jueves, 28 de julio de 2016

Que plantas?

Resiste

Jehová

Luz

Una cosa que todo cristiano aprende es que existen ciertas cosas que tenemos que aceptar por fe. A pesar de que a todos nos gustaría tener un completo entendimiento de por qué hace Dios las cosas como las hace, o sea, tener un completo entendimiento de como Dios piensa, ninguno de nosotros llegaremos a tal entendimiento [1]. Y cuando llegamos a ese convencimiento, entonces nuestra fe entra en acción, y como todo cristiano fiel ha aprendido a través de diferentes estudios bíblicos y predicaciones, sin fe es imposible agradar a Dios [2]. Así que, por fe todos aquí aceptamos que Dios creó el mundo en seis días, pero se ha preguntado alguna vez, ¿por qué se demoro este espacio de tiempo?
Al hacer esta pregunta no es que estemos cuestionando la palabra de Dios, o que estemos cuestionando el poder de Dios, pero es una pregunta valida. Digo que es una pregunta valida porque si realmente creemos que servimos al Dios omnipotente [3], o sea, que no existe nada que limite Su poder; si servimos al Dios omnipresente [4], o sea, al Dios que esta presente en todo lugar y todo momento; y al Dios omnisciente [5], o sea, que conoce todas las cosas reales y posibles, (estos son los tres atributos exclusivos de Dios), ¿por qué entonces no creo el mundo en un instante? ¿Por qué no lo hizo todo en un chasquido de dedos?
La realidad es que existe una gran razón por la que Dios no creo el mundo en solo un instante, y este será el tema de nuestro estudio bíblico de hoy. Y vamos a basar nuestro estudio principalmente en el libro de Génesis. Debido a que el tiempo que compartimos es limitado, no estaremos leyendo el capitulo completo, sino que usaremos los versículos claves que nos permitirán entender el mensaje que Dios tiene para Su pueblo en el día de hoy. Pero como siempre digo, no dejen de leer y meditar en el capitulo completo durante su tiempo personal de comunión con Dios. Pasemos ahora a la palabra de Dios. 
Génesis 1:1-3 - En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Examinemos estos versículos ahora detalladamente. Deseo que examinemos estos tres pequeños versículos detalladamente, porque en ellos encontramos las respuestas a las preguntas iniciales que hemos hechos, y también responden un buen número de preguntas que con frecuencia invaden nuestra mente, y que en ocasiones sirven para disminuir nuestra fe. Fijémonos bien en la palabra clave de este versículo; la palabra clave es: "...desordenada..." Dile a la persona que tienes a tu lado; la tierra estaba desordenada. Esta palabra sirve de llave para abrir nuestro entendimiento, y nos permite ver una pequeña muestra de cómo Dios piensa. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque no hay que ser un gran erudito o teólogo para ver que estos versículos claramente nos demuestran que Dios es un Dios de orden. Debido a que Dios es omnipotente, Él pudo haber creado el universo, la tierra, las plantas, los animales, el hombre, la mujer, y todo lo demás que podemos encontrar en este mundo con un solo pensamiento en un instante, pero no fue así, Dios creó todo ordenadamente.
Meditemos ahora brevemente en los primeros dos versículos que hemos leído. ¿Le suena conocido esto a alguien aquí? Hago esta pregunta porque cuando meditamos o reflexionamos en estos versículos, creo que encontraremos que son una excelente descripción de como se encontraba nuestra vida antes de llegar a los caminos de Jesús. Es una excelente descripción del estado en que estábamos, antes de recibir a Jesucristo como nuestro Rey y Salvador. ¿Por qué digo esto?
Digo esto porque cuando tomamos el tiempo de reflexionar en nuestra vida, pronto nos daremos cuenta de que estábamos completamente desordenados. Cuando tomamos el tiempo de reflexionar en nuestra vida, pronto nos daremos cuenta de que los poderes de las tinieblas gobernaban nuestro diario vivir y controlaban quiénes éramos. Pensemos en esto por un instante; la mayoría de los cristianos llegamos a los caminos de Dios porque sentíamos un vacio, sentíamos el vacio que solo Dios puede llenar. También existen muchos cristianos que llegaron a los caminos de Dios porque estaban desesperados buscando una solución. En otras palabras, todos los cristianos llegamos a los caminos de Dios cuando nuestra vida estaba en caos, es decir, estábamos perdidos en los afanes de esta vida, y los deseos engañosos de este mundo. Y ¿por qué buscamos de Dios? Buscamos de Dios porque queríamos orden en nuestra vida, queríamos la paz que solo Él nos puede dar [6], buscábamos una solución y la encontramos en el orden de Dios.
Hermanos en muchas ocasiones nosotros presenciamos cosas que nos dejan pensando, presenciamos cosas que nos dejan dudando. En muchas ocasiones se nos queda la pregunta ¿es esto de Dios? ¿Cuantos se han hecho esa pregunta alguna vez? Es una pregunta que todos nos debemos hacer en todo momento, les digo esto porque el enemigo siempre trata de confundirnos, y lo hace de manera sutil [7]. En otras palabras, sus mentiras aparentan ser verdades, y la verdad de Dios aparenta confusa o dudosa. Pero la realidad es que Dios no es un Dios de duda, Dios no es un Dios de confusión [8], Dios no es un Dios de desorden; ¡Dios es un Dios de orden! Todo lo demás es del enemigo. Dios tiene un propósito con cada uno de nosotros, Dios quiere utilizarnos, Dios quiere glorificarse en cada uno de nosotros, pero todo tiene un orden.
Fíjense bien, el primer día Dios separo la luz de las tinieblas, ¿no fue este el caso cuando llegamos a Cristo? En el primer día, ese día cuando aceptamos a Cristo como nuestro Rey y Salvador, Él nos perdono de todo pecado, él levanto las tinieblas de nuestra vida, y pasamos de vivir en tinieblas, confundidos, deprimidos y desordenados a vivir en el reino de Dios. Dile a la persona que tienes a tu lado: existe un orden para todo lo que Él hace. En el primer día Dios creó la luz y separo la luz de las tinieblas, el segundo día Dios separo las aguas de la expansión, el tercer día separo las aguas de la tierra, el cuarto día creo la luna y el sol, el quinto día los peces y las aves, el sexto día creo Dios al hombre y a todos los animales, y en el séptimo día descanso. El relato de la creación es algo que todos siempre debemos mantener en mente, ya que de él descubrimos que Dios no es un Dios que hace las cosas desordenadamente y a lo loco. Sino que todo tiene un orden, un orden perfecto por un ser perfecto.
Como les dije previamente, en el relato de la creación existe un mensaje muy poderoso; en el relato de la creación, podemos encontrar las respuestas a muchos interrogatorios que el enemigo pone en nuestra mente. Digo esto porque como les he predicado en otras ocasiones, el diablo nos puede tentar, pero la decisión final de no hacer lo que desagrada a Dios descansa completamente en nosotros. Pero a pesar de que a través de estudios bíblicos y predicas cristianas hemos escuchado este mensaje numerosas veces, con frecuencia los cristianos permitimos que el enemigo entre nuevamente en nuestra vida para causar caos en lo que Dios había ordenado. En otras palabras, permitimos que la obra que Dios ha iniciado en nosotros, y que esta edificando en nuestra vida, sea destruida o interrumpida, y esto causa que volvamos a sentir el vació que Él había llenado. ¿Cómo podemos evitar que esto suceda? De la única manera que podemos evitar caer en semejante posición es a través de la palabra de Dios, porque la palabra de Dios es lo único que puede mantenernos firmes en nuestra visión [9]. 
La palabra de Dios nos revela lo que es de Dios, y lo que no es de Dios. Solo tenemos que prestar atención y podremos distinguir sin dificultad alguna. En muchas ocasiones nosotros nos desviamos, dejamos de escuchar la voz de Dios, dejamos de hacer Su voluntad. Pero solo con la palabra de Dios podremos recuperarnos de esto. La palabra de Dios fue la que tomo control del desorden que existía en la tierra. La palabra de Dios formo del vació y el desorden, un lugar precioso y lleno de vida. Dios no creo un lugar desolado, no creo un lugar sin orden, Dios creó el mundo con un propósito, creo a toda criatura con un propósito.
Pero como he predicado, en muchas ocasiones nosotros vemos cosas suceder que nos dejan pensando; en muchas ocasiones oímos testimonios que nos dejan confundidos. ¿Son estas cosas de Dios? ¡Absolutamente no! Si lo que hemos visto o escuchado nos deja confundidos, frustrados o causa que dudemos de Su poder y gloria, entonces podemos estar muy seguros que no es de Dios. Si pensamos, hacemos, o actuamos de una manera que nos conduce a violar el orden que Dios ha creado, el orden que Dios ha establecido, entonces tenemos que reconocer que estamos en rebeldía. Y todo cristiano debe saber que la rebeldía tiene su pago [10].
Como he predicado y enseñado en los estudios bíblicos, Dios no quiere que nos apartemos de Su presencia, Dios no quiere que vivamos en discordia. Dios quiere restaurarnos a una relación completa con Él. A través de su palabra Dios nos habla cuando nuestras vidas se encuentran desordenadas y vacías; Él causara que del vació, que del caos, que del desorden algo nuevo sea formado. Dios causara que algo excelente suceda, Su poder, Su amor y Su palabra nos llenara. Él hará con nosotros tal como hizo con la tierra en el principio, de la nada, de lo vació, pasaremos a ser criaturas nuevas [11]. Todo lo que tenemos que hacer es abrazar a Dios, todo lo que tenemos que hacer es permitir que la luz sea separada de las tinieblas. Tristemente, esto es algo que muchos cristianos tienen gran dificultad hacer. Les digo esto porque las tinieblas, es decir la vanagloria, el ego, los celos, la rebeldía, el yo, y todas esas otras cosas que pueden y son consideradas como tinieblas, son cosas difíciles de combatir y superar cuando tratamos de hacerlo usando nuestra propia fuerza. La razón es porque estos son espíritus inmundos que han sido creados y fortificados en nuestra vida a través de los años, y han tomado potestad en nosotros. Y es por eso que tenemos que aprender a reconocerlos por lo que son; espíritus inmundos que solo sirven para causar confusión, división, desorden y rebeldía.
¿Podemos dejar todas estas cosas atrás y servir a Dios humildemente? ¿Podemos abrazar la luz y dejar las tinieblas? ¡Sí! Solo tenemos que permitir que la Palabra de Dios penetre en nuestro corazón, y que nos cree nuevos con Su poder y orden. Dios quiere renovarnos, Dios quiere restaurarnos al nivel que tenemos que llegar para poder ser utilizados. Sin la presencia de Dios en nuestra vida, o si estamos en un estado de rebeldía, entonces estamos igual que la tierra en el principio.
Todos los cristianos, y todo ser humano estamos necesitados de dirección, necesitados del orden que solo Dios puede establecer. No permitamos que el enemigo tome posesión legal en nuestra vida, no permitamos que lo que Dios esta haciendo en nosotros sea detenido o impedido a causa de un demonio mentiroso. Nuestro potencial, lo que Dios quiere y tiene en mente con cada uno de nosotros es mucho más de lo que nos podemos imaginar. Dios puede y quiere causar que nuestras tinieblas se conviertan en luz, y nuestros errores en victorias.
Para concluir. La Palabra nos dice: "...Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz..." Dios envió la luz al mundo, Dios envió a su hijo unigénito para que nunca más estuviésemos perdidos en las tinieblas. Existe un orden divino en este mundo, existe un potencial inmenso en cada uno de nosotros, pero tenemos que estar dispuestos para que Dios lo pueda cultivar.
Tenemos que reconocer esas cosas que en muchas ocasiones nos hacen tropezar. No permitamos que las cosas de este mundo, que los poderes de las tinieblas tomen autoridad en nuestra vida nuevamente. Dios dijo “...Sea la luz; y fue la luz...”, dejemos que la luz sea reflejada en cada uno de nosotros, busquemos el orden de Dios y sirvámosle en obediencia.
[1] Isaías 55:8-9
[2] Hebreos 11:6
[3] Génesis 35:11; Jeremías 32:17, 27; Apocalipsis 19:6
[4] Salmos 139:7-12
[5] 1 Juan 3:20
[6] Filipenses 4:4-7
[7] 2 Corintios 11:14-15
[8] 1 Corintios 14:33
[9] Isaías 55:11
[10] Jeremías 2:19
[11] 2 Corintios 5:17

Una relación

Si

Día

Limpias

Ay

Siempre

miércoles, 27 de julio de 2016

Dios contigo

Escudo

Esperar

Bendiciones

Yo diría que uno de los mayores defectos de un gran número de cristianos, es que no saben reconocer las bendiciones que Dios derrama sobre Su pueblo. Y es exactamente debido a esto que existen muchos que piensan que Dios no les bendice, o que tiene bendición alguna para ellos. Una de las razones, y me atrevo a decir que es la principal, por la que tantos piensan que Dios no les bendice es porque piensan que la bendición tiene que ser material o física. Sin embargo, cuando investigamos un poco el tema y hacemos estudios bíblicos, pronto encontramos que las bendiciones espirituales son superiores a lo material o físico. ¿Por qué digo esto?
La razón por la que les digo que las bendiciones espirituales son superiores a lo material o físico, es porque las bendiciones espirituales son permanentes; las bendiciones espirituales no solamente las podemos recibir y experimentar aquí en la tierra, sino que también las podemos disfrutar en el cielo [1]. Las bendiciones espirituales son para los que realmente aman y siguen a Cristo [2], y permiten ser guiados por el Espíritu Santo. Las bendiciones espirituales son superiores a lo material o físico porque, lo material o físico se puede perder en un abrir y cerrar de ojos; sin embargo, las bendiciones espirituales no se pueden perder o ser arrebatadas de nuestras manos. Las bendiciones espirituales son las que nos traen paz en medio del chaos, y fortalecen nuestra fe [3]. El Espíritu Santo que ahora mora en nosotros, es quien nos fortalece e insta a perseverar y a conquistar todo obstáculo.
No obstante todo esto, todavía existen muchos que piensan que no reciben bendiciones. Así que en la predicación de hoy les expondré una bendición que muchos no han reconocido, o que quizás han menospreciado. En la predicación de hoy vamos a ver la bendición que todo cristiano fiel recibe, y mientras viva en este mundo, continuará recibiendo. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
Mateo 5:11-12 - Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
Estoy seguro que todos aquí reconocen esta porción de la palabra de Dios, como una de las bienaventuranzas, que el Señor predico en el Sermón del Monte [4]. Pero lo que sucede con frecuencia es que muchos no se han dado cuenta que aparte de la salvación, esta es una de las bendiciones más importantes que podemos recibir. Como les dije hace un momento, las bendiciones celestiales y espirituales son superiores a cualquier bendición física o material. Es exactamente por esto que he predicado acerca de este tema en más de una ocasión, y estoy seguro que numerosos predicadores y/o pastores, han presentado estudios bíblicos y predicas cristianas a su congregación referente a este mismo tema. Sin embargo, aun existen numerosos creyentes que no permanecen conscientes de esto, sino más bien que piensan que las bendiciones son manifiestas de forma material o física, dependiendo de la necesidad del individuo. Ahora bien, me detengo aquí para hacer una aclaración. Con lo que les estoy diciendo yo no estoy declarando o implicando, que Dios no nos bendiga materialmente. Dios es soberano, y no existe nadie ni nada que pueda imponerle límites o regulaciones [5]. ¿Qué les estoy diciendo con todo esto?
Lo que les quiero decir es que no existe nada mal en orar al Señor, pidiéndole Su ayuda en cuanto a nuestra prosperidad económica o el bienestar de nuestra familia, etc. Pero al hacer esto, debemos tener mucho cuidado de no acercarnos a Dios con un corazón avaricioso [6], exigiendo cosas que pensamos que tenemos el derecho a recibir. En otras palabras, tenemos que asegurarnos que lo que pidamos sea según la voluntad de Dios y no la nuestra [7]. Esto es esencial en toda oración que hacemos, y el Señor lo declara claramente cuando estaba enseñándole a los discípulos como orar, cuando dijo: “…Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra…” [8]. Y me detengo aquí por un breve momento, porque quiero que noten que dije que el Señor les estaba dando un ejemplo de cómo orar, y no una oración especifica que tenían que repetir una y otra vez, ya que si hubiese dicho esto se estaría contradiciendo [9]. Así que si seguimos el patrón que Jesucristo nos dejo acerca de la oración, pedir la voluntad de Dios en nuestra vida es esencial para ser escuchados, y nos asegura que no estamos exigiendo de Dios lo que pensamos que tenemos el derecho a recibir, sino que le pedimos que sea su voluntad, la cual es agradable y perfecta [10]. Dile a la persona que tienes a tu lado: busquemos la voluntad de Dios.
En muchas ocasiones, como seres humanos al fin, todos llegamos a desanimarnos o desalentarnos, debido a circunstancias o condiciones que se presentan en nuestra vida. En muchas ocasiones llegamos a pensar que estamos solos, que Dios nos ha abandonado, que a Dios no le importa en lo mínimo lo que nos sucede, pero nada de esto es verdad. Dios no se aleja del cristiano fiel, y nos protege en todo momento; sin embargo, esto no quiere decir que no permitirá que a nosotros lleguen tentaciones y ataques del enemigo. Para que entiendan bien lo que les estoy diciendo pasemos ahora a la palabra de Dios en Lucas 22:31 donde leemos: “…Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo…” Este versículo aquí forma parte de cuando Jesús anuncia que Pedro le negaría, y deseo que noten algo aquí de suma importancia. Deseo que noten que Jesús les dijo “…Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo…” En otras palabras, Satanás le pidió permiso a Dios para tentarles, sacudirlos, desanimarles y desalentarles, debido a lo que estaba por pronto acontecer, el aprisionamiento de Cristo y su eventual crucifixión.
Todos tendremos que atravesar por tribulaciones; todos tendremos que atravesar por pruebas de nuestra fe, pero las tribulaciones cumplen un propósito; las tribulaciones fortalecen y refinan nuestra fe [11]. Pero como les dije, Dios no abandona a un cristiano fiel. Fíjense bien lo que dice Lucas 22:32 para que entiendan bien lo que les digo, aquí leemos: “…pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte…” ¿No es esto una gran bendición? Jesús rogo para que la fe de Pedro no fallara, pero como todos sabemos, el miedo causo que a él le fallara la fe en un momento determinado, y negó conocer al Señor [12]. Pero esto no quiso decir que el apóstol se había apartado del Señor para siempre, sino que es un ejemplo de cuán fácil podemos deslizar, y o caer en un momento determinado, ya que una vez que Pedro recapacito de su error continúo con la obra que Jesús les había encomendado [13]. Y hermanos cumplir con la misión que Dios nos ha encomendado no es solo un gran privilegio, sino que es una tremenda bendición. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque en la palabra de Dios encontramos que nos dice que: “…hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente…” (Lucas 15:10). Así que cuando cumplimos con lo que Dios nos ha encomendado, y un pecador se arrepiente logramos que nuestro Padre celestial se deleite.
Y quizás algunos estén pensando, bueno todo esto está muy bien pastor, pero ¿qué paso con la bendición que usted dijo que todo cristiano recibe y que no se ha dado cuenta de ella, o la ha menospreciado?
En los versículos principales de la predicación de hoy vemos que el Señor nos dice: “…Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros…” Para que entiendan bien lo que les deseo decir, examinemos brevemente la palabra “bienaventurados” usada aquí. Bienaventurados es una traducción de la palabra griega “μακάριος” (pronunciada: ma-ká-rre-as), que significa: bendecido, feliz [14]. Ahora permítanme hacer una pregunta, ¿Cuántos aquí han sido criticados, insultados, condenados, y se ha hablado mal de usted, solo por el simple hecho de que te identificas como cristiano? No creo que exista un cristiano fiel que no haya pasado, este pasando, o pasara en el futuro por esto. Mientras más nos fortalezcamos en la palabra de Dios, mientras más perseveremos en buscar la voluntad de Dios en nuestra vida, y mientras más perseveremos en no comprometer nuestra fe, más seremos atacados. Y es durante esos ataques que nuestro Señor y Dios nos bendice. Dile a la persona que tienes a tu lado: el Señor bendice al cristiano fiel.
Existen muchas personas que sufren estos ataques que en ocasiones ceden a las tentaciones del mundo; existen muchos que ceden y se unen a la maldad, corrupción, e inmoralidad que abunda en este mundo, y todo debido a que no quieren atravesar por esos momentos difíciles. Pero cuando adoptamos esta actitud lo que realmente estamos haciendo es rechazar la bendición que Dios desea entregarnos. Como he mencionado en previas predicaciones, un cristiano que no es criticado, maldecido, y aborrecido por el mundo es un cristiano que está haciendo algo mal. Ahora bien, con esto no estoy diciendo que salgamos a ofender, o a buscar peleas con personas; lo que si les estoy diciendo y es algo que no me canso de repetir en mis predicaciones es que no podemos quedarnos callados. A pesar de que hablan pestes de nosotros, a pesar de que nos insulten, maltraten o que hablen mentiras en contra nuestra, no podemos comprometer nuestra fe. Como he dicho y repetido, y continuare repitiendo por el resto del tiempo que el Señor me conceda predicar, al pecado hay que decirle pecado, y a lo malo hay que llamarle malo. De no hacer esto estamos rechazando la bendición espiritual que Dios desea entregarnos. No podemos permitir que nuestra posición como cristianos sea silenciada por el temor a lo que pueda suceder, sino que tenemos que hacer como nos dice la palabra aquí cuando leemos: “…Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos…”
Fíjense bien que la palabra de Dios nos dice aquí: “…vuestro galardón es grande en los cielos…” Esta es la bendición espiritual. La bendición que no puede ser arrebatada de nuestras manos; la bendición que no puede ser robada, y que está guardada para nosotros. Y es por eso que digo que las bendiciones espirituales son las que todos debemos acumular [15]. Si el mundo está hablando mal de nosotros, esto quiere decir que estamos haciendo algo bien ante los ojos de Dios y estamos acumulando riquezas en los cielos. Dile a la persona que tienes a tu lado: tienes riquezas acumuladas en el cielo.
Pero lo que debemos y tenemos que entender es que la bendición espiritual no es algo que podemos forzar; no podemos decir, voy a hacer esto y Dios tendrá que hacer esto otro. Nadie le puede torcer el brazo a Dios. ¿Qué les quiero decir con esto? Lo que les estoy diciendo es que no podemos convertirnos en extremistas, y salir a buscar pleitos con otros, simplemente para que se hable mal de nosotros, que nos critiquen, nos maldigan, etc. Sino que la bendición espiritual llega a nosotros cuando lo que hacemos y decimos, realmente reflejan lo que sentimos en nuestro corazón. ¿Quieres evangelizar? ¿Quieres rebatir las mentiras? ¿Quieres recibir la bendición que esto produce en tu vida? Entonces se paciente, espera y aprende a reconocer las oportunidades que Dios te ofrece para hacerlo, y enseña con humildad [16]. No nos olvidemos de lo que nos dice la palabra de Dios en Proverbios 22:4 cuando leemos: “…Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová…”
Para concluir. Lo material, el materialismo, la avaricia, y lo mundanal evitan que muchos reciban las ricas y abundantes bendiciones espirituales que Dios desea entregarles. Como les dije al inicio, las bendiciones espirituales son superiores a lo material o físico, porque las bendiciones espirituales son permanentes; las bendiciones espirituales no solamente las experimentamos aquí en la tierra, sino que las vamos acumulando en el cielo. Pero de lo que debemos y tenemos que estar conscientes, es de que las bendiciones están reservadas solo para los que realmente aman y siguen a Cristo.
Las bendiciones espirituales son para los que perseveran en no comprometer su fe, y buscan que el Espíritu Santo les guie en todo momento. Lo físico y lo material, puede ser perdido en un instante, pero lo que tenemos acumulado en el cielo jamás será perdido. Ahora pregunto: ¿cuántos han podido ver la bendición que todo cristiano fiel recibe a diario?
[1] Efesios 1:3
[2] Juan 14:15-18
[3] Juan 14:15-17
[4] Mateo 5:1-12
[5] Daniel 4:35; Hechos 4:24
[6] Marcos 7:21-23; Lucas 12:15;
[7] 1 Juan 5:14

Batallas

Planes

No te olvides

Rey

Perfección

Encomienda

viernes, 22 de julio de 2016

No ...

Dios donde esta?

Resultar ser, que un matrimonio tenía dos hijos bastante traviesos, un varón de diez años, y una niña de ocho. Los padres tenían bastante problemas controlando a los niños, y decidieron acudir al pastor de su iglesia para que él les aconsejara, y les hablara a los niños. El pastor pronto accedió, les dio varios consejos, y les indico que les trajesen a los niños para hablar con ellos.
Al día siguiente trajeron al varón a la iglesia, y le dijeron que entrara a la oficina del pastor. Cuando el niño entró en la oficina, vio al pastor sentado detrás de su escritorio, con una cara muy seria e intimidante, y el pastor le dijo que se sentara en la silla delante del escritorio; el niño un poco asustado, inmediatamente obedeció. Entonces en un tono bastante fuerte el pastor le dijo: ¿dónde está Dios? El niño no contestó nada, y se hizo un silencio muy grande en la oficina. El pastor nuevamente le pregunto: ¿dónde está Dios? Pero el silencio se hacía aún mayor; esto sucedió dos veces. El pastor miraba al niño con una cara muy seria e intensa, y cuando estaba a punto de hacer la pregunta nuevamente, el niño se levantó de su silla y huyó de la oficina corriendo.
Corrió tan rápido que sus piececitos casi no tocaban el suelo, y cuando llegó a su casa, corriendo subió las escaleras hasta llegar a la habitación de su hermana, y con una voz muy alarmada le dijo: ¡estamos en tremenda candela! Y ella respondió: ¿Por qué, qué pasó? Y él le respondió: se ha perdido Dios y nos están echando la culpa a nosotros.
Cuando escuche este chiste por primera vez, pensé que era algo bien cómico, pero la realidad es que este breve momento de humor, refleja muy bien una pregunta hecha por tanto creyentes, como no creyentes en determinados momentos. Así que el tema principal de la predicación de hoy será explorar la pregunta: ¿dónde esta Dios?

Juan 14:15-21 - Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. 19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. 20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. 21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
Como he predicado en otras ocasiones, lo que esta sucediendo en el mundo de hoy, son eventos que nos dejan bastante preocupados y alarmados. Hoy en día estamos viendo acontecer cosas que nos roban la paz, nos desaniman, y que tratan de matar nuestro espíritu. Y debido a la tecnología avanzada que el hombre ha desarrollado, hoy en día podemos ver estos eventos suceder en vivo. ¿Cuántos han visto las noticias acerca de las personas en Siria, que se están muriendo de hambre debido a la guerra? Las imágenes de niños muriéndose de hambre, y de madres cocinando hierbas, hojas de árboles, y flores para tratar de alimentarles es algo que te rompe el corazón [1].
Como les dije, vivimos en un mundo donde están aconteciendo cosas capaces de deprimir a cualquiera, especialmente a los débiles en la fe. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque si no estamos fortalecidos en la fe, si no estamos parados firme sobre la roca (la palabra de Dios), entonces al enemigo se le hará muy fácil sembrar la semilla de duda en nuestra mente, la cual producirá que lleguemos a pensar que Dios nos ha abandonado, y hasta dudaremos de la misma existencia de Dios. Y poner en duda la mismísima existencia de Dios, es exactamente lo que el mundo hace en todo momento. Y es por eso que no es fuera de lo común escuchar como muchos dicen: “¿Qué dios permite que esto suceda?” o quizá “Si existiera un dios, él no permitiría que estas atrocidades sucedieran.” ¿Han escuchado estos comentarios o comentarios similares alguna vez?
La realidad es que este tipo de comentario, o cosas similares, son comentarios que se escuchan con frecuencia, especialmente en estos días, debido a los acontecimientos tan brutales y sanguíneos que han sucedido alrededor del mundo, y hasta en esta misma nación. Y desdichadamente, estos tipos de comentarios no se limitan tan solo al mundo, es decir, a los que no han aceptado a Cristo como su rey y salvador personal, sino que con frecuencia se escuchan de personas que profesan ser cristianos. ¿Por qué sucede esto?
La razón por la que esto sucede, es porque no toda persona que profesa ser cristiano se encuentra espiritualmente saludable. No todos los que profesan ser cristianos poseen una fe capaz de vencer las pruebas y tribulaciones, sin cuestionar el propósito de Dios. Y nuestro adversario se aprovecha de la fe debilitada, para conducir al creyente a dudar de la presencia, y/o existencia de Dios. Pero, ¿está el creyente desamparado como el diablo quiere que pensemos? ¿Ha Dios abandonado a Su pueblo para que nos enfrentemos a estas situaciones sin la menor esperanza de vencer? La respuesta es un absoluto ¡NO! ¿Cómo puedo estar tan seguro de esto? Continuemos ahora con nuestro estudio de hoy para que vean porqué puedo decir esto con tanta autoridad.
En los versículos que estamos estudiando hoy vemos que el Señor nos dice: “…Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros…” Como podemos apreciar, el Señor nos dice claramente que los cristianos no estamos solos y desamparados. Él nos dice claramente que Él siempre está con nosotros. Pero en estos versículos también encontramos que existe una condición para que podamos experimentar Su constante presencia. Fíjense bien como Él nos dice cuando leemos “…Si me amáis, guardad mis mandamientos...” ¿Pero qué quiere decir esto? ¿Qué significa amar a Cristo?
Cuando se habla del amor se esta hablando acerca del sentimiento más fuerte que el ser humano puede poseer, y existen diferentes tipos y niveles. Por ejemplo, existe el amor de una madre, el amor de un padre, el amor de una esposa, el amor de un esposo, el amor de un hermano, etc. Existen diferentes tipos de amor, pero lo que todos tienen en común es que según el nivel, o tipo de amor que sentimos, esto nos conduce a actuar de manera específica. ¿Qué quiero decir con esto?
El amor significa que en muchas ocasiones tendremos que tragarnos nuestro orgullo, que tendremos que perdonar ofensas que nos han herido, que tendremos que continuar resistiendo o soportando una situación cuál nos pueda causar una molestia. El amor genuino es algo que vence toda oposición, y es algo que no puede ser detenido por una circunstancia o situación [2]. Entonces amar a Cristo significa que estamos dispuestos a servirle en todo momento; que estamos dispuestos a que pase lo que pase, y salga el sol por donde salga, permitiremos que Dios ocupe el primer lugar en nuestra vida.
Amar a Cristo significa que no dudaremos de Su poder, Su majestad y gloria. Amar a Cristo es testificar que Él vive; amar a Cristo es demostrar a través de nuestro comportamiento y actitud, que vivimos siguiendo Sus pasos [3]. Nuestros Señor conoce muy bien el significado de está palabrita tan corta, pero tan poderosa [4], ya que el amor que Dios sintió, y siente por su creación, es lo único que motivo al Padre a enviarnos la salvación por mediación de la sangre de Su Hijo amado. Y este mismo amor fue el que motivo que Jesucristo nos enviara al Espíritu Santo para que nunca estuviésemos solos.
Estos versículos nos dicen claramente: “…No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros….” Dile a la persona que tienes a tu lado, no estamos solos. Pero para poder experimentar la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, tenemos que amar a Dios de la misma manera que Él nos ama. Esto significa que tenemos que permitir que Dios ocupe el primer lugar en todo lo que somos. Esto significa que tomaremos el tiempo de pensar, antes de reaccionar o tomar una determinación. Esto significa que antes de hacer algo nos preguntaremos como dice ese lema: ¿Qué haría Jesús?, (What would Jesus do?). En otras palabras, tenemos que tomar el tiempo de escuchar la voz del Espíritu Santo que ahora mora en nosotros, quien es el que nos guía y da convicción en todo momento. Tenemos que permitir que el Espíritu Santo detenga esa voz interna de la carne, que constantemente trata de guiarnos hacia la rebeldía, la ira, y la duda.
El Señor aquí nos dice: “…El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él...” Esto es promesa de Dios, así que cuando sentimos un amor genuino por Él, entonces sentiremos Su presencia en nuestra vida. Pero la pregunta es, ¿cómo podemos desarrollar este amor?
Para contestar esta pregunta solo tenemos que pensar en cómo se desarrolla el amor entre las parejas. Reflexionemos en esto por un momento para determinar si lo que les digo tiene sentido. ¿Qué es lo primero que sucede entre las parejas? Lo primero que sucede es que existe una atracción mutua, al hombre le agrada la mujer, y a la mujer le agrada el hombre. Pero para que esta atracción inmediata se convierta en amor, la pareja tiene que conocerse. Después de todo, es imposible amar a una persona genuinamente sin antes conocerle; pensemos en esto y veremos que es verdad.
¿Podemos decir con franqueza, que amamos al señor Hernando que vive en California? Primero de todo sé que todos se están preguntando ¿quién es Hernando?, y este es el punto que les quería hacer. Hermanos antes de que podamos amar a alguien, primero tenemos que conocerle. Así que antes de que podamos amar a Cristo, primero tenemos que conocerle. Es por esta razón que todos tenemos que buscar más de Dios, tenemos que abandonar nuestros caminos, pensamientos y opiniones, y buscar de Él [5]. De no hacer esto, entonces se nos hará muy fácil distorsionar la verdad, se nos hará muy fácil apartarnos de Su camino, y se le hará bien fácil al enemigo destituirnos de la presencia de Dios. Si no estamos buscando más de Él, si no estamos tratando de conocerle más y más, pues entonces nunca tendremos un encuentro genuino con Él, nunca llegaremos a amarle. Pero, ¿cómo podemos conocerle?
Podemos conocerle, haciendo lo mismo que hicimos cuando primero conocimos a nuestra pareja. Para conocer quién es Él, tenemos que dedicarle tiempo a la palabra de Dios. Dile a la persona que tienes a tu lado: Cristo es un libro abierto. No existe nada escondido acerca de Cristo; así que podemos conocerle estudiando, y meditando en la palabra de Dios. Pero existe otro aspecto de suma importancia en el proceso, que no puede ser ignorado o sobrevisto, este aspecto es la comunicación. Al igual que nosotros apartamos tiempo para hablar, y compartir tiempo a solas con nuestra otra mitad, y al igual apartamos tiempo para hablar, y compartir tiempo con aquellos que amamos, tenemos que apartar tiempo para comunicarnos y compartir tiempo con Dios.
Tenemos que llegar ante Su presencia en oración y súplica, presentándole nuestros temores, y preocupaciones. Tenemos que llegar ante Su presencia presentándole nuestras alabanzas y adoraciones. Al igual que apartamos tiempo para pasar tiempo a solas con nuestra otra mitad para conocerle mejor, tenemos que pasar tiempo a solas con Dios. Apaga el teléfono, apaga el televisor o la radio; en otras palabras, apaga al mundo, y dedícale tiempo a solas con Dios. Dile a la persona que tienes a tu lado: apaga al mundo y enciende a Dios.
Aunque es verdad que de la única manera que podremos conocer a Cristo es a través de la palabra de Dios, para llegar a conocerle verdaderamente existe algo que tenemos que hacer. La realidad es que conocer la palabra de Dios no es suficiente. Si decimos que amamos a Cristo tenemos que hacer más que esto; si verdaderamente amamos a Cristo no solamente conoceremos Su palabra, sino que caminaremos en Su palabra en todo tiempo [6]. Una persona que verdaderamente ama a Cristo tiene que servir de ejemplo en este mundo de maldad [7]. Lo que sucede es que existen muchas personas que profesan ser creyentes, pero que nunca han tenido un verdadero encuentro con Cristo, nunca han sentido un amor genuino y profundo por Él. No permitas que esto suceda en tu vida, porque de permitir esto, entonces se te hará muy difícil guardar Sus mandamientos.
Para concluir. La pregunta que muchos se hacen al ver los eventos horribles que acontecen, y al atravesar por situaciones difíciles siempre es ¿dónde esta Dios? Pero la gran realidad es que Dios no está lejos de nadie. Dios está aquí presente en este mismo momento [8]. Dios esta presente entre nosotros y disponible para toda persona que desee acercarse a Él. Dios esta aquí presente para escuchar nuestras preocupaciones, y temores, para perdonar nuestros pecados, para restaurar nuestra vida, y para reforzar nuestra firmeza. Pero existe una condición que debemos cumplir si queremos que siempre esté presente, tenemos que amarle y guardar sus mandamientos.
Tenemos que amarle con el mismo amor que Él siente por nosotros. Tenemos que dejar que Él ocupe el primer lugar en nuestra vida. El mundo no le conoce, el mundo no puede creer en Él porque no le pueden ver, pero nosotros, los creyentes, los verdaderos cristianos, no nos hace falta verle. No nos hace falta verle porque nosotros vivimos por fe, y le sentimos; “…el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros…” Nosotros sentimos la presencia de nuestro Dios, y cuando desarrollamos un verdadero amor por Él, vemos su gloria, majestad, y poder, en todas las circunstancias en nuestra vida.
No permitamos que el enemigo implante duda en nuestra mente, porque de hacer esto le estamos permitiendo que nos aparte de la presencia de Dios. Recordemos siempre que el enemigo desea que nos sintamos solos y desamparados, pero todo el que verdaderamente ama a Dios no esta solo, y nunca lo estará porque Cristo siempre está con nosotros. ¿Dónde esta Dios? ¡Él esta aquí!
Dios está aquí muy profundo dentro de mi corazón, Él es todo lo que soy y lo que puedo ser. Recordemos siempre sus palabras: “…El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él...” Pero ahora les dejo con una pregunta para reflexionar, ¿Dónde esta Dios en tu vida?

Estad

Palabra permanece

A veces

Alto

Airado

Regar y esperar

Aclamad

Templo

Las tres bendiciones inmediatas que las oraciones desatan, (paz, liberación, y milagros), ¿amén? Pero antes de que podamos comenzar a recibir todas esas bendiciones, existe algo muy importante que debemos hacer.
Como todos sabemos, en la antigüedad en Jerusalén existía el Templo de Dios, y peregrinos judíos de todas las regiones viajaban al Templo en el día de expiación, para ofrecer sacrificios a Dios, y experimentar un acercamiento a Él. Sin embargo, a pesar de que según la ley podían hacer sacrificios para la expiación de los pecados. [1], nadie podía llegar al lugar santísimo, es decir, al lugar donde habitaba Dios, excepto el sumo sacerdote [2]. El lugar santísimo, esto es el lugar donde descansaba el arca del testimonio, estaba dividido del resto del Templo por un velo [3]. Pero este velo, es decir, la división que existía entre la presencia de Dios y el hombre, fue eliminado por la sangre de Jesucristo que fue derramada por ti y por mí en la cruz del calvario [4]. Desde ese entonces en adelante, el Templo de Dios fue transferido a un lugar muy especial, el Templo de Dios somos todos los que hemos hecho un compromiso con Dios, y perseveramos vivir en santidad [5]. ¿Por qué les he recordado todo esto?

La razón por la que les he recordado todo esto, es porque antes de que podamos experimentar las bendiciones y la presencia de Dios en nuestra vida, lo primero que tenemos que hacer es edificar, y/o restablecer y limpiar el Templo de Dios. ¿Por qué digo que esto es lo primero que tenemos que hacer? La razón por la que digo que esto es lo primero que tenemos que hacer, es porque como nos dice la palabra de Dios claramente, Él es santo y no puede compartir con el pecado [6]. Hermanos, el pecado causa que vuelva a existir esa división de Dios, que Jesús vino a eliminar [7].
Hoy vamos a estudiar el periodo en la historia antes de que existiera el Templo, cual fue el primero edificado por el rey Salomón, (hijo de David), para reemplazar el Tabernáculo como el único centro de culto para el pueblo judío. Y en nuestro estudio encontraremos la necesidad tan grande que existe de construir el Templo de Dios en nuestra vida, ya que las falsas doctrinas abundan, y son muchos los que a diario caen enredados en ellas. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
1 Crónicas 22:11-16 - Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti. 12 Y Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios. 13 Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes. 14 He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová cien mil talentos de oro, y un millón de talentos de plata, y bronce y hierro sin medida, porque es mucho. Asimismo he preparado madera y piedra, a lo cual tú añadirás. 15 Tú tienes contigo muchos obreros, canteros, albañiles, carpinteros, y todo hombre experto en toda obra. 16 Del oro, de la plata, del bronce y del hierro, no hay cuenta. Levántate, y manos a la obra; y Jehová esté contigo.
Ahora bien, como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve resumen de historia. Lo principal que deseo que sepan es que en el primer libro de Crónicas encontramos que David llegó a ser rey sobre todo Israel [8], y que tomó la ciudad de Jerusalén [9]. También vemos que Dios le promete bendiciones a él y la nación, pero que no se le permite construir el Templo [10].
Así que en lugar de comenzar la construcción, David comienza a hacer los preparativos reuniendo el dinero y los materiales necesarios [11]. Lo que también vemos muy bien reflejado en este libro es que a pesar de tropezar y caer de vez en cuando, David caminaba paso a paso con Dios [12], queriendo sinceramente ser obediente. Lo que aprendemos de este siervo, a través de su éxitos y fracasos, es la importancia de entregarle todo nuestro corazón a Dios, y permitir que Él sea el centro de nuestras vidas, luchando cada día para ser consistentes en obediencia a Su voluntad. Con estos detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.
Lo primero que encontramos aquí es que se nos dice: “…Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti. 12 Y Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios…” Aquí encontramos las instrucciones que David le dio a su hijo Salomón para que edificara el Templo, pero estas palabras nos hablan a nosotros con el mismo metal que le hablaron a Salomón. Permítanme explicarme un poco.
¿Cuántos han escuchado acerca del movimiento de la prosperidad? La realidad es que este movimiento es bastante popular, y muchos son los que caen atrapados en él, especialmente en tiempos financieros difíciles como por los que esta atravesando el mundo de hoy. Según lo que estos falsos maestros predican y enseñan, es que la voluntad de Dios es que todos seamos ricos, algo que va totalmente contra la palabra de Dios, ya que el mismo Señor nos dice: “…Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis….” (Marcos 14:7).
También enseñan que el que no diezma no prospera, y que para recibir hay que sembrar. Pero la realidad de todo es que nada de esto es cierto, y estas doctrinas solo sirven para enriquecer a los pastores, ministros, y evangelistas que la esparcen. Lo que estas personas están haciendo es explotar la ingenuidad de cristianos sinceros, quienes son convencidos a entregar su dinero con el énfasis en que recibirán bendiciones materiales. En otras palabras, esta doctrina conduce a muchos buscar lo material, en vez de buscar lo espiritual [13]. ¿Cuánto desean realmente prosperar en todo lo que hacen? Definitivamente no prosperaran porque diezmen u ofrendan.
Claro esta en que toda congregación necesita el aporte financiero de sus feligreses para mantener las puertas abiertas de un templo, pero esto es algo que nunca se puede exigir ni demandar, sino que se tiene que dejar en las manos de Dios. Él es quien da convicción, Él es quien dirige la obra, y solo en Él debemos confiar. Dile a la persona que tienes a tu lado: no te dejes engañar. ¿Quieres realmente prosperar?
Escucha: “…Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes. 14 He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová cien mil talentos de oro, y un millón de talentos de plata, y bronce y hierro sin medida, porque es mucho. Asimismo he preparado madera y piedra, a lo cual tú añadirás…”
Creo que aquí todos podemos ver la respuesta a nuestra pregunta. Si quieres realmente prosperar, lo primero que tienes que hacer es edificar, reconstruir, fortalecer, y/o limpiar el Templo de Dios. En otras palabras, tenemos que “…poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó…” Esto significa que seremos hacedores de la palabra, y no tan solo oidores de ella. Esto significa que día a día perseveraremos en la obediencia a Dios, que día a día batallaremos en contra de ese enemigo despiadado y cruel, que busca separarnos de la presencia de Dios a través de las tentaciones. ¿Cómo podemos vencer? La palabra nos dice: “…Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes…” ¿Qué quiere decir esto?
Esforzarse significa perseverar en la palabra de Dios, algo que en ocasiones se nos hace difícil a todos. Sin embargo, tenemos que cobrar ánimo, es decir, no podemos permitir que las circunstancias que nos rodean impidan o interrumpan nuestra relación con Dios. No podemos temerle a nada, ya que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía [14], así que tenemos que enfrentar las situaciones que se presentan completamente confiados en el poder y majestad de Dios.
El temor destruye, y si desmayamos esto significa que le estamos cediendo territorio al enemigo, y esto es algo que como cristianos fieles nunca podemos hacer. Así que despierta al que tienes a tu lado y dile: no desmayes.
Preparar el Templo de Dios no es fácil, y nunca se lograra sin esfuerzo. David dijo: “…yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová…” Y si realmente deseamos edificar el Templo de Dios, tenemos que hacerlo con gran esfuerzo. Digo que tomara gran esfuerzo porque esto significa que tenemos que dejar de conformarnos a las cosas del mundo, y renovar nuestra manera de pensar [15]. Tomara gran esfuerzo porque esto significa que tendremos que dejar de ser quienes somos, y perseverar en ser más como Cristo [16].
David había hecho las preparaciones para edificar el Templo, pero quiero que notemos algo que él dijo que es de suma importancia. Aquí vemos que él dijo: “…a lo cual tú añadirás…” ¿Qué significa esto? Lo que David le estaba diciendo a Salomón, es que a pesar de que él había tomado el tiempo de recaudar las finanzas y los materiales necesarios para la construcción del Templo, para poder terminarlo completamente, siempre existirían cosas que Salomón tendría que añadir. Y este mismo principio es algo que se aplica a todos nosotros. ¿Cómo así?
Cuando realmente buscamos fortalecer, construir, y/o limpiar el Templo de Dios, siempre existirán cosas que tenemos que añadir. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque la iglesia es donde nos reunimos para escuchar y aprender de la palabra de Dios; en la iglesia es donde nos reunimos para alabar y bendecir a Dios, pero ninguno de nosotros vivimos aquí. Dentro de este Templo oramos, alabamos, bendecimos el nombre de Dios, y nos fortalecemos los unos a los otros, pero si realmente deseamos edificar el Templo de Dios, entonces tenemos que poner mucho más de nuestra parte. Con asistir a los servicios no es suficiente; a nuestra vida tenemos que añadirle el tiempo de meditación, reflexión, y oración en nuestros hogares. Así que dile a la persona que tienes a tu lado: “…a lo cual tú añadirás…”
Continuando con nuestro estudio encontramos que David dijo: “…Tú tienes contigo muchos obreros, canteros, albañiles, carpinteros, y todo hombre experto en toda obra. 16 Del oro, de la plata, del bronce y del hierro, no hay cuenta. Levántate, y manos a la obra; y Jehová esté contigo….” Aquí vemos que David le estaba detallando todos los recursos que Salomón tenía a su disposición para la edificación del Templo. Pero, ¿cómo se aplica esto a nosotros?
Bueno, aquí vemos que se habla de muchos obreros, y de oro, plata, bronce y demás. En otras palabras, aquí vemos una abundancia de valiosos recursos que David había acumulado para la edificación del Templo, pero al igual que David ahora le entregaba estos recursos a Salomón, Dios le ha entregado a su iglesia valiosísimos recursos para la edificación del Templo. ¿Qué recursos nos ha entregado Dios?
El primer recurso que tenemos es la iglesia. Como les mencione previamente, la iglesia es donde venimos entrar en comunión con Dios, los unos con los otros. Esta comunión es la que nos estimula a las buenas obras [17]. Pero con frecuencia este es un recurso que muchos tienden a ignorar, o no se han dado cuenta de lo valioso que es. ¿Por qué digo que es valioso? Digo que es extremadamente valioso porque como nos prometió el Señor: “…donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos…” (Mateo 18:20). ¿No es esto lo más valioso que puede existir en todo el universo? Despierta al que tienes a tu lado y dile: Cristo esta aquí entre nosotros.
El segundo recurso valioso que tenemos es la palabra de Dios. Dios nos ha entregado Su palabra para equiparnos y guiarnos hacia la voluntad de Dios en todo momento [18]. La palabra de Dios es la que nos da convicción de error y pecado [19], y lo único que nos fortalece para poder cambiar nuestra vida [20]. La palabra de Dios es nuestro alimento y sustento [21]. Y es por eso que les mencione previamente que tenemos que tomar el tiempo de meditar y reflexionar en ella.
El tercer recurso valioso que tenemos es la oración. Y de este recurso hablamos la semana pasada. Como les mencione, la oración es la única arma capaz de derrotar las obras del enemigo, y a través de la oración recibimos tres bendiciones inmediatas, (paz, liberación, milagros). Pero además de esto, el Señor nos ha hecho grandes promesas referentes a la oración, y entre una de ellas vemos que el Señor nos dice: “…Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?..” (Mateo 7:7-11).
Para concluir. A través de Su palabra, y por la convicción que el Espíritu Santo nos da, todos estamos llamados a edificar el Templo de Dios. Muchos buscan recibir bendiciones, pero no están dispuestos a purificar, fortalecer, y/o limpiar el Templo del Espíritu Santo, yo te digo, no cometas este error.
A través de gran esfuerzo David le proporciono a Salomón los recursos que él necesitaría para edificar, y Dios te ha proporcionado a ti todos los recursos necesarios para que tú también puedas edificar Su Templo. Siempre existirán cosas que trataran de interrumpir nuestra edificación, pero a pesar de las circunstancias que nos puedan rodear, nuestra atención siempre tiene que estar enfocada en Dios. Él es quien nos entrega la victoria, Él es quien nos guía, y solo Él es quien te entrega la salvación.
En nuestra historia de hoy el Templo aun no había sido edificado, pero todas las preparaciones estaban hechas. En el día de hoy, el Templo de Dios ya fue edificado por la sangre de Jesucristo en la cruz. El templo de Dios somos cada uno de nosotros que le hemos aceptado, y vivimos para Él. Pero en muchas ocasiones este templo no esta en las condiciones adecuadas. La realidad es que toda construcción necesita mantenimiento, y siempre encontraremos algo que añadir. Así que te digo en el día de hoy, es hora de edificar.
No permitas que la obra que Dios ha iniciado en tu vida se derrumbe; no permitas que el diablo dirija tus acciones, emociones y pensamientos. Tú eres el único capaz de detenerle, y declarar la victoria en tu vida. Recuerda que Dios te ayuda, pero la decisión final es tuya.
Así que como le dijo David a Salomón, te digo hoy a ti: “…¡Levántate, y manos a la obra…!” No permanezcas caído, o sirviendo a mitad.
Esfuérzate, y edifica, fortalece, y/o limpia Su templo hoy.