miércoles, 15 de septiembre de 2010

SILENCIO

Muchas veces nos metemos en problemas por hablar. Por hablar de mas, por hablar de menos, por hablar cuando no deberíamos hacerlo, o simplemente por hablar impulsados por el enojo y la injusticia.Cuando era niña me metía en problemas por hablar, y muchas veces era por contestar cuando me retaban o me corregían.

Un día estaba leyendo mi Biblia y llegue a un versículo que decía así:

“Èl fue oprimido, pero cuando se le afligió se sometió y no abrió su boca, como un cordero que es llevado al matadero y como oveja delante de sus trasquiladores, se enmudeció y no abrió su boca” Isaías 53:7

Este versículo habla sobre Jesús, cuando lo persiguieron y lo aprisionaron. Cuando fue presentado ante los que lo condenaron, ante el pueblo. Lo escupieron, lo golpearon, lo insultaron, lo acusaron, lo latigaron y como si fuera poco lo mataron. Pero nunca se defendió, ni agredió a los que lo condenaron.

Yo siempre me pregunte como hubiese sido si Cristo hubiera hablado, se hubiera enojado y contestado, se hubiera defendido y a la única conclusión que llegue fue: hubiera causado problemas. Hubiera causado problemas por los que nosotros estaríamos pagando hoy, porque hubiera quedado como un rebelde, como un desobediente de Dios y no se hubiese cumplido la Palabra de Dios a traés del profeta Isaías y eso concluiría en que no era el Mesías.

A partir de que empecé a meditar en la Palabra sobre el silencio, entendí que muchas veces es mejor callar aunque tengamos muchas cosas por decir. No significa someterse a los demás o ser un perdedor, simplemente ser un “evitador de problemas”.

Quizás no tengamos que callar en otras situaciones, pero si respetar el silencio de los demás, calmar la ansiedad, y solo dejar silencio en medio hasta que calme la situación.

Sigamos el ejemplo que Jesucristo nos dejo, aprender a callar y ser mansos que aunque cueste recibiremos nuestra recompensa “Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5)

Problemas

Me puse a meditar en esto, y muchas veces estamos en el medio de una tormenta de problemas en nuestras vidas que estamos varados en el medio de todo. Nos sentimos solos, desalentados, y los problemas hacen tanto ruido en nuestra cabeza que cuesta escuchar la voz de Dios y encontrar su Paz.

Jesús nos dijo en Mateo 28:20 “He aquí Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” y Números 23:19 nos dice “Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará?; habló ¿y no ejecutara?”

Cuando estemos en los peores problemas, en el medio de la tormenta espantosa, esa que da hasta miedo y nos asusta, esa tormenta que nos desgana, que nos saca las fuerzas, que nos tapa todo el horizonte y no nos permite ver más allá, recordemos lo que nos dijo Jesús, El no miente. Solo volteemos la vista y lo veremos atrás nuestro guardándonos de todo mal. Pidámosle ayuda, le recordemos Su palabra, clamemos a El por paz en la tormenta, por fuerzas para no desmayar, por valentía para hacer lo que nos mando. Y solo escucharemos “tranquilo, no desmayes, ESTOY CONTIGO

No hay nada más alentador que escuchar esas palabras en que salen de Su boca y llegan a nosotros trayéndonos tranquilidad, paz, gozo, amor y nuevas fuerzas.

Les animo a orar en el medio de los problemas mas difíciles, con Fe, confiando en El y veremos como con una sola orden de su boca, calma la tormenta.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Los celos

"El celoso cree amar, pero no hace sino buscar su propia seguridad interior...".

"Los celos son siempre síntoma de debilidad moral y de gran pobreza afectiva"

Pierre Daco

Llamamos celos a esa manera de control obsesivo que se pone en marcha ante el miedo a perder una "posesión". De nuevo nos encontramos con que los pensamientos pueden desencadenar emociones negativas y su control racional lograría desarticular esa emoción particularmente obsesiva.

Aquí hablaremos principalmente de los que se dan en la relación amorosa, aunque en la vida cotidiana también hay personas que muestra envidia por cualquier cosa que posean otros. Los celos suelen darse en personas dependientes con una frágil autoestima que se sienten terriblemente vacías ante la posibilidad de perder al ser amado. Su vida nunca ha sido cultivada interiormente necesitando constantemente del apoyo de unos u otros para poder proseguir en su andadura. Los celos son su manera de controlar aquello que temen perder previendo en todo momento que la simple posibilidad de "abandono" no llegue a darse. Pero al contrario de lo que esperan, su constante control y desconfianza producen otro efecto. La persona víctima de los celos del otro, se siente cada vez más agobiada y necesita huir de tal aprieto. Los celos siempre acaban produciendo el efecto contrario del deseado: el receptor de los celos no aguanta más una fidelidad nunca creíble por más justificaciones que lleve acabo y el celoso se siente atormentado por su fijación de ideas y desesperado cuando por fin la consecuencia previsible es la ruptura de la relación tan protegida.

La desconfianza en los propios valores crea indefensión y dependencia en los otros. Aman con locura absorbiendo cada milímetro de su amado sin dejar que se abra un minúsculo hueco entre ambas vidas. Presionan hasta agotar permitiendo la fijación de ideas absurdas en su mente de forma obsesiva que desequilibran a cualquiera. No viven ni dejan vivir porque en su temor se olvidan de permitirse el goce. Nunca llegan a estar satisfechas porque la duda siempre está visible en sus retorcidas mentes. Y hablo en forma femenina porque somos las mujeres las mayores adictas a esa negativa y deformante emoción. Las mujeres por propia naturaleza somos absorbentes, ruines, envidiosas y no solemos conformarnos con poco. Pero no quiero entrar en polémicas al establecer unas muy personales diferencias de sexo porque ello no es motivo de este artículo.

En los niños también podemos encontrar celos pero en ellos y en determinadas situaciones son comportamientos normales. El niño siempre inseguro en sus primeras etapas de desarrollo precisa del cobijo y del afecto que le proporcionan los padres. Esto lo mantiene en equilibrio. Cuando la mamá, suministradora principal de esa fuente amorosa y segura vuelve a quedar encinta, la inseguridad de que vayan a cambiarlo por el nuevo bebé, resurge en forma de celos hacia ese nuevo ser. Normalmente es necesario que pase un tiempo de acomodación para que el niño se percate de que nadie va a cambiarlo por otro y aprenda a compartir a sus papás con el nuevo hermanito. Esa etapa bien llevada por los padres facilita el equilibrio en el niño.

Los celos se consideran una conducta patológica cuando se instauran en el patrón habitual de la persona haciéndola sufridora de una ausencia de fuerza interior. Los celos pueden llevar a la persona inestable afectivamente a llevar a cabo algunas conductas psicópatas. La idea fija de traición está tan asentada en su interior que al verse hundida reacciona amoralmente. "¡Si no va a ser mío, no va a ser de nadie!!"- palabras dramáticas que a menudo descubren a ese ser absorbente que describíamos víctima de la emoción negativa llamada celos.

Este tipo de celos tan arraigados y profundos, necesitan una buena terapia para poder descubrirlos y vencerlos. Trabajando los pensamientos confrontándolos con la realidad ayudará a detener la fuerza con que invaden a la persona que los sufre.

Los celos nunca son positivos porque la persona tiene que creer en sí misma y valorarse sin necesidad de depender exclusivamente de otros para existir. Una relación de pareja en la que exista suficiente espacio para poder disponer de una parcela privada para cada miembro y una común para ambos logrará un mejor entendimiento y equilibrio facilitando el desarrollo de ambos.

Acaba ya con los celos, la envidia, las obsesiones y trabaja tu autoestima porque es en tu propia valía en donde encontrarás tu equilibrio.

Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo

El sexo rejuvenece

Tras estudiar a 3500 persona durante 10 años, un neuropsicológo escocés llegó a la conclusión de que las parejas que mantinen relaciones sexuales 3 veces por semana aparentan ser 10 años más jóvenes.
En estos tiempos en los que la juventud se transformó en un valor, la cirugía estética cobró protagonismo.
Son muchísimas las mujeres y los hombres que no tiene reparo en acudir al bisturí para aparentar menos edad de la que realmente tienen. Claro que lo que la mayoría de las personas no sabe es que existen otros caminos para que los efectos del paso del tiempo se hagan menos evidentes. El neuropsicólogo escocés David Weeks, del Hospital Real de Edimburgo, descubrió que el sexo puede ser sinónimo de juventud. Según un estudio que realizó el experto a lo largo de diez años de investigación, los condicionamientos genéticos son responsables en un 25% de la apariencia juvenil de las personas, mientras que el 75% restante sería producto de ciertos hábitos, entre ellos, la actividad sexual. Esta teoría no es una mera especulación, pues Weeks llegó a estas conclusiones tras observar a un grupo de 3500 personas a lo largo de toda una década. Este trabajo minucioso le permitío afirmar que las parejas que tienen relaciones sexuales tres veces por semana aparentan 10 años menos que los adultos que hacen el amor dos veces por semana o menos.
Por supuesto que estos resultados desataron la polémica entre los colegas de este profesional escocés. La mayoría de los especialistas que opinaron sobre el estudio de Weeks, sostienen que las causas del rejuvenecimiento pueden existir, pero deben buscarse más en lo psicológico que en lo orgánico. Y es que las relaciones sexuales no desencadenan por sí solas ningún fenómeno físico que pueda relacionarse directamente con un rejuvenecimiento físico, sino que los individuos que tienen una activida sexual satisfactoria se sienten mejor animicamente y eso hace que se vean más jóvenes.
Lo cierto es que sea por razones físicas o sea por causas orgánicas, está comprobado que tanto los hombres como las mujeres que se sienten plenos sexualmente tienen una apariencia mucho más juvenil. Claro que eso no quiere decir que el sexo es, a partir de ahora, la solución a todos los males, sólo se puede asegurar que acompañado de hábitos de vida orientados a conservar la calidad de vida, ayuda a detener el paso del tiempo sobre el cuerpo.
De todas formas, finaliza Weeks, nada se pierde con intentarlo.

Reflexiones para un matrimonio feliz

En el matrimonio pueden crearse trampas disfrazadas de silencio que apartan a la pareja y crean abismos en su comunicación. Tal es el caso de una televisión prendida permanentemente; la puerta de la habitación conyugal que nunca se cierra para los niños; una agenda repleta de actividades sociales y profesionales..

Pero además existen reglas de oro que siempre deben tenerse en cuenta si se trata de luchar por un matrimonio feliz y una relación ‘sana’ con nuestro cónyuge. He aquí algunas:

No dejarse vencer por la ira
Tener la fortaleza y dominio para controlar la ira que sentimos cuando estamos discutiendo.

Nunca gritarse
Moderación, educación y respeto ante todo. El grito es una agresión, independiente de lo que se diga

Pedir disculpas y admitir los errores
Para muchos el pedir disculpas equivale a una humillación, pero es grande el que reconoce que es un ser humano con debilidades y defectos y que lucha cada día por superarse.

Señalar las faltas con amor
Si resulta doloroso aceptar los propios defectos, más difícil es que nos los señalen. Por eso debemos ser delicados y compresivos para criticar o decir algo negativo al otro.
No dar cabida a la negligencia, descuido o apatía
En el amor debe existir una sana exigencia. Siempre tenemos que buscar lo mejor para la persona que amamos, aunque a veces sea necesario exigirle. Cuando no amamos, nos da igual si la persona se supera o no.

No dejar un problema sin resolver
Humildad para hablar, para aceptar la culpa que nos corresponde en cada desacuerdo. Olvidar los resentimientos y rencores, confiar en la pareja y prepararse para el perdón.

Todos los días decirle algo cariñoso a su cónyuge
Cuidar los detalles, los mismos que a veces se pierden con los años. Si ellos faltan, el matrimonio comienza a vivir según las circunstancias y no por el amor.
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