sábado, 17 de julio de 2010

Segunda oportunidad.

Angélica es una mujer de 41 años. Hace 7 años su esposo falleció víctima de un infarto fulminante.
Después de 15 años de convivir en un feliz matrimonio, ella sintió que su vida también se había terminado. No sabía como decírselo a sus hijas; ellas eran su principal preocupación.
Sus hijas estaban de paseo con unos tíos. Ellos (tíos) ya habían recibido la fatal noticia. Guardando en su corazón la enorme pena que les embargaba, se dirigían a la casa sin poder pronunciar palabra; temían que en el intento no pudieran contener su dolor y que el llanto se apoderara del momento.
No fue fácil. Después de todo ¿a cuál madre le gusta ver sufrir a sus hijos?…. ¿cuánto daría ella por no verlos sufrir?
Ha pasado el tiempo. Sobreviven su pérdida. Mamá ha tenido que volver a trabajar. Cuando su papá vivía, ella podía dedicarse al cuido de sus hijas. Desde que nacieron y hasta que cumplieron 4 y 8 años ella había estado con ellas. Pero ya no podía más. Tenía que retomar su trabajo. Había que acomodarse a nuevos horarios, asumir tareas de ayuda y cada una debía aprender a responsabilizarse por sus estudios; ya mamá no podía ayudarlas como antes.
Hay menos tiempo por compartir. Mamá sale tarde del trabajo. Hacen la cena juntas y minutos después de comer, ellas deben acostarse. Al día siguiente, muy temprano comparten el afán de alistarse, preparar meriendas, desayuno y hasta almuerzos. Besos y listo… cada una a su tarea.
Hoy, siete años después, cuando la rutina familiar parece estar ya establecida y cada una acomodada con su rol; algo nuevo surge….. parece que mamá tiene una nueva pareja …..
En Angélica hay sentimientos encontrados: temor de contárselo a sus hijas que ahora tienen 11 y 15 años ¿Cómo reaccionarán?Temor a darse una nueva oportunidad y que no funcione y muy dentro esta el temor de volver a amar y que la muerte le vuelva a arrebatar su vida.
Temor al que dirán: algunos podrán pensar que no ha pasado suficiente tiempo o peor; puede ser que le lleguen a comparar con su esposo, después de todo, sus familiares y conocidos creían que ella nunca iba a encontrar a alguién como él. Pero sorpresa…. Lo encontró!!!
Ansiedad y más ansiedad.
¿Quién puede garantizarle que sus temores no van a pasar o quién puede asegurarle que no lo haga porque lo peor le va a suceder?
Ninguna persona.
A nosotras las mujeres nos cuesta esto de retomar nuestras vidas. Hay muchas que viven vestidas de luto por años y décadas.
Cómo Angélica hay muchas mujeres. Quizás viviendo historias diferentes pero al final de cuentas, entran en conflicto cuando la vida les presenta segundas oportunidades.
Yo creo en las segundas oportunidades. El mismo Jesús, en su infinito amor nos enseñó en su paso por este mundo cómo no le costaba dar segundas oportunidades; le dio a Pedro una segunda oportunidad, aún y cuando este lo negó. Se la dio a aquella mujer a la que no condenó por sus pecados, solo le dijo, “vete y no peques más”. Le dio una oportunidad también a Tomás, cuando le invitó a que corroborara que realmente era él, el Mesías. Y a nosotros: ¿cuántas oportunidades nos ha dado? O mejor dicho: ¿cuántas oportunidades nos ha negado? …. NINGUNA!
¿Por qué a nosotras nos cuesta tanto darnos entonces nuevas oportunidades?
Una nueva pareja, o tal vez un nuevo trabajo, un proyecto de vida, retomar estudios, pensar en la posibilidad de viajar o de hacer aquello con lo que siempre soñé…
¿Por qué nos sentimos culpables cuando el deseo apunta por vivir una segunda oportunidad?
Quizás por lo que he comentado en otros de mis artículos: Por aprendizajes sociales.
Esto que desde niña me designaron: rol de cuidadora. Por ejemplo, hace tan solo un par de días tuve la oportunidad de conocer a una chica de escasos catorce años. A su edad, estaba todavía cursando la escuela porque había reprobado tres años. Su hermana mayor me cuestionaba el porque de su fracaso escolar; aparentemente era una chica lista, tranquila, de buenos hábitos… una prueba de inteligencia reveló que su coeficiente intelectual la ubicaba en un rango de inteligencia normal promedio… trabajando con ella con varias pruebas descubro que por ser de origen oriental, de alguna manera había interiorizado que de adulta tenía que asumir el cuido de sus padres. El discurso para la hijas siempre había sido: crecer para encontrar esposo, tener hijos y cuidar a sus padres cuando estuvieran en la vejes…. Entonces para sus adentros, de pronto pensaba; ¿para qué estudiar si su futuro ya estaba escrito? encontrar esposo, casarse, tener hijos y cuidar a sus padres.
Sí. Tal vez física y emocionalmente estemos entrenadas a asumir roles de cuido, y somos artistas en postergar lo que queremos. Sin embargo, hay momentos en que la vida misma nos presenta segundas oportunidades, quizás como premio por la entrega. Eso con lo que de pronto soñamos pero que por cumplir con algún mandato dejamos de lado.
Tal vez hoy tengas que reconsiderar tu camino, animarte a hacer algo por ti.
Esta bien cuidarse, soñar por mi y para mi, esto no es egoísmo es autocuidado. El autocuidado proporciona sentimientos de felicidad, plenitud y satisfacción. Una mujer que practica hábitos de autocuidado, que va en busca de segundas oportunidades, que busca caminos; es una mujer que inclusive tiene más para dar, porque resulta que la felicidad es contagiosa, su familia lo va a vivir con usted,
Vamos…. ¡Anímese a vivir!Angélica lo esta haciendo. Vive su nueva oportunidad. Sus hijas la apoyan. Si, algunas personas la han criticado, sin embargo ella se había preparado para que esto pudiera suceder.Pidió a Dios señales y El se las dio. Tiene paz, se siente feliz y plena. No porque tenga pareja; sino porque ella se permitió darse la oportunidad de volver a vivir

Tatiana Carrillo.Psicóloga.

jueves, 15 de julio de 2010

MUJER

Oh! Mujer cuan hermosas recompensas te esperan en la gloria. Eres un lirio del alba donde el rocío de la gracia divina brilla como cristalinas diademas y eres la tenue brisa que refresca el mustio camino de este mundo.
Dice Dios: (Pr. 18:22) "El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová". Desde el principio de la creación el Señor estableció esta verdad: "Gn. 2:18) "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él".
Pero eres mucho más que una compañera idónea, (Pr.14:1) eres la que con tus manos edificas la casa, mientras que la necia con las suyas la derriba. El perfume embriagante de tu presencia, llena de gracia y frescura el hogar.
Ese lugar que puede estar adornado con los más exquisitos adornos que el dinero permite comprar, si no estás tú, pasa a ser un frío y lúgubre mausoleo donde todo palidece. Y ese modesto hogar donde el Soberano Dios te puso a ti, aún lo más simple brilla con inusitada gracia y esplendor.
Dichoso el hombre que después de una agotadora jornada pueda llegar a su hogar, y encontrar a su esposa afanada en agradar a su amado y transformar ese lugar en un manantial, donde ella se mueve como entre alelíes y las abejas revolotean con un beso de miel. Eres el sol, la luz y el viento que vuelan por ese lírico paisaje de amor.
Pero eres mucho más, eres la sabia administradora que puede multiplicar con gracia y sabiduría el escaso presupuesto que dispones, en delicados manjares que llenan de satisfacción a aquellos que con amor deseas agradar.
Eres la madre, y en esta condición tan especial, me hundo en un mar profundo sin poder tocar fondo para encontrar palabras y describir la grandeza de tu amor, lleno de un perfume enervante de tu núbil candor.
Con cuanta dedicación y desvelos cuidas a los retoños que Dios te da. Creo que no existe otra labor más fatigante y abrumadora, que esa que el Creador te encomendó, de guiar a los tuyos como un faro en medio del tortuoso mar.
No deja de maravillarme el hecho que cuando rendida y extenuada caes en un sueño profundo, que ni el rugir de los poderosos motores de un avión te pueden sacar, pero basta un simple quejido de tu niño para levantarte de un brinco y correr a su lado para derramar en libación tu amor.
Te admiro mujer, por tu fortaleza y dedicación. Cuanta paciencia y consagración te ha otorgado el Creador, que sabes sostener la arquitectura del silencio y del olvido en los agrestes caminos de la ruta estival.
El mundo es un mercado donde los hombres compran honores, voluntades y conciencias. Pero tú, mujer cristiana, eres como un manantial de aguas cristalinas y espumeantes sobre los pedregales, que se van suavizando en sus aristas con tu gracia tan especial.
Pero sabe que este mundo un día estará en mies en un granero celestial. Y allí, cuando los ángeles recojan los frutos de la cruz y el Señor nos traslade a Su gloria divinal.
Esta la más especial, es para la mujer que supo ser esposa, madre y arquitecta de su propio hogar.
Sí, mujer, tú que has llevado tu cruz en silencio y sin publicidad, te está aguardada una corona muy especial.
Ya viene el día, porque el Señor así lo prometió, que todas las cosas habrán de salir a la luz. Y tu abnegación, consagración y santidad, no serán olvidadas por el Creador.
Tú que has sido bendecido con la compañía de una esposa, regocíjate con ella en tu vejez, (Pr. 5:19) "como cierva amada y graciosa gacela.Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre". Porque esto es lo que agrada al Señor en verdad y eternamente.

viernes, 9 de julio de 2010

Código de honor del matrimonio

El Código de honor del Matrimonio es el conjunto de reglas o principios que rigen la relación de una pareja que se une para convivir y formar una familia.
Constituye la conducta honorable dentro del núcleo familiar.
Este Código de Honor fue establecido Dios, creador del Matrimonio y tiene el propósito de proteger la familia como base del desarrollo integral de la humanidad disfrutando a la vez de todas las cosas buenas de la vida.
La esencia del Código de Honor del Matrimonio es el Amor entendido como una actitud de servicio, atención, apoyo, incondicional e incluso con manifestaciones de sacrificio a favor del cónyuge.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. I Cor 13: 4-7
La porción bíblica anterior contiene la esencia del Código de Honor del Matrimonio, que debe ser la actitud de cada miembro del matrimonio y la familia hacia los otros miembros. Si todos los miembros de la familia procuramos vivir nuestras relaciones bajo este código, el resultado será sin duda una familia saludable, próspera, exitosa y llena de vida.
El cumplimiento del Código de Honor en el ambiente familiar es una responsabilidad del Esposo como líder del hogar, designado por el Creador del Matrimonio, con el apoyo de su “ayuda idónea”. El hombre debe asumir esta responsabilidad modelando primero y exigiendo a todos los miembros de la familia a respetar ese código en todas las relaciones de la familia. Es su primera y más importante responsabilidad.
La Mujer fue diseñada para ser la mejor ayuda para su esposo y por tanto debe darle el lugar y respetarlo como el líder del hogar y ayudarlo a desarrollar su liderazgo para alcanzar el objetivo del matrimonio.
El código de Honor debe cumplirse incondicionalmente y ambos miembros del Matrimonio deben estar dispuestos a defender el Código de Amor con decisión, esfuerzo, y aún con sacrificio; y hasta la muerte. Esto definitivamente no es fácil, pero es nuestra responsabilidad si queremos obtener un destino agradable para nuestras vidas.
Para lograr honrar este Código de Amor en el matrimonio y la familia, es imprescindible el fortalecimiento de nuestra vida espiritual, mediante la oración, la lectura bíblica, la obediencia a los principios de vida, la asistencia a la Iglesia regularmente y sobretodo la decisión de establecer este código en el hogar.
Un código de honor se defiende hasta la muerte, no importa lo que cueste.
Los hombres de verdad, deben estar dispuestos a cumplir el Código de Honor y hacer que se cumpla en el hogar con decisión y fortaleza. Un hombre que no cumpla y no defienda este Código de Honor, no es un hombre! Que es difícil, si es difícil, pero para eso contamos con la ayuda del Espíritu Santo de Dios que nos ayuda en nuestras debilidades; pero Dios tiene que ver en nosotros primero la decisión de luchar por vivir y defender ese Código de Honor.
Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado.CUÍDALO!

martes, 6 de julio de 2010

El valor de la comunicación

El final del siglo XX y los comienzos del siglo XXI pueden pasar a la historia como la "era de las comunicaciones". El advenimiento de la radio, la TV, los discos, las comunicaciones vía satélite, los CD, los DVD y el lanzamiento de la Internet nos han traído al mundo un paquete de herramientas de comunicación como nunca antes las habíamos tenido.
Sin embargo, según Nancy Terry en su libro Couples and Work (Parejas y Trabajo), las parejas de hoy hablan de las cosas importantes de la vida solamente unos 27 minutos por semana, ¡menos de cuatro minutos por día! Es cierto que dicho estudio citado por Terry fue hecho en los Estados Unidos, pero me da la impresión de que las parejas latinoamericanas están pasando también por una crisis de comunicación. Por eso quiero destacar la importancia de una comunicación clara. Dios es un Dios comunicador por excelencia. Él determinó que toda la creación debería hablarse mutuamente. El Salmo 19, mi "salmo favorito de la comunicación" dice: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras".
Si toda la creación se comunica entre sí ¿por qué nosotros no nos podemos entender en casa?
Si quieres ser una mujer que prospera, necesitas encontrar la forma de comunicarte efectiva y transparentemente con tu esposo. Contarle tus triunfos y compartir tus inquietudes. Celebrar las victorias y llorar juntos las derrotas.
Hace muchos años, en algún lugar de los Estados Unidos, creo que en Chicago, escuché al Dr. James Dobson, fundador de Enfoque a la Familia®, hablar sobre las dificultades que tienen las parejas para comunicarse efectivamente. Él decía que una de las raíces del problema es que las mujeres tienen un vocabulario mucho más avanzado que los varones. Las damas, en general, tienen un léxico de unas ochenta mil palabras, mientras que sus esposos solamente cuentan con cuarenta mil. Yo pensé inmediatamente: "El problema que yo tengo es que para cuando llego a mi casa, ya dije mis cuarenta mil palabras, y mi esposa, que se pasó todo el día con los niños, ¡todavía no ha empezado con sus ochenta mil!".
La verdad es que finalmente la ciencia ha descubierto lo que todas las mujeres han sospechado a través de los siglos: ¡los hombres no estamos bien de la cabeza! En su libro Cómo criar a los varones, el Dr. Dobson explica que entre la sexta y la séptima semana de vida, el cerebro de aquellos bebés que han de ser varones sufren un "baño" de la hormona llamada testosterona que, literalmente, daña ciertas zonas del cerebro. Una de estas zonas está asociada con el habla y la comunicación. Es por eso que los varones, en general, nunca alcanzan el nivel de sofisticación en el vocabulario como las niñas y, por ende, les cuesta expresar sus sentimientos.
Si estás casada, lee este poema junto con tu esposo:Cuenta conmigo

Cuenta conmigopor si tuvieras que encontrar algún motivo,
si necesitas algo más que conformarte,si se te ocurre,
por ejemplo, enamorarte.
Aquí me tienes siempre dispuesto a ver el mundo como tú ni lo imaginas,
y si me quieres ver feliz,
y no te animas cierra los ojos al aroma de una rosa mientras mi alma te cuenta cosas.
Cosas que nunca te dijeron hasta ahora...Cuenta conmigo.

Tomado del libro
La mujer que prospera de Dr. Andrés Panasiuk con Melvy de De Leon

jueves, 1 de julio de 2010

Mujeres

Las mujeres tienen fuerzas que asombran a los hombres.
Les asombra que ellas, cargan niños, penas y cosas pesadas, sin embargo tienen espacio para la felicidad, el amor y la alegría.
Ellas sonríen cuando quieren gritar, cantan cuando quieren llorar, están contentas y ríen cuando están nerviosas.
Ellas no aceptan un “no” como respuesta cuando están convencidas que hay una solución. Las mujeres escriben una carta de amor a su pareja y saben perdonar. Son inteligentes y saben de su poder, sin embargo saben usar su lado suave cuando quieren conseguir algo.
Las mujeres se alegran o lloran cuando se enteran de un nacimiento o matrimonio. Saben que un abrazo, un beso y un te amo puede sanar un corazón roto. Una mujer puede lograr, que una mañana, una tarde o una noche romántica sean inolvidables.
Las mujeres vienen en todos los tamaños, colores y formas; viven en casas, cuartos, cabañas. Ellas corren, manejan, caminan o usan el e-mail. El corazón de una mujer es lo que hace girar el mundo.
La belleza de la mujer no está en la ropa que lleve, la figura que tenga o la forma en que se peine.
La belleza de una mujer debe verse en sus ojos, a través de ellos, porque es la puerta de su corazón, el lugar donde el amor reside, también se refleja en su alma .Es el cuidado que ella le da a la pasión para estar con el hombre que ama a quien se entrega inocentemente. Es el cuidado que ella le da a su amado cuando esta enfermo o cuando le prepara una taza de te en las noches de invierno.
La belleza de la mujer con el paso de los años crece hasta el infinito.

Dios hizo la Mujer como un regalo viviente. Mirèmosla y tratèmosla como tal.
Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Genesis 2:22.
Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. Genésis 6:18.