¿Sentiste alguna vez que Dios se ha olvidado de ti?
Creo que Israel, el pueblo de su pacto, se sintió así cuando no supieron de Él.
Creo que Israel, el pueblo de su pacto, se sintió así cuando no supieron de Él.
Al comienzo del libro de Éxodo vemos a los israelitas doblados por la agotadora servidumbre de la esclavitud egipcia. Durante los dos primeros capítulos, el cielo está en silencio. El pueblo estaba siendo severamente maltratado, y sus gemidos y lamentos llegaron hasta Dios.
Cuando sentimos que Dios se ha olvidado de nosotros en nuestra tribulación, y nuestro dolor es demasiado profundo para expresarlo en palabras, debemos acordarnos de su fidelidad. Su carácter fiel nos llega de varias maneras:
Dios escucha. Aunque no estaba hablando durante ese tiempo estaba allí. Dios escucha en este momento el suspirar más profundo y los sonidos indescriptibles de agonía en nuestro corazón.
Dios se acuerda. Cuando escuchó los gemidos de Israel se acordó de su pacto. Otra manera de decir esto es que era el momento correcto para que Él cumpliera las promesas que le había hecho a Abraham (Génesis 12; 15; 17). Cuando Dios promete algo, lo cumplirá a su tiempo.
Dios ve. Ve el dolor obvio. Creo que también ve el dolor que hay detrás del dolor. Ve las aflicciones íntimas de tu corazón. Ve y está listo para responder con compasión y redención.
Dios sabe. Su conocimiento de la difícil situación de los israelitas era más que aprobación intelectual. Era una comprensión íntima. Él sabía que era el momento de levantar a un libertador (Moisés) para redimir a su pueblo, y sabía que era el momento de revelarle más de Sí mismo a ese pueblo (Éxodo 34:6-7).
Dios también escuchó nuestro gemir debajo de la servidumbre del pecado. Se acordó de su amor por nosotros. Vio que no podíamos salvarnos a nosotros mismos. Sabía que era el momento de enviar a Alguien que pudiera entrar en este mundo de dolor, revelarnos la profundidad de su amor y liberarnos de la esclavitud del pecado (Juan 1:14; 3:16-17). Envió a un Libertador. Envió a Jesús.
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