miércoles, 12 de enero de 2011

Codigo de amor y respeto

Descifrar el código de comunicación entre el esposo y la esposa implica comprender una cosa: que el respeto incondicional es tan poderoso para él como el amor incondicional lo es para ella. Aprender a descifrar el código de su cónyuge no siempre es algo que se logré en un día, un mes, ni un año. Escuché a este esposo que vino a verme buscando consejo porque estaba tratando sinceramente de amar a su esposa. Él escribe:

"Gracias por todas sus sugerencias y su apoyo. Pero sigo perplejo ante el abismo que existe entre mi percepción y la realidad. Cuando emprendí este esfuerzo, tenía esperanzas pero pocas expectativas, y estaba feliz de los efectos inmediatos y positivos de la conducta "amorosa". No era difícil para mí morderme la lengua y no "luchar" cuando me preparaba para hacerlo. Creo que mientras me sentía arrepentido, me resultaba fácil ser humilde y aprovechar cualquier cosa que se presentara en mi camino.

"La dificultad comienza cuando empiezo a ver que las cosas vuelven a la normalidad. Cuando bajo la guardia, comienzo a hablar o compartir, resulta que por debajo las cosas son muy inestables y sensibles. Cuando las cosas empezaron a ir mal la semana pasada, sucedió con suma rapidez y yo me sorprendí al oír cómo los mismos problemas continúan siendo tan duros y desagradables como antes. Odio oír que soy el enemigo de ella. Es doloroso oír que pregunte: '¿Por qué quieres mortificar mi espíritu?' Es extremadamente difícil no explotar de rabia cuando la oigo decir que no cree que yo la ame, o que nunca voy a cambiar, o que cometió un error y no soy el hombre que ella pensaba que yo era.

"Seguramente todo hace parecer que el camino es largo y quizás infructuoso. En medio de mis enojos, de echarle la culpa y de la táctica de los embrollados trastornos emocionales le oigo decir que lo que causa los problemas no es el contenido, sino más bien la forma de transmitirlo, y me siento avergonzado por mi incapacidad de comunicarme efectivamente. Las cosas han llegado a deformarse a tal extremo que me avergüenza haber sido tan ciego y permitir que llegaran a este punto. También me siento un poco abrumado porque todo este esfuerzo y tolerancia sólo nos lleve a un nivel de mediocridad, y porque ante la más mínima perturbación todo volverá a venirse abajo otra vez."

Pocos hombres pueden expresar la lucha masculina tan bien como éste. Su esposa pide amor a gritos, pero no está ayudando porque el desprecio que muestra hacia él no lo permite. ¿Por qué hay mujeres que se sienten tan libres para hacer comentarios como: "No eres el hombre que creía que eras" a sus esposos y esperar que no les afecte? ¿Cómo pueden esperar que sus esposos respondan con amor a esta clase de bombardeo? Al mismo tiempo, ¿cómo es posible que los hombres se metan en semejante lío por ser tan ciegos en primer lugar?

Respeto incondicional:¿un oxímoron?

Cuando hablo a las esposas, no tienen problemas para comprender el concepto de amor incondicional. Después de todo, ellas fueron creadas de esa manera. Pero cuando menciono el concepto de mostrar respeto incondicional hacia los maridos, resulta mucho más complicado. Pocas parecen haber tenido en cuenta 1 Pedro 3:1-2. El apóstol Pedro revela que los esposos que "no creen a la palabra" (esto es, que son indignos de respeto) "sean ganados... por... vuestra conducta... respetuosa". Una aplicación simple es que la esposa debe mostrar una expresión facial y un tono respetuoso cuando él fracasa en ser el hombre que ella quiere. Puede mostrar respeto incondicional a su esposo con su tono y su expresión al mismo tiempo que confronta su comportamiento desamorado, y esto sin refrendar sus reacciones carentes de amor. Quizás él merezca desprecio, pero eso no lo gana más de lo que la dureza y el enojo ganan el corazón de una mujer.

Resulta interesante que al principio los hombres tampoco entiendan la idea del respeto incondicional. Los maridos y las esposas creen que el respeto hay que ganárselo. La esposa siente que su esposo no merece respeto. El esposo quiere ganárselo, pero no siente que se merezca la clase de falta de respeto que recibe de su esposa.

Sugerir que el respeto hacia el hombre debería ser incondicional hace que algunas mujeres se sientan de lo más molestas. En repetidas ocasiones, oigo de las esposas comentarios como estos: "¿Cómo puedo mostrarle respeto cuando él es tan desamorado?"... "Él no merece respeto; me ha lastimado"... "Lo amo pero me siento tan frustrada y enojada que no quiero respetarlo"... "El amor es lo que importa. Si él me amara como necesito ser amada, quizás yo tendría sentimientos más fuertes de respeto"... "Sí, yo tengo cosas que solucionar, pero el mayor problema es él y es necesario que cambie. La verdad es que debe amarme y respetarme mucho más de lo que lo hace".

Una y otra vez he oído mujeres que afirmaban no haber escuchado nunca las dos palabras, respeto incondicional, juntas en el contexto de una relación. Para ellas, es literalmente un oxímoron (un término creado a partir de la combinación de dos palabras que parecen ser incongruentes o contradictorias).

Para las mujeres, las palabras amor incondicional no son contradictorias en absoluto, y cuando no reciben amor de sus esposos, se lo hacen saber. Las mujeres responden mucho más expresivas que los hombres, que tienden a compartimentar sus emociones. Para decirlo sencillamente, las mujeres son mucho más aptas para mostrar cómo se sienten, mientras que los hombres se encierran en sí mismos. Ellos no saben cómo resolver el hecho de no ser respetados, y no pueden ponerle voz a sus sentimientos. Los esposos piensan: Si así es como ella se siente, no hay nada que yo pueda hacer. Si tengo que ganarme su respeto y soy tan malo como persona, creo que es mejor que olvide todo el asunto.

Cuando la esposa dice de plano que su esposo tendrá que ganarse su respeto antes de que ella se lo dé, deja al marido en una situación desigual. Ahora él es responsable tanto por el amor como por el respeto en la relación. Debe amar incondicionalmente a su esposa y también debe ganarse su respeto. ¿Nos extraña que él se encierre en sí mismo frente a todo eso?

Todo se remonta al rosa y el azul

El respeto hacia los esposos es una idea poco familiar para muchas esposas, pero ciertamente existen razones para sus actitudes. Parte de esto se remonta a las gafas y audífonos rosas y azules. Como una esposa dijo: "Pensamos de formas tan diferentes. Ni siquiera puedo identificarme con lo que él considera como respeto (o la falta de él).

Otra razón obvia para la brecha de respeto en las mujeres es la conducta grosera y desamorada de sus esposos. Estoy plenamente consciente de que muchas de ellas tienen buenas razones para recriminarle a su esposo ­he oído acerca de esto durante más de un cuarto de siglo. Pero ese no es el panorama completo. También está la forma de pensamiento cultural. Durante los últimos cuarenta años, la Iglesia estadounidense ha predicado el amor incondicional. Yo lo prediqué por muchos años en mi propia iglesia, sin tener idea alguna de la importancia del respeto incondicional. En aquellos años me sentía continuamente frustrado como consejero varón, al igual que las mujeres que venían a buscar mi consejo. ¿Por qué los esposos no podían amar a sus esposas como ellas necesitaban ser amadas? No era porque les faltara conocimiento ­lo mostraron más que suficiente en sus años de noviazgo. Pero ahora que estaban casados los esposos parecían carecer de la motivación para amar a sus esposas. Parecen menos entusiasmados respecto de sus matrimonios. Algo estaba faltando.

Entonces me di cuenta de que, al subrayar la importancia del amor incondicional, estaba enseñando la verdad, pero sólo la mitad de la verdad. El consejo de Pablo en Efesios 5:25 y 28 es sensato: "Esposos, amen a sus esposas , así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella... Asimismo, el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo" (NVI). Pero todo el énfasis en el amor incondicional no había motivado o equipado a muchos hombres para ser amorosos, al menos no tanto como a sus esposas les gustaría. Lo que estaba faltando era la breve frase: "La esposa respete a su esposo" (Efesios 5:33, NVI).

El respeto es el valor más arraigado en un hombre

Las mujeres deben aprender a entender y usar la palabra respeto porque, en verdad, el respeto es el valor más arraigado en un hombre. Desde que comencé a desarrollar el enfoque de Amor y Respeto en el matrimonio, supe que las Escrituras hablaban claramente de la necesidad de respeto del hombre, y mis propias observaciones confirmaban esto. Pero yo siempre fui muy curioso. ¿Resistirían estas ideas el análisis estadístico? ¿Se revelaría esta necesidad de respeto en algún sondeo realizado por un grupo encuestador de primera línea? Sí. En un estudio nacional, cuatrocientos hombres tuvieron la posibilidad de optar entre dos experiencias negativas. Si se vieran obligados a elegir una, ¿cuál preferirían soportar?

a) quedarse solos y sin amor en el mundo.
b) sentirse inadecuados y no respetados por los demás.

Setenta y cuatro por ciento de estos hombres dijo que si se viera forzado a elegir, preferiría quedarse solo y sin amor en el mundo. Para estos hombres, la mayor experiencia negativa para sus almas sería sentirse inadecuados y no respetados por los demás. Numerosos hombres han confirmado esta investigación diciéndome: "Preferiría vivir con una esposa que me respete aunque no me ame antes que vivir con una que me ame pero no me respete".

Estos hombres no están diciendo que son indiferentes al amor. Ellos saben que lo necesitan, pero necesitan sentirse respetados todavía más que sentirse amados. Quizás una buena analogía sería la del agua y la comida. Necesitamos ambas para sobrevivir, pero podemos vivir más tiempo sin ingerir comida que sin beber agua. Para los hombres, el amor es como la comida y el respeto como el agua. ¡Suficiente! El respeto es la clave para motivar a un esposo.

Una buena ilustración de cómo el respeto puede motivar a un hombre lo encontramos en nuestras fuerzas armadas ­el ejército. Por ejemplo, mi observación es que los grandes líderes motivaban a sus tropas a través del honor incondicional. Cuando un general respeta a sus hombres y cree en ellos más de lo que ellos creen en sí mismos, estos soldados se quieren perfeccionar, quieren ser mejores, quieren desarrollar el potencial que su general ve en ellos. Dichos hombres desean servir. ¿Por qué cree que lo llaman el "servicio" militar?

Los hombres no solamente quieren servir, sino que también están dispuestos a morir en combate. Hay algo en muchos hombres, puesto allí por Dios, para luchar y morir por honor, para luchar y morir por mujeres, niños y compañeros. Un hombre que básicamente tiene buena voluntad servirá a su esposa e incluso morirá por ella. No se espera de la mujer que muera por su esposo.

Por supuesto, hay esposas que llevan esto al extremo. Quizás haya oído la historia de la mujer que dijo a su marido: "Oh, Miguel, vives diciendo que morirías por mí, ¡pero nunca lo haces!" Eso es sólo una historia diseñada, por supuesto, para provocar una sonrisa o una carcajada, pero no es gracioso cuando los hombres que están dispuestos a morir por sus esposas son tratados con desprecio y sin respeto.

Los escritos de Pablo ordenan claramente que los esposos deben amar a sus esposas con amor ágape (ver Efesios 5:22-33), pero ¿existe algún lugar en la Escritura donde también se instruya a los hombres que respeten a sus esposas? Después de enseñar a las mujeres a mostrar una conducta respetuosa hacia sus maridos (ver 1 Pedro 3:1-2), Pedro continúa diciendo que los maridos deben vivir con ellas sabiamente "dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida" (1 Pedro 3:7). Cuando Pedro usa la frase "dando honor a la mujer... como a coherederas de la gracia de la vida", está diciendo que los esposos deben valorar y apreciar a sus esposas como iguales dentro de la gracia de Dios. Pablo coincide cuando escribe que en Cristo "ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).

Yo creo que el orden bíblico de las cosas es que el esposo debe ser considerado el "primogénito entre muchos hermanos". Con esto quiero decir que él es un igual de ella, pero fue llamado a ser el primero para proveer, para proteger ­e incluso morir si fuera necesario. Cuando él la honra como primera en importancia y ella lo respeta como el "primero entre muchos hermanos", su matrimonio funciona. Cuando él espera que ella lo respete, pero él la menosprecia, la desinfla. Cuando él siente que ella está tratando de ser una reina mandona, él no puede descubrir el verdadero corazón de ella. Cuando ella espera que él la proteja, pero después lo acusa de ser demasiado paternal o condescendiente, ella lo desinfla. Cuando ella siente que él está tratando de ser "más que igual" o mayor, no puede descubrir el verdadero corazón de él.

Maridos, no digan: "¡yo te lo dije!".

Los esposos deben prestar atención a una palabra de advertencia. Para muchas esposas, oír que la Biblia enseña a las mujeres a mostrar respeto incondicional a sus esposos es un dato gigantesco. A menudo, resulta algo que probablemente las esposas no hayan oído jamás. Un esposo sabio no usará esta información como un arma, sino será humilde. Permitirá que su esposa procese lo que aprendió y luego actúe en consecuencia. Entonces, pueden ocurrir milagros.

Cuando la esposa se acostumbra a la idea de respetarlo, y le agrada hacerlo, su esposo se sentirá complacido. Pero, lo más importante, esto provocará que el esposo dé amor incondicional a su esposa. La situación perdedor­perdedor ahora se convierte en ganador­ganador.

Ya no existirá ningún temor por ninguna de las partes. Las esposas no se van a sentir avasalladas por sus esposos ni los esposos ejercerán poder sobre ellas.

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