“Más si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”. (Deuteronomio 4:29)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 11:1-13
La Biblia nos enseña a descubrir la necesidad que todo ser humano tiene de conocer y buscar a Dios. En este contexto buscar significa: Emplear todos los recursos con que se cuente para encontrar o conseguir lo que tanto necesita nuestra alma, es decir, el amor de nuestro Padre Dios.
Pero nuestra forma negativa de pensar nos hace ver circunstancias arbitrarias, difíciles e imposibles de resolver. Aunque todo parezca acabarse, aunque aparentemente la vida no tenga sentido, y nos veamos encerrados en un sin número de situaciones, si buscamos a Dios lo hallamos: «Si buscares a Jehová... lo hallarás». El vendrá como Padre, Consejero y Proveedor a presentar respuestas claras e inmediatas, y así podremos ver sanidades, prodigios y milagros.
Es necesario entender que «ahora» es el momento para reaccionar, para tomar aliento, nuevas fuerzas y decidir encontrarnos con Él cada día. La fórmula para vivir la clase de vida que Él quiere para nosotros, dentro de sus parámetros, está en Mateo 6:33 «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las cosas os serán añadidas».
Busque a Dios con diligencia, sin medida, sin freno y persevere sin desanimarse, porque sólo así logrará vencer en todas las situaciones adversas que se le presenten. Acérquese a Dios, disfrútele, realícese como persona en todas las áreas (espíritu, alma y cuerpo), fruto de buscar y tener comunión con su Santo Espíritu.
Los principios dados por Dios no son exigencias de un juez castigador; son verdades que nos llevan a vivir una vida de prosperidad para nosotros y para nuestras generaciones venideras. Esto es lo que continuamente he podido experimentar en mi vida, en mi familia y en todos aquellos quienes han recibido con fe esta enseñanza. Usted también puede descubrir hoy que Él está al alcance de su mano. Tan sólo anhélelo con todas sus fuerzas y persevere hasta hallarlo.
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Padre, cuán grandes verdades tienes para mí en tu Palabra, tus promesas me hacen vivir confiado, entiendo que tus mandatos y preceptos no son imposibles de cumplir, por el contrario son hermosas oportunidades para recibir bendición y prosperidad para mí y los míos. Te pido Señor que me enseñes a ser un hacedor de tu Palabra en todo tiempo, Amén”.
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