nuestra experiencia, hay diferentes patrones de quebrantamiento. Es posible que primero se presente el quebrantamiento repentino seguido por el gradual, o viceversa. Hablando generalmente, aun con aquellos que no se desvían ni toman atajos, el Señor requiere algunos años para completar el proceso de quebrantamiento.
No podemos reducir el tiempo que toma este quebrantamiento pero sí podemos extenderlo. En algunos, el Señor concluye este proceso en unos cuantos años. Pero en otros puede durar hasta diez o veinte años. ¡Este es un asunto muy serio! Nada es más lamentable que desperdiciar el tiempo de Dios. Muchas veces nosotros somos los causantes de que la iglesia sea privada de recibir bendición. Es posible predicar usando sólo nuestra mente y conmover a la gente con nuestras emociones sin ejercitar nuestro espíritu; pero si hacemos esto, Dios no podrá usar Su Espíritu para tocar a los demás por medio de nosotros. Cuando demoramos la obra incurrimos en una gran pérdida.
Si en el pasado nunca nos hemos consagrado a Dios de una manera total, éste es el momento de hacerlo. Debemos decirle: "Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar en mi vida individual, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí".
EL SIGNIFICADO DE LA CRUZ
Durante mucho tiempo hemos escuchado acerca de la cruz, tanto que nos parece que ya lo sabemos todo al respecto; pero, ¿sabemos en realidad qué es la cruz? El significado de la cruz es simplemente el quebrantamiento del hombre exterior. La cruz pone fin al hombre exterior, lo destruye totalmente y rompe la cáscara exterior. Destruye nuestras opiniones, métodos, sabiduría, egocentrismo y todo lo demás. Una vez que esto sucede, el hombre interior puede salir libremente, y el espíritu puede funcionar. Es muy claro cuál es el camino que tenemos por delante.
Una vez que el quebrantamiento del hombre exterior se lleva a cabo, resulta fácil liberar nuestro espíritu. Cuando un hermano experimenta esto, aunque posea una mente brillante, una voluntad firme y unas emociones reservadas y profundas, todo el que lo conozca reconocerá que cuando tiene contacto con él, toca su espíritu y no sus virtudes humanas. Cada vez que otros tengan comunión con él, tocarán su espíritu, el espíritu puro de un hombre quebrantado. Una hermana puede ser rápida en sus acciones, de tal modo que todo el que la conoce lo nota. Tal vez sea rápida para pensar, hablar, confesar, escribir y tirar lo que ha escrito. Pero cuando otros la conocen, no notan su rapidez sino su espíritu, pues su misma persona ha sido quebrantada. El quebrantamiento del hombre exterior es un asunto crucial. No podemos escudarnos en nuestra debilidad para siempre. Después de estar bajo la obra quebrantadora del Señor por cinco o diez años, no tendremos el mismo sabor. Debemos permitir que el Señor se abra paso por medio de nosotros. Esto es lo más básico que el Señor requiere.
DOS RAZONES POR LAS QUE NO SOMOS QUEBRANTADOS
¿Por qué muchas personas permanecen sin ningún cambio, a pesar de estar por años bajo la obra quebrantadora del Señor? ¿Y por qué otros tienen una voluntad férrea, una parte afectiva o mente tan fuerte, y aún así, el Señor puede quebrantarlos? Existen dos razones por las cuales sucede esto.
La primera razón es que éstos viven en tinieblas y no pueden ver la mano de Dios en acción. Dios ciertamente está activo quebrantándolos, pero ellos no están conscientes de ello. Como no viven en la luz, su visión es muy reducida. Sólo ven a los hombres y piensan que éstos son sus adversarios. O le dan demasiada importancia a las circunstancias; las culpan de todo y se quejan de que son muy difíciles. Que el Señor nos conceda revelación para que podamos ver la mano de Dios obrando. Que podamos arrodillarnos y decir: "Señor, esto procede de Ti. Sí, creo que esto viene de Ti, y lo acepto". Al menos debemos saber de quién es la mano que nos disciplina. Debemos reconocer esa mano y comprender que el quebrantamiento no proviene del mundo, de nuestra familia ni de los hermanos de la iglesia. Debemos ver que es la mano de Dios la que nos disciplina. Deberíamos aprender de la señora Guyón, quien besaba y estimaba esta mano. Tenemos que recibir esta luz para aceptar y creer todo lo que el Señor hace, pues El jamás se equivoca.
La segunda razón por la que muchos no son quebrantados es porque se aman demasiado a sí mismos. El amor propio es un gran obstáculo para el quebrantamiento. Tenemos que rogar al Señor que quite de nosotros todo amor propio. Cuando Dios lo arranca de nosotros, tenemos que adorarle diciendo: "Señor, si ésta es tu obra, la acepto de todo corazón". Debemos recordar que todo mal entendido, toda queja y toda inconformidad se originan en el amor que nos tenemos en secreto. Debido a que nos amamos a nosotros mismos secretamente, tratamos de salvarnos. Muchas veces los problemas se originan en nuestros intentos de salvarnos a nosotros mismos.
Aquellos que conocen al Señor van a la cruz sin tomar el vinagre mezclado con hiel. Muchos van a la cruz de mala gana; toman el vinagre con hiel tratando de atenuar sus sufrimientos. Aquellos que dicen: "La copa que el Padre me dio, ¿no la beberé?", no tomarán la copa de vinagre con hiel. Sólo tomarán una de las dos copas, no ambas. Estos no se aman a sí mismos. El amor propio es la raíz de nuestro problema. Que el Señor nos hable interiormente para que oremos diciendo: "Dios mío, ahora entiendo que todo proviene de Ti; todas mis experiencias durante los últimos cinco, diez o veinte años han venido de Ti y han tenido el único propósito de que Tu vida se exprese en mí. He sido insensato por no haberlo visto antes. Por causa de mi amor propio he hecho lo posible por salvarme a mí mismo y he desperdiciado mucho de Tu tiempo. Ahora entiendo que esto ha sido obra de Tu mano, y me consagro sinceramente a Ti. Vuelvo a encomendar mi vida en Tus manos".
LAS HERIDAS DEL QUEBRANTAMIENTO
Nadie es tan atrayente como aquel que ha pasado por el proceso de quebrantamiento. Una persona obstinada y egocéntrica sólo puede atraer a los demás después de que Dios la quebranta. Veamos el caso de Jacob en el Antiguo Testamento. El luchó con su hermano desde que ambos estaban en el vientre de su madre; él era astuto, problemático y artificioso, aunque pasó por muchos sufrimientos durante su vida. Cuando era joven huyó de su casa y fue estafado por Labán durante veinte años. Su amada esposa Raquel murió cuando iban de regreso a casa, y José, el hijo que más quería, fue vendido. Muchos años después, su hijo Benjamín fue retenido en Egipto. Jacob fue quebrantado por Dios una y otra vez, y experimentó numerosos infortunios. Fue golpeado por Dios en repetidas ocasiones. La historia de Jacob es una historia de azotes de parte de Dios. Después de todos estos golpes cambió. Durante sus últimos años llegó a ser una persona realmente transparente. ¡Cuánta honra se le dio en Egipto cuando se presentó ante Faraón y habló con él! ¡Cuán hermoso es este cuadro! ¡Cuán claras fueron las bendiciones que dio a sus hijos y nietos! Al leer la última parte de su historia, no podemos evitar inclinarnos y adorar a Dios. He ahí una persona madura, una persona que conocía a Dios. Después de ser azotado por Dios durante varias décadas, el hombre exterior de Jacob fue quebrantado. En su edad madura encontramos un cuadro maravilloso. Todos tenemos algo de Jacob en nosotros; tal vez no sólo un poco. Esperamos que el Señor pueda obrar en nosotros y que quebrante nuestro hombre exterior, al grado de que el hombre interior sea liberado y expresado por medio de nosotros. Esto es algo de gran valor y es el destino de los siervos del Señor. Sólo podremos servir y guiar a otros al Señor y al conocimiento de Dios cuando alcancemos esto. Ninguna otra cosa producirá resultados; ni la teología ni las doctrinas ni el simple conocimiento de la Biblia nos beneficiará. Lo único que será de provecho es que Dios fluya de nuestro interior.
Cuando nuestro hombre exterior es golpeado, herido y humillado por toda clase de infortunios, las heridas y cicatrices que queden serán los canales por donde el espíritu fluya de nuestro interior. Temo que el yo de algunos hermanos y hermanas todavía se encuentre entero; nunca han sufrido ninguna herida ni disciplina, y no han cambiado en forma alguna. Que el Señor tenga misericordia de nosotros y establezca un camino recto delante de nosotros.

Que podamos ver que ésta es la única manera de ir adelante, y que todas las heridas que hemos recibido de parte del Señor en estos últimos diez o veinte años han tenido como propósito alcanzar esta única meta. Por lo tanto, no debemos menospreciar la obra del Señor en nosotros. Que el Señor verdaderamente nos muestre lo que significa el quebrantamiento del hombre exterior. A menos que el hombre exterior sea quebrantado, todo lo que tengamos sólo estará en la esfera de nuestro intelecto y del conocimiento, y será inútil. Logre el Señor en nosotros un quebrantamiento completo.

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