lunes, 31 de enero de 2011

NO TE DETENGAS!!!!!

Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, Los días se convierten en años…

Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad.

Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.

Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.

Detrás de cada logro, hay otro desafío.

Mientras estés viva, siéntete viva.

Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.

No vivas de fotos amarillas…
Sigue aunque todos esperen que abandones.

No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.

Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
¡¡¡Pero nunca te detengas!!!

Estar casada es una Bendición

El día que me case será maravilloso, los pájaros cantaran y yo llegare tarde para hacer esperar al novio como es tradición, mi familia estará allí, mis amigos, las fotos, la alegría Dios!

A la hora de compartir cada tinto se convierten en una siesta, cada palabra es mágica, y cada día que pasa es un reto porque ya empezamos a ver lo que en el noviazgo no. Ella se levanta y no al veo igual que cuando la visitaba sorpresivamente una mañana en su casa dirá él, nosotras detallaremos cada gesto, cada olor y cada momento de presencia y de ausencia. Empieza un ejercicio de no hacer las cosas a nuestra manera, de llevar una casa ordenada que detecta cualquier desorden dejado por mi esposo y se convierte en una norma más de convivencia. Hay discusiones enérgicas que inteligentemente no podemos interiorizar, se empieza a conocer el perdón real para con ese hombre que tanto amamos. Se construye el hogar con las bases solidas de un Dios del cielo y nuestros sentimientos previamente bendecidos por ese Dios maravilloso. Luego llegan los hijos, “uno o dos máximo” porque la situación no da para más, típica respuesta a las amigas que admiran ese hogar tan bello que has logrado con amor, lagrimas, desafíos, impotencia, gozos, retos, sueños y planes, pero sobre todas las cosas con la ayuda que aquel que no ves, esa fidelidad grande y verdadera que es paralela a tu carne llamada Dios.

Estar casada es una bendición pero necesitamos de algo más que amor para sobrellevar el estado difícil de la convivencia y los descubrimientos de ese ser que amamos. Necesitamos de nuestro Dios. El nos pide que seamos mujeres virtuosas, mujeres de palabra, de confianza, de decisiones cuando no está ese sacerdote en casa, de lealtad y de fidelidad. Mujeres virtuosas con la fe firme de que somos capaces, inteligentes pacientes, valiosas y con la autoestima tan alta como en la que Dios nos tiene.

El mundo está lleno de basuritas que pueden generar dudas sobre tu estado, o del hombre que tienes a tu lado, sin embargo tu mujer cristiana tienes la gran ventaja de contar con el respaldo de Dios en todo momento y de la sabiduría de su palabra.

Tu esposo es tan humano como tú, y tú eres tan humana como él, suena obvio pero es que lo obvio es tan obvio que suele olvidarse.Tus altibajos matrimoniales se quedan contigo, recuerda el viejo dicho de “la ropa sucia se lava en casa” y por sobre todas las cosas pon tu hogar en manos de Dios, edifícate en la palabra, busca ser una esposa idónea, una madre ejemplar y una mujer leal. Y pídele a Dios cuando los ánimos se ponen tensos que no permita que nada de lo que pase afecte tu corazón porque este es engañoso y eso lo sabe el enemigo consolidado del rey supremo. “airaos pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo, no deis lugar al diablo” (Efesios 4, 26).

Dios integro la sexualidad con espiritualidad

¿Qué sucede cuando descartamos lo que Dios creó por unas pocas zanahorias podridas? El sexo con nuestro marido se convierte en una rutina y está despojado de pasión. No nos permitimos a nosotras mismas sentir una entrega salvaje o un placer erótico porque eso sería muy parecido al mundo. Desviamos la pasión que podríamos disfrutar en la intimidad sexual con nuestros maridos, hacia otras iniciativas como el trabajo, los hijos o el crecimiento espiritual.
Leslie, aunque es indiferente en la cama, es apasionada cuando se trata de su relación con Dios. «Cuanto más crezco como cristiana, lo físico es menos importante. Quiero que mi énfasis esté en lo espiritual», dice. Ella justifica sus pensamientos con Escrituras como: «Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne» (Gálatas 5.16) y «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 3.2).

Muchas mujeres caen en esa trampa, como lo dijo una de ellas: «Es como si viviera en una casa de dos pisos. El piso de arriba es mi espiritualidad y el de abajo mi sexualidad. Entre los dos pisos hay una barrera de ladrillos separando mi ser espiritual de mi ser sexual. Como quiero ser devota, no puedo permitirme ser demasiado terrenal, y el sexo es definitivamente terrenal. Me permito experimentar placer, pero hasta cierto punto. Si me dejo llevar, sería “demasiado carnal”». Querida amiga, eso no debería ser así. Cuando Dios nos creó femeninas, integró nuestra sexualidad con nuestra espiritualidad. Su intención fue mezclar lo espiritual y lo sexual. ¿Por qué otro motivo tomó Dios el acto sexual supremo entre esposo y esposa, y lo asoció con la experiencia espiritual suprema, la unión de Cristo y la iglesia (Efesios 5:31-32)?

Tal como el esposo y la esposa experimentan una alegría profunda al soltarse y unirse en el momento del clímax sexual, nosotros experimentamos la alegría máxima a medida que nos convertimos en uno con Jesucristo, en una unión que nos conduce a una alegría incomprensible. El acto sexual refleja nuestra relación con Dios y provoca que lo adoremos por darnos este buen don. La intimidad espiritual y el placer no se oponen a la intimidad sexual y el placer. La intimidad espiritual se encuentra en realidad en medio del placer carnal y relacional de la unión sexual.
Extracto del libro Temas de intimidad por Linda Dillow y Lorraine Pintus

martes, 25 de enero de 2011

Mujer tu no estas sola

Mujer:

Tú no estás sola. Te puede faltar tu esposo, amigos, hijos y aún familiares.

Pero aunque sientas que todos te han abandonado, recuerda que Dios nunca te ha dejado. Él no te desampara porque es quien te está dando las fuerzas para que puedas continuar. Él te acompaña en las noches cuando desolada lloras queriendo morir o desaparecer.

Cuando perdida miras tu imagen frente al espejo y te sientes perdida y sin identidad. Cuando te cuestionas muerta de miedo, qué será de ti y aún de tus hijos porque ves el futuro incierto. Dios está cuando parece que no habrá mañana.

Es tu presente y te da esperanzas de un buen futuro cuando el pasado quiere empañar el ahora.

Jehová te extiende los brazos cuando has caído profundamente en el pozo de la desesperación o cuando te han dejado rotas las ilusiones y en añicos la esperanza.

Él quiere ser tu reposo un refugio para tu corazón cansado y cargado.

No te limites ni te encierres en el abismo profundo de la soledad y la depresión, porque Dios quiere darte vida, una vida abundante y fresca. Si vas a la Biblia encontrarás documentado en ella, que a la viuda y huérfana sustentó. Que a Ester valor le dio y a Rut cuando enviudó, al tiempo nuevo esposo le dio. Deborah conquisto la batalla porque Dios iba peleando al frente de ella. Si a ellas mi Cristo socorrió a ti también te ayudará. No lo dudes, solo confía. Cierra tus ojos, amárrate fuerte de sus promesas y sigue caminando aunque ahora no veas nada. El camino se hace caminando.

¡No te intimides, pon manos a la obra!

Al final del sendero te aguarda el premio que esperan los que a Dios se inclinan y siguen luchando.


jueves, 20 de enero de 2011

VIVE HOY

Saboteamos nuestro día, lo programamos para el desastre acarreando los problemas de ayer y asumiendo las luchas de mañana.

Ya no cuentas con el ayer. Se desvaneció mientras dormías. No existe. Te quedaría más fácil volver a juntar una bocanada de humo. No puedes cambiarlo, alterarlo ni mejorarlo. Las acciones mediocres no permiten una repetición de la jugada. La arena del reloj no se desliza hacia arriba. La segunda mano del reloj se niega a ir en sentido contrario. El calendario mensual se lee de izquierda a derecha, no de derecha a izquierda. Ayer ya pasó.

Todavía no tienes el mañana. A no ser que aceleres la órbita de la tierra o convenzas al sol de salir dos veces antes de ponerse una vez, no puedes vivir mañana, hoy. No puedes gastar el dinero de mañana, celebrar los logros de mañana ni resolver los acertijos de mañana. Únicamente tienes hoy. Este es el día que ha hecho el Señor. Vívelo. Debes estar presente en él para ganar. No agobies hoy con los pesares de ayer ni lo agries con los problemas de mañana. ¿Acaso no tendemos a hacer justamente eso?

Le hacemos a nuestro día lo que yo hice una vez que salí a montar una bicicleta. Mi amigo y yo emprendimos una excursión larga en el campo. A contados minutos de iniciar el viaje empecé a cansarme. A la media hora mis muslos estaban doloridos y mis pulmones parecían los de una ballena desorientada en la playa. Apenas podía impulsar los pedales. Aunque no soy un contendor en el Tour de Francia tampoco soy un novato, pero ese día me sentí como uno. Después de cuarenta y cinco minutos tuve que bajarme de la bicicleta y recuperar el aliento. Ahí fue cuando mi compañero se dio cuenta del problema. ¡Los frenos estaban rozando con mi rueda trasera! El agarre del caucho contrarrestaba cada pedaleo, y el recorrido estaba destinado a ser espinoso.

¿No hacemos lo mismo? La culpa ejerce presión por un lado. El pavor se encarga del otro. Con razón vivimos tan cansados. Saboteamos nuestro día, lo programamos para el desastre acarreando los problemas de ayer y asumiendo las luchas de mañana

Remordimiento por el pasado, ansiedad por el futuro. No le estamos dando un chance al día.

¿Qué podemos hacer al respecto? Esta es mi propuesta: Consultemos a Jesús. El Anciano de días tiene algo que decir sobre nuestros días. Aunque no emplea el término día con mucha frecuencia en las Escrituras, las contadas veces que lo usa nos proveen una fórmula estupenda para optimizar con excelencia el manejo de cada uno de nuestros días. Satura tu día en su gracia. «Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23.43). Encomienda tu día a su cuidado. «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» (Lucas 11.3). Acepta su dirección. «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9.23).

(Extracto del libro Cada día merece una oportunidad por Max Lucado


lunes, 17 de enero de 2011

El señor te conoce desde el vientre de tu madre


“Dios siempre muestra su mano de poder. Israel vivía bajo mucho pecado y mucha opresión de parte del enemigo, y el pueblo de Dios comenzó a clamar por una esperanza, por salvación. Y fue en esa circunstancia que Dios levanto a Débora para gobernar.

Una mujer inteligente, trabajadora y sagaz. Ella conocía el corazón de Dios y todo el tiempo, antes de ser levantada, se preparo. Dios te esta preparando en este día nuevo. Dios, en esta conferencia te esta hablando y te esta preparando para todo lo que va a acontecer. No es un día para estar deprimidos, no es un día para estar distraídos, es un día de atención.

La palabra de Dios dice, que hay obras preparadas por Él, para que nosotros caminemos en ellas. Jesús te escogió desde el vientre de tu madre, tuvo tu nombre en memoria. El Señor te conoce por nombre, y te ha llamado para un destino, para un plan que Dios tiene con tu vida.
Ahora, tenemos que prestar atención, porque siempre que El Señor tiene un plan, el diablo trata de matar ese destino y abortar ese objetivo, pero nadie ni nada podrá detener el sueño de Dios para ti. Aunque el infierno entero se levante, no podrá detener lo que Él ya declaro en los cielos.

De hecho, cuando yo estaba en el vientre de mi mama, de repente le sobrevinieron toda clase de enfermedades, y le diagnosticaron un aborto terapéutico. Mi padre firmó la autorización, ya que la vida de mi madre estaba en absoluto peligro. Era la vida de mi madre o mi vida.

Cuando mi padre le da la noticia sobre el aborto a mi mamá, ella había perdido la vista, a causa de todo lo que le había sucedido en el embarazo.

Ya su vida no tenia posibilidades, estaba en riesgo ella y el embarazo. Pero, aunque mi madre en ese tiempo no conocía al Señor, me contó que de repente en ese momento escucho una voz que tenia una fuerza increíble, y abrazo su vientre y dijo: -“Nadie me va a quitar este bebé que Dios me dio”. Fue así, que agarro sus cosas y se fue del hospital. Mi papá no sabia nada; por eso cuando fue a visitarla, se encontró que mi madre no estaba.

Dios me habló en su palabra: -“Betty, yo te escogí desde el vientre de tu madre, para que seas mi sierva”. ¡Eso es lo que te dice el Señor a ti hoy!
En Isaías 49, el Señor te dice:

“... Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. 2Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba; 3y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré”.

¡Hay obras, hay sueños, hay planes en el corazón de nuestro Padre, que quieren manifestarse a tu vida! Están escritas para ti con tu nombre. El Señor ya lo ha declarado en los cielos; nosotros solamente tenemos que creerlo y confiar. Tenemos que tomar todo lo que El Señor tiene para nosotros. Dios tiene sueños que nunca imaginaste vivir; que no están siquiera dentro de tus planes, pero si están en los planes de Él.

Tenemos que empezar a ver las cosas que no son como si fueran. Dejar de lamentarnos, y de decir: “aquí no se puede”. Cuando todos son pesimistas, y dicen: “Francia es dura, y nadie quiere aceptar a Jesús”. Cuando todas las circunstancias nos dicen que no; nosotros nos levantamos a decir: ¡Si! ¡Si, se puede!

El Señor te esta llamando al frente de la batalla! El ejercito está siendo levantado por el Señor: hombres, mujeres, jóvenes, niños. Jesús los está llamando al frente de la batalla. Dios te está levantando, para que puedas desenvainar la espada, que es Su palabra, y comiences a proclamar lo que Él declara en los cielos, en el territorio donde te ha puesto. ¡Hay algo nuevo que va a ocurrir, algo nuevo que su Santo Espíritu está derramando!

El Señor traerá un equipamiento espiritual a tu vida, pero la unción tiene propósito. El Señor envió su Espíritu, para que los discípulos sean levantados en fuego y en avivamiento. Y cuando Pedro caminaba, aun su sombra sanaba a los enfermos. Cada vez que estos hombres y estas mujeres abrían sus bocas, el poder de Dios se manifestaba. “Y he aquí vienen días”, dice el Señor, “cuando yo derramare de mi Espíritu, lo derramare sobres mis hijos y sobre mis hijas, sobre mis siervos y sobre mis siervas”. Cuando esa unción viene a tu vida, todas las cosas cambian.

Eres tú la respuesta, es tu vida el instrumento preparado por Dios para este tiempo. El Señor te llama por nombre como respuesta para tu nación, para tu familia.
Este el mensaje que traje en esta tarde. Dios nos quiere llevar a un tiempo de fruto espiritual, no importa lo que hayas sido hasta hoy. El Señor te dice que vas a entrar a un tiempo de fructificación. ¡El gran despertar va a venir!”.

miércoles, 12 de enero de 2011

Codigo de amor y respeto

Descifrar el código de comunicación entre el esposo y la esposa implica comprender una cosa: que el respeto incondicional es tan poderoso para él como el amor incondicional lo es para ella. Aprender a descifrar el código de su cónyuge no siempre es algo que se logré en un día, un mes, ni un año. Escuché a este esposo que vino a verme buscando consejo porque estaba tratando sinceramente de amar a su esposa. Él escribe:

"Gracias por todas sus sugerencias y su apoyo. Pero sigo perplejo ante el abismo que existe entre mi percepción y la realidad. Cuando emprendí este esfuerzo, tenía esperanzas pero pocas expectativas, y estaba feliz de los efectos inmediatos y positivos de la conducta "amorosa". No era difícil para mí morderme la lengua y no "luchar" cuando me preparaba para hacerlo. Creo que mientras me sentía arrepentido, me resultaba fácil ser humilde y aprovechar cualquier cosa que se presentara en mi camino.

"La dificultad comienza cuando empiezo a ver que las cosas vuelven a la normalidad. Cuando bajo la guardia, comienzo a hablar o compartir, resulta que por debajo las cosas son muy inestables y sensibles. Cuando las cosas empezaron a ir mal la semana pasada, sucedió con suma rapidez y yo me sorprendí al oír cómo los mismos problemas continúan siendo tan duros y desagradables como antes. Odio oír que soy el enemigo de ella. Es doloroso oír que pregunte: '¿Por qué quieres mortificar mi espíritu?' Es extremadamente difícil no explotar de rabia cuando la oigo decir que no cree que yo la ame, o que nunca voy a cambiar, o que cometió un error y no soy el hombre que ella pensaba que yo era.

"Seguramente todo hace parecer que el camino es largo y quizás infructuoso. En medio de mis enojos, de echarle la culpa y de la táctica de los embrollados trastornos emocionales le oigo decir que lo que causa los problemas no es el contenido, sino más bien la forma de transmitirlo, y me siento avergonzado por mi incapacidad de comunicarme efectivamente. Las cosas han llegado a deformarse a tal extremo que me avergüenza haber sido tan ciego y permitir que llegaran a este punto. También me siento un poco abrumado porque todo este esfuerzo y tolerancia sólo nos lleve a un nivel de mediocridad, y porque ante la más mínima perturbación todo volverá a venirse abajo otra vez."

Pocos hombres pueden expresar la lucha masculina tan bien como éste. Su esposa pide amor a gritos, pero no está ayudando porque el desprecio que muestra hacia él no lo permite. ¿Por qué hay mujeres que se sienten tan libres para hacer comentarios como: "No eres el hombre que creía que eras" a sus esposos y esperar que no les afecte? ¿Cómo pueden esperar que sus esposos respondan con amor a esta clase de bombardeo? Al mismo tiempo, ¿cómo es posible que los hombres se metan en semejante lío por ser tan ciegos en primer lugar?

Respeto incondicional:¿un oxímoron?

Cuando hablo a las esposas, no tienen problemas para comprender el concepto de amor incondicional. Después de todo, ellas fueron creadas de esa manera. Pero cuando menciono el concepto de mostrar respeto incondicional hacia los maridos, resulta mucho más complicado. Pocas parecen haber tenido en cuenta 1 Pedro 3:1-2. El apóstol Pedro revela que los esposos que "no creen a la palabra" (esto es, que son indignos de respeto) "sean ganados... por... vuestra conducta... respetuosa". Una aplicación simple es que la esposa debe mostrar una expresión facial y un tono respetuoso cuando él fracasa en ser el hombre que ella quiere. Puede mostrar respeto incondicional a su esposo con su tono y su expresión al mismo tiempo que confronta su comportamiento desamorado, y esto sin refrendar sus reacciones carentes de amor. Quizás él merezca desprecio, pero eso no lo gana más de lo que la dureza y el enojo ganan el corazón de una mujer.

Resulta interesante que al principio los hombres tampoco entiendan la idea del respeto incondicional. Los maridos y las esposas creen que el respeto hay que ganárselo. La esposa siente que su esposo no merece respeto. El esposo quiere ganárselo, pero no siente que se merezca la clase de falta de respeto que recibe de su esposa.

Sugerir que el respeto hacia el hombre debería ser incondicional hace que algunas mujeres se sientan de lo más molestas. En repetidas ocasiones, oigo de las esposas comentarios como estos: "¿Cómo puedo mostrarle respeto cuando él es tan desamorado?"... "Él no merece respeto; me ha lastimado"... "Lo amo pero me siento tan frustrada y enojada que no quiero respetarlo"... "El amor es lo que importa. Si él me amara como necesito ser amada, quizás yo tendría sentimientos más fuertes de respeto"... "Sí, yo tengo cosas que solucionar, pero el mayor problema es él y es necesario que cambie. La verdad es que debe amarme y respetarme mucho más de lo que lo hace".

Una y otra vez he oído mujeres que afirmaban no haber escuchado nunca las dos palabras, respeto incondicional, juntas en el contexto de una relación. Para ellas, es literalmente un oxímoron (un término creado a partir de la combinación de dos palabras que parecen ser incongruentes o contradictorias).

Para las mujeres, las palabras amor incondicional no son contradictorias en absoluto, y cuando no reciben amor de sus esposos, se lo hacen saber. Las mujeres responden mucho más expresivas que los hombres, que tienden a compartimentar sus emociones. Para decirlo sencillamente, las mujeres son mucho más aptas para mostrar cómo se sienten, mientras que los hombres se encierran en sí mismos. Ellos no saben cómo resolver el hecho de no ser respetados, y no pueden ponerle voz a sus sentimientos. Los esposos piensan: Si así es como ella se siente, no hay nada que yo pueda hacer. Si tengo que ganarme su respeto y soy tan malo como persona, creo que es mejor que olvide todo el asunto.

Cuando la esposa dice de plano que su esposo tendrá que ganarse su respeto antes de que ella se lo dé, deja al marido en una situación desigual. Ahora él es responsable tanto por el amor como por el respeto en la relación. Debe amar incondicionalmente a su esposa y también debe ganarse su respeto. ¿Nos extraña que él se encierre en sí mismo frente a todo eso?

Todo se remonta al rosa y el azul

El respeto hacia los esposos es una idea poco familiar para muchas esposas, pero ciertamente existen razones para sus actitudes. Parte de esto se remonta a las gafas y audífonos rosas y azules. Como una esposa dijo: "Pensamos de formas tan diferentes. Ni siquiera puedo identificarme con lo que él considera como respeto (o la falta de él).

Otra razón obvia para la brecha de respeto en las mujeres es la conducta grosera y desamorada de sus esposos. Estoy plenamente consciente de que muchas de ellas tienen buenas razones para recriminarle a su esposo ­he oído acerca de esto durante más de un cuarto de siglo. Pero ese no es el panorama completo. También está la forma de pensamiento cultural. Durante los últimos cuarenta años, la Iglesia estadounidense ha predicado el amor incondicional. Yo lo prediqué por muchos años en mi propia iglesia, sin tener idea alguna de la importancia del respeto incondicional. En aquellos años me sentía continuamente frustrado como consejero varón, al igual que las mujeres que venían a buscar mi consejo. ¿Por qué los esposos no podían amar a sus esposas como ellas necesitaban ser amadas? No era porque les faltara conocimiento ­lo mostraron más que suficiente en sus años de noviazgo. Pero ahora que estaban casados los esposos parecían carecer de la motivación para amar a sus esposas. Parecen menos entusiasmados respecto de sus matrimonios. Algo estaba faltando.

Entonces me di cuenta de que, al subrayar la importancia del amor incondicional, estaba enseñando la verdad, pero sólo la mitad de la verdad. El consejo de Pablo en Efesios 5:25 y 28 es sensato: "Esposos, amen a sus esposas , así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella... Asimismo, el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo" (NVI). Pero todo el énfasis en el amor incondicional no había motivado o equipado a muchos hombres para ser amorosos, al menos no tanto como a sus esposas les gustaría. Lo que estaba faltando era la breve frase: "La esposa respete a su esposo" (Efesios 5:33, NVI).

El respeto es el valor más arraigado en un hombre

Las mujeres deben aprender a entender y usar la palabra respeto porque, en verdad, el respeto es el valor más arraigado en un hombre. Desde que comencé a desarrollar el enfoque de Amor y Respeto en el matrimonio, supe que las Escrituras hablaban claramente de la necesidad de respeto del hombre, y mis propias observaciones confirmaban esto. Pero yo siempre fui muy curioso. ¿Resistirían estas ideas el análisis estadístico? ¿Se revelaría esta necesidad de respeto en algún sondeo realizado por un grupo encuestador de primera línea? Sí. En un estudio nacional, cuatrocientos hombres tuvieron la posibilidad de optar entre dos experiencias negativas. Si se vieran obligados a elegir una, ¿cuál preferirían soportar?

a) quedarse solos y sin amor en el mundo.
b) sentirse inadecuados y no respetados por los demás.

Setenta y cuatro por ciento de estos hombres dijo que si se viera forzado a elegir, preferiría quedarse solo y sin amor en el mundo. Para estos hombres, la mayor experiencia negativa para sus almas sería sentirse inadecuados y no respetados por los demás. Numerosos hombres han confirmado esta investigación diciéndome: "Preferiría vivir con una esposa que me respete aunque no me ame antes que vivir con una que me ame pero no me respete".

Estos hombres no están diciendo que son indiferentes al amor. Ellos saben que lo necesitan, pero necesitan sentirse respetados todavía más que sentirse amados. Quizás una buena analogía sería la del agua y la comida. Necesitamos ambas para sobrevivir, pero podemos vivir más tiempo sin ingerir comida que sin beber agua. Para los hombres, el amor es como la comida y el respeto como el agua. ¡Suficiente! El respeto es la clave para motivar a un esposo.

Una buena ilustración de cómo el respeto puede motivar a un hombre lo encontramos en nuestras fuerzas armadas ­el ejército. Por ejemplo, mi observación es que los grandes líderes motivaban a sus tropas a través del honor incondicional. Cuando un general respeta a sus hombres y cree en ellos más de lo que ellos creen en sí mismos, estos soldados se quieren perfeccionar, quieren ser mejores, quieren desarrollar el potencial que su general ve en ellos. Dichos hombres desean servir. ¿Por qué cree que lo llaman el "servicio" militar?

Los hombres no solamente quieren servir, sino que también están dispuestos a morir en combate. Hay algo en muchos hombres, puesto allí por Dios, para luchar y morir por honor, para luchar y morir por mujeres, niños y compañeros. Un hombre que básicamente tiene buena voluntad servirá a su esposa e incluso morirá por ella. No se espera de la mujer que muera por su esposo.

Por supuesto, hay esposas que llevan esto al extremo. Quizás haya oído la historia de la mujer que dijo a su marido: "Oh, Miguel, vives diciendo que morirías por mí, ¡pero nunca lo haces!" Eso es sólo una historia diseñada, por supuesto, para provocar una sonrisa o una carcajada, pero no es gracioso cuando los hombres que están dispuestos a morir por sus esposas son tratados con desprecio y sin respeto.

Los escritos de Pablo ordenan claramente que los esposos deben amar a sus esposas con amor ágape (ver Efesios 5:22-33), pero ¿existe algún lugar en la Escritura donde también se instruya a los hombres que respeten a sus esposas? Después de enseñar a las mujeres a mostrar una conducta respetuosa hacia sus maridos (ver 1 Pedro 3:1-2), Pedro continúa diciendo que los maridos deben vivir con ellas sabiamente "dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida" (1 Pedro 3:7). Cuando Pedro usa la frase "dando honor a la mujer... como a coherederas de la gracia de la vida", está diciendo que los esposos deben valorar y apreciar a sus esposas como iguales dentro de la gracia de Dios. Pablo coincide cuando escribe que en Cristo "ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).

Yo creo que el orden bíblico de las cosas es que el esposo debe ser considerado el "primogénito entre muchos hermanos". Con esto quiero decir que él es un igual de ella, pero fue llamado a ser el primero para proveer, para proteger ­e incluso morir si fuera necesario. Cuando él la honra como primera en importancia y ella lo respeta como el "primero entre muchos hermanos", su matrimonio funciona. Cuando él espera que ella lo respete, pero él la menosprecia, la desinfla. Cuando él siente que ella está tratando de ser una reina mandona, él no puede descubrir el verdadero corazón de ella. Cuando ella espera que él la proteja, pero después lo acusa de ser demasiado paternal o condescendiente, ella lo desinfla. Cuando ella siente que él está tratando de ser "más que igual" o mayor, no puede descubrir el verdadero corazón de él.

Maridos, no digan: "¡yo te lo dije!".

Los esposos deben prestar atención a una palabra de advertencia. Para muchas esposas, oír que la Biblia enseña a las mujeres a mostrar respeto incondicional a sus esposos es un dato gigantesco. A menudo, resulta algo que probablemente las esposas no hayan oído jamás. Un esposo sabio no usará esta información como un arma, sino será humilde. Permitirá que su esposa procese lo que aprendió y luego actúe en consecuencia. Entonces, pueden ocurrir milagros.

Cuando la esposa se acostumbra a la idea de respetarlo, y le agrada hacerlo, su esposo se sentirá complacido. Pero, lo más importante, esto provocará que el esposo dé amor incondicional a su esposa. La situación perdedor­perdedor ahora se convierte en ganador­ganador.

Ya no existirá ningún temor por ninguna de las partes. Las esposas no se van a sentir avasalladas por sus esposos ni los esposos ejercerán poder sobre ellas.

lunes, 10 de enero de 2011

Noviazgo

Los jóvenes quiere casarse y ser feliz. Dios así lo quiere. Pero la decisión de elegir al compañero/a
no siempre resulta sencilla.

1 CUANDO UN JOVEN CRISTIANO PIENSA EN CASARSE, ANHELA HACER LAS COSAS
DE LA MEJOR MANERA, DESEA COMENZAR CON UN FUNDAMENTO SÓLIDO :

1.1.1 El joven no quiere edificar su casa sobre la arena sino sobre la roca. Si tienes a Cristo
en tu corazón no tienes por qué fracasar, caer o arruinar tu vida. Con el Señor Jesús en
tu vida podrás formar un hogar precioso donde valga la pena vivir.

1.1.2 Dios dice: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él.” O
sea que el cristiano y la cristiana, cuando están pensando en formar una pareja, están
buscando a aquella persona que Dios ya ha elegido. Una ayuda idónea, una persona
acorde a mis necesidades y, al mismo tiempo una persona que necesita lo que yo tengo
para darle.

1.1.3 El cristiano no busca a su pareja por motivos puramente egoístas (al menos no
debiera ser así). Es verdad que el joven necesita una esposa; pero a su vez, cuando
está pensando en la compañera, debe preguntarse: “¿A quién podré bendecir? ¿Quién
necesita lo que yo tengo para ofrecer? ¿A quién puedo ayudar? ¿A quién puedo amar
con todo mi corazón y para quién puedo ser una bendición?
Ahora, hay otro punto importante que mencionar:
2 EL CRISTIANO ESTÁ UNIDO PARA SIEMPRE:

2.1 No es como una mariposa ni como una abeja que va de flor en flor para ver cuál es la más
dulce.

La Biblia dice: “Ningún hombre debe separar lo que Dios juntó” (Mateo 19.6)
El cristiano verdadero piensa en casarse y vivir unido al cónyuge en amor, paciencia,ternura y perdón constantes, hasta que la muerte los separe.
Cuando existe la voluntad sincera en el corazón, el Espíritu Santo se ocupa de guiar al joven cristiano.
“Yo soy el Señor Dios de ustedes...que los guía por la senda que deben seguir.”
(Isaías 48.17).

Versos para matrimonios

“Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.

San Mateo 19:4

No existe camino difícil si andamos juntos.

Si nos tomamos de las manos y seguimos un rumbo fijo.

Pueden soplar las tempestades e intentar derivar lo que juntos construimos.

Pueden intentar las muchas aguas y pruebas de la vida apagar nuestra llama.

Pero sigue ardiendo en nuestros corazones el fuego porque esto es amor verdadero.

Y lo que es real no se compara con lo efímero o pasajero.

Porque el amor es fuerte cuerda difícil de romper y sus nudos que están bien atados, no se pueden deshacer fácilmente.

Es que lo que tenemos tu y yo es fuerte.

Dios nos unió para amarnos y construir juntos una vida.

Y en nuestra vida hay momentos de tristeza, pero también de felicidad.

A veces la barca se tambalea, pero luego vuelve a su lugar y se dirige hacia tierra firme.

Nosotros decidimos un día que uniríamos nuestras vidas para siempre sin importar lo que tuviéramos que enfrentar.

Mi corazón sigue latiendo por ti como aquel día cuando frente al altar te prometí que te amaría por el resto de mis días.

No pienso quebrantar ese juramento.

Y sé que mientras nos mantengamos unidos cosas maravillosas habrán de sucedernos porque este amor tuvo un principio pero no tiene final.

martes, 4 de enero de 2011

Cosas Comunes


Cuando Jesús entro en el templo encontró a los cambistas y a los que vendían bueyes, ovejas y palomas. Hizo un azote de juncos y los echó a todos. Este azote fue hecho de un material vulgar y común, sin embargo fue lo que Él utilizó para purificar el templo. En el corazón del Señor había un gran celo por lo que le pertenecía al padre, y al ver lo corrupto dentro de lo que debía ser la habitación de Dios, no pudo tolerarla y comenzó a purificar el templo.

Somos el templo de Dios; sin embargo muchas veces estamos llenos de cosas que no son para su agrado: iras, engaños, vicios, dinero, pasiones, orgullo, y tantas otras cosas, que nada tienen que ver con el Señor.

Él frecuentemente usa las cosas comunes y vulgares para purificarnos, a veces nuestra esposa o esposo, nuestros hijos, patrones, o empleados, discípulos o lideres. Todos de alguna manera hemos experimentado los azotes del Señor sobre nuestro templo para purificarlo... ¿O no recuerdas que Él dijo que "el Espíritu que ha puesto en nosotros nos anhela celosamente"? Ese celo trae sobre nosotros su purificación.

Cuando entramos en el crisol, solo hay una manera de salir de allí y es... purificado. Las circunstancias del día a día, las situaciones, parece que todo esta cabeza para abajo, la confusión invade nuestros pensamientos y las trampas que el diablo preparó, se convierten en la perfecta herramienta para nuestra purificación en las manos del Señor.

Cosas comunes y vulgares. Son los instrumentos que el Señor usa para perfeccionarnos en nuestros caminos. No mires los azotes, mira el celo por el amor, no sientas el dolor, siente el cariño y gran amor que tiene por ti para limpiarte. Sé que es doloroso, que no es fácil, pero es lo que necesitamos sin ninguna duda; quizás por eso la escritura nos dice que las pruebas traen sobre nosotros "un mayor peso de gloria", nadie cela lo que no ama, y piensa: si Él te ama, Él que es el creador y dueño de todo lo que se ve y lo que no se ve, te ama..., si Él dijo: "mío eres tú, Yo te he engendrado hoy..." y luego de limpiar susurra... "pídeme y te daré por herencia las naciones..."

A veces confundimos amor con complacencia pero el verdadero amor... nos cuida aun de nosotros mismos...


Confía en Dios este año nuevo

Gén. 22:5: ” Entonces dijo Abraham a sus siervos: esperad aquí con el asno,y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos y volveremos a vosotros”. Amigos-as, estas eran las palabras de Abraham hace siglos, cuando se dirigía a Moriah, al monte donde el Dios Eterno, su Amigo, le ordenó que fuera para ofrecerle en sacrificio…..nada más y nada menos que a su hijo Isaac, hijo de sus entrañas y el hijo esperado y prometido para Sara y para él por el Señor.

Palabras que demuestran su gran confianza en El, pues sabía que de alguna manera su amado Dios le supliría de un cordero para dicho sacrificio, y en verdad el y su hijo volverian junto al resto de la expedición. Y estaba seguro
completamente de ello. Pues había aprendido la lección, después de
anticiparse y no esperar por más tiempo, Sara y el, concibiendo a
Ismael, de su sierva Agar.
Estoy segura que siglos más tarde el rey Salomón, lleno de sabiduría y
de inteligencia, dada por Dios directamente desde el seno de su Trono,
escribió también inspirado en la vida de los patriarcas de Israél,
como Abraham, proverbios como este:
Prov. 3:5: “Fiaté de jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu
propia prudencia”
Y ahora que nos disponemos a comenzar un nuevo año, y que todos-as
tenemos la sensación de estrenar un tiempo nuevo, verdaderamante sea
así, un tiempo nuevo donde si nuestro Dios nos prueba, pidiéndonos
como a Abraham lo más precioso, se lo demos con plena confianza, y
mientras nos dirijamos hacia nuestro propio Moriah subiendo el monte,
vayamos diciéndole a nuestra alma: Fiaté de Jehova de todo corazón ,
no te apoyes en tu propia prudencia esta vez, alma mía, El no quiere
destruirte, el te ama, El es tu bien alma mía confía en El.
Espero que estas palabras puedan servir para subrayar en los apuntes
de su propia lección aprendida con Dios, algo tan importante como es
la confianza plena en El, y que en este nuevo año pueda disfrutar
mucho más de las bendiciones que ya le ha dado.