viernes, 22 de julio de 2016

Templo

Las tres bendiciones inmediatas que las oraciones desatan, (paz, liberación, y milagros), ¿amén? Pero antes de que podamos comenzar a recibir todas esas bendiciones, existe algo muy importante que debemos hacer.
Como todos sabemos, en la antigüedad en Jerusalén existía el Templo de Dios, y peregrinos judíos de todas las regiones viajaban al Templo en el día de expiación, para ofrecer sacrificios a Dios, y experimentar un acercamiento a Él. Sin embargo, a pesar de que según la ley podían hacer sacrificios para la expiación de los pecados. [1], nadie podía llegar al lugar santísimo, es decir, al lugar donde habitaba Dios, excepto el sumo sacerdote [2]. El lugar santísimo, esto es el lugar donde descansaba el arca del testimonio, estaba dividido del resto del Templo por un velo [3]. Pero este velo, es decir, la división que existía entre la presencia de Dios y el hombre, fue eliminado por la sangre de Jesucristo que fue derramada por ti y por mí en la cruz del calvario [4]. Desde ese entonces en adelante, el Templo de Dios fue transferido a un lugar muy especial, el Templo de Dios somos todos los que hemos hecho un compromiso con Dios, y perseveramos vivir en santidad [5]. ¿Por qué les he recordado todo esto?

La razón por la que les he recordado todo esto, es porque antes de que podamos experimentar las bendiciones y la presencia de Dios en nuestra vida, lo primero que tenemos que hacer es edificar, y/o restablecer y limpiar el Templo de Dios. ¿Por qué digo que esto es lo primero que tenemos que hacer? La razón por la que digo que esto es lo primero que tenemos que hacer, es porque como nos dice la palabra de Dios claramente, Él es santo y no puede compartir con el pecado [6]. Hermanos, el pecado causa que vuelva a existir esa división de Dios, que Jesús vino a eliminar [7].
Hoy vamos a estudiar el periodo en la historia antes de que existiera el Templo, cual fue el primero edificado por el rey Salomón, (hijo de David), para reemplazar el Tabernáculo como el único centro de culto para el pueblo judío. Y en nuestro estudio encontraremos la necesidad tan grande que existe de construir el Templo de Dios en nuestra vida, ya que las falsas doctrinas abundan, y son muchos los que a diario caen enredados en ellas. Pasemos ahora a la palabra de Dios.
1 Crónicas 22:11-16 - Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti. 12 Y Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios. 13 Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes. 14 He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová cien mil talentos de oro, y un millón de talentos de plata, y bronce y hierro sin medida, porque es mucho. Asimismo he preparado madera y piedra, a lo cual tú añadirás. 15 Tú tienes contigo muchos obreros, canteros, albañiles, carpinteros, y todo hombre experto en toda obra. 16 Del oro, de la plata, del bronce y del hierro, no hay cuenta. Levántate, y manos a la obra; y Jehová esté contigo.
Ahora bien, como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve resumen de historia. Lo principal que deseo que sepan es que en el primer libro de Crónicas encontramos que David llegó a ser rey sobre todo Israel [8], y que tomó la ciudad de Jerusalén [9]. También vemos que Dios le promete bendiciones a él y la nación, pero que no se le permite construir el Templo [10].
Así que en lugar de comenzar la construcción, David comienza a hacer los preparativos reuniendo el dinero y los materiales necesarios [11]. Lo que también vemos muy bien reflejado en este libro es que a pesar de tropezar y caer de vez en cuando, David caminaba paso a paso con Dios [12], queriendo sinceramente ser obediente. Lo que aprendemos de este siervo, a través de su éxitos y fracasos, es la importancia de entregarle todo nuestro corazón a Dios, y permitir que Él sea el centro de nuestras vidas, luchando cada día para ser consistentes en obediencia a Su voluntad. Con estos detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.
Lo primero que encontramos aquí es que se nos dice: “…Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti. 12 Y Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios…” Aquí encontramos las instrucciones que David le dio a su hijo Salomón para que edificara el Templo, pero estas palabras nos hablan a nosotros con el mismo metal que le hablaron a Salomón. Permítanme explicarme un poco.
¿Cuántos han escuchado acerca del movimiento de la prosperidad? La realidad es que este movimiento es bastante popular, y muchos son los que caen atrapados en él, especialmente en tiempos financieros difíciles como por los que esta atravesando el mundo de hoy. Según lo que estos falsos maestros predican y enseñan, es que la voluntad de Dios es que todos seamos ricos, algo que va totalmente contra la palabra de Dios, ya que el mismo Señor nos dice: “…Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis….” (Marcos 14:7).
También enseñan que el que no diezma no prospera, y que para recibir hay que sembrar. Pero la realidad de todo es que nada de esto es cierto, y estas doctrinas solo sirven para enriquecer a los pastores, ministros, y evangelistas que la esparcen. Lo que estas personas están haciendo es explotar la ingenuidad de cristianos sinceros, quienes son convencidos a entregar su dinero con el énfasis en que recibirán bendiciones materiales. En otras palabras, esta doctrina conduce a muchos buscar lo material, en vez de buscar lo espiritual [13]. ¿Cuánto desean realmente prosperar en todo lo que hacen? Definitivamente no prosperaran porque diezmen u ofrendan.
Claro esta en que toda congregación necesita el aporte financiero de sus feligreses para mantener las puertas abiertas de un templo, pero esto es algo que nunca se puede exigir ni demandar, sino que se tiene que dejar en las manos de Dios. Él es quien da convicción, Él es quien dirige la obra, y solo en Él debemos confiar. Dile a la persona que tienes a tu lado: no te dejes engañar. ¿Quieres realmente prosperar?
Escucha: “…Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes. 14 He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová cien mil talentos de oro, y un millón de talentos de plata, y bronce y hierro sin medida, porque es mucho. Asimismo he preparado madera y piedra, a lo cual tú añadirás…”
Creo que aquí todos podemos ver la respuesta a nuestra pregunta. Si quieres realmente prosperar, lo primero que tienes que hacer es edificar, reconstruir, fortalecer, y/o limpiar el Templo de Dios. En otras palabras, tenemos que “…poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó…” Esto significa que seremos hacedores de la palabra, y no tan solo oidores de ella. Esto significa que día a día perseveraremos en la obediencia a Dios, que día a día batallaremos en contra de ese enemigo despiadado y cruel, que busca separarnos de la presencia de Dios a través de las tentaciones. ¿Cómo podemos vencer? La palabra nos dice: “…Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes…” ¿Qué quiere decir esto?
Esforzarse significa perseverar en la palabra de Dios, algo que en ocasiones se nos hace difícil a todos. Sin embargo, tenemos que cobrar ánimo, es decir, no podemos permitir que las circunstancias que nos rodean impidan o interrumpan nuestra relación con Dios. No podemos temerle a nada, ya que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía [14], así que tenemos que enfrentar las situaciones que se presentan completamente confiados en el poder y majestad de Dios.
El temor destruye, y si desmayamos esto significa que le estamos cediendo territorio al enemigo, y esto es algo que como cristianos fieles nunca podemos hacer. Así que despierta al que tienes a tu lado y dile: no desmayes.
Preparar el Templo de Dios no es fácil, y nunca se lograra sin esfuerzo. David dijo: “…yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová…” Y si realmente deseamos edificar el Templo de Dios, tenemos que hacerlo con gran esfuerzo. Digo que tomara gran esfuerzo porque esto significa que tenemos que dejar de conformarnos a las cosas del mundo, y renovar nuestra manera de pensar [15]. Tomara gran esfuerzo porque esto significa que tendremos que dejar de ser quienes somos, y perseverar en ser más como Cristo [16].
David había hecho las preparaciones para edificar el Templo, pero quiero que notemos algo que él dijo que es de suma importancia. Aquí vemos que él dijo: “…a lo cual tú añadirás…” ¿Qué significa esto? Lo que David le estaba diciendo a Salomón, es que a pesar de que él había tomado el tiempo de recaudar las finanzas y los materiales necesarios para la construcción del Templo, para poder terminarlo completamente, siempre existirían cosas que Salomón tendría que añadir. Y este mismo principio es algo que se aplica a todos nosotros. ¿Cómo así?
Cuando realmente buscamos fortalecer, construir, y/o limpiar el Templo de Dios, siempre existirán cosas que tenemos que añadir. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque la iglesia es donde nos reunimos para escuchar y aprender de la palabra de Dios; en la iglesia es donde nos reunimos para alabar y bendecir a Dios, pero ninguno de nosotros vivimos aquí. Dentro de este Templo oramos, alabamos, bendecimos el nombre de Dios, y nos fortalecemos los unos a los otros, pero si realmente deseamos edificar el Templo de Dios, entonces tenemos que poner mucho más de nuestra parte. Con asistir a los servicios no es suficiente; a nuestra vida tenemos que añadirle el tiempo de meditación, reflexión, y oración en nuestros hogares. Así que dile a la persona que tienes a tu lado: “…a lo cual tú añadirás…”
Continuando con nuestro estudio encontramos que David dijo: “…Tú tienes contigo muchos obreros, canteros, albañiles, carpinteros, y todo hombre experto en toda obra. 16 Del oro, de la plata, del bronce y del hierro, no hay cuenta. Levántate, y manos a la obra; y Jehová esté contigo….” Aquí vemos que David le estaba detallando todos los recursos que Salomón tenía a su disposición para la edificación del Templo. Pero, ¿cómo se aplica esto a nosotros?
Bueno, aquí vemos que se habla de muchos obreros, y de oro, plata, bronce y demás. En otras palabras, aquí vemos una abundancia de valiosos recursos que David había acumulado para la edificación del Templo, pero al igual que David ahora le entregaba estos recursos a Salomón, Dios le ha entregado a su iglesia valiosísimos recursos para la edificación del Templo. ¿Qué recursos nos ha entregado Dios?
El primer recurso que tenemos es la iglesia. Como les mencione previamente, la iglesia es donde venimos entrar en comunión con Dios, los unos con los otros. Esta comunión es la que nos estimula a las buenas obras [17]. Pero con frecuencia este es un recurso que muchos tienden a ignorar, o no se han dado cuenta de lo valioso que es. ¿Por qué digo que es valioso? Digo que es extremadamente valioso porque como nos prometió el Señor: “…donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos…” (Mateo 18:20). ¿No es esto lo más valioso que puede existir en todo el universo? Despierta al que tienes a tu lado y dile: Cristo esta aquí entre nosotros.
El segundo recurso valioso que tenemos es la palabra de Dios. Dios nos ha entregado Su palabra para equiparnos y guiarnos hacia la voluntad de Dios en todo momento [18]. La palabra de Dios es la que nos da convicción de error y pecado [19], y lo único que nos fortalece para poder cambiar nuestra vida [20]. La palabra de Dios es nuestro alimento y sustento [21]. Y es por eso que les mencione previamente que tenemos que tomar el tiempo de meditar y reflexionar en ella.
El tercer recurso valioso que tenemos es la oración. Y de este recurso hablamos la semana pasada. Como les mencione, la oración es la única arma capaz de derrotar las obras del enemigo, y a través de la oración recibimos tres bendiciones inmediatas, (paz, liberación, milagros). Pero además de esto, el Señor nos ha hecho grandes promesas referentes a la oración, y entre una de ellas vemos que el Señor nos dice: “…Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?..” (Mateo 7:7-11).
Para concluir. A través de Su palabra, y por la convicción que el Espíritu Santo nos da, todos estamos llamados a edificar el Templo de Dios. Muchos buscan recibir bendiciones, pero no están dispuestos a purificar, fortalecer, y/o limpiar el Templo del Espíritu Santo, yo te digo, no cometas este error.
A través de gran esfuerzo David le proporciono a Salomón los recursos que él necesitaría para edificar, y Dios te ha proporcionado a ti todos los recursos necesarios para que tú también puedas edificar Su Templo. Siempre existirán cosas que trataran de interrumpir nuestra edificación, pero a pesar de las circunstancias que nos puedan rodear, nuestra atención siempre tiene que estar enfocada en Dios. Él es quien nos entrega la victoria, Él es quien nos guía, y solo Él es quien te entrega la salvación.
En nuestra historia de hoy el Templo aun no había sido edificado, pero todas las preparaciones estaban hechas. En el día de hoy, el Templo de Dios ya fue edificado por la sangre de Jesucristo en la cruz. El templo de Dios somos cada uno de nosotros que le hemos aceptado, y vivimos para Él. Pero en muchas ocasiones este templo no esta en las condiciones adecuadas. La realidad es que toda construcción necesita mantenimiento, y siempre encontraremos algo que añadir. Así que te digo en el día de hoy, es hora de edificar.
No permitas que la obra que Dios ha iniciado en tu vida se derrumbe; no permitas que el diablo dirija tus acciones, emociones y pensamientos. Tú eres el único capaz de detenerle, y declarar la victoria en tu vida. Recuerda que Dios te ayuda, pero la decisión final es tuya.
Así que como le dijo David a Salomón, te digo hoy a ti: “…¡Levántate, y manos a la obra…!” No permanezcas caído, o sirviendo a mitad.
Esfuérzate, y edifica, fortalece, y/o limpia Su templo hoy.

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