viernes, 11 de enero de 2013

Seguro de vida



“Pues el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos; pero aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte por medio de un solo hombre, Jesucristo.” Romanos 5:17
(Nueva Traducción Viviente).
Estando en mi luna de miel el Señor nos sorprendió a mi esposa y a mí al rentarnos un automóvil de lujo. Deportivo, color plateado, quemacocos y asientos de piel. El sueño de todo hombre. Cuando lo comencé a manejar me sentía como niño con juguete nuevo. Manejando hacia Key West en Florida no le podíamos pedir nada más a nuestro Dios. Paisajes incomparables recorriendo una carretera que está construida sobre el mar, nubes inmensas demostrando la majestuosidad de Dios, aves que solo se ven en ese sitio, canciones cristianas en el estéreo, y por supuesto un par de enamorados deleitándose.
Arlene y yo llegamos a una playa hermosa. Estuvimos ahí por un rato y después tomamos el camino hacia la salida, en eso vi unos pelicanos que llamaron mucho mi atención. Paré el automóvil al lado del camino y les observé. Después de no dejar pasar ese espectáculo arranqué el automóvil y avancé, seguido de un sonido escalofriante ¡Crrrrshshss!; choqué con una roca la parte delantera del flamante vehículo. Mi primer pensamiento fue: se acabó el dinero para el resto de la luna de miel. Al rentar el automóvil había pagado por un seguro, no obstante lo normal es que se paga un deducible por cualquier accidente. Y haciendo cuentas mentales comencé a preocuparme.
Al día siguiente mi Amada y yo oramos al Señor para que nos ayudara, considerando que estábamos en nuestra luna de miel lejos de nuestro país. Llegamos a la agencia de autos y les mostré el daño que le había hecho al automóvil. Comenzaron a tomarle fotos y me pidieron que me acercara. Fui hacia la encargada quien tenía una carpeta en sus manos, ¡hasta aquí llegaste Richy! -pensé. Pero para mi sorpresa la señorita dijo: se puede ir, su seguro lo cubre todo. ¿No tengo que pagar nada? -pregunté. Y ella respondió ¡Así es, nada!
Mi Dios sabía que iba a tener un accidente y por eso me dirigió a comprar un seguro que me librara de pagar cualquier cantidad de dinero. Al salir de ese lugar me pude ir sin pendiente a seguir en nuestras vacaciones.
 Lo descrito anteriormente me hizo reflexionar acerca de otro seguro que el creyente tiene: la gracia de Jesús. Cuando una persona nace de nuevo Dios les extiende Su gracia como seguro de vida. Pues el Todopoderoso sabe que existirán ocasiones en las que el creyente pudiera caer y lejos de ser condenados Él extiende Su amor para evitar que toquemos el suelo. Cuando un creyente peca, éste debe confesar su pecado y mostrar voluntad de buscar un arrepentimiento genuino, pero jamás deberá llenarse de culpa o sentir temor de perder lo que Dios ya le ha dado. Esto sería menospreciar la gracia y misericordia de Dios.
Un creyente no debe vivir con miedo a equivocarse o esperando castigo de parte de Dios cada vez que se equivoca, sino “manejar seguro por la vida” con el seguro de la gracia de Dios. Pues las Escrituras dicen:
“En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.” 1 Juan 4:17:18 (Nueva Versión Internacional)
Dios te ha dado un flamante y nuevo corazón, para que con la ayuda de Jesús lo uses. Pero no solo eso, Él te ofrece el seguro para guardarlo y hacerlo mejor cada vez. Descansa en Jesús y Su obra completa de la Cruz para tu vida.

HOY LO SABES, TIENES UN SEGURO DE VIDA QUE JAMÁS TE FALLARÁ: JESUCRISTO.

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