En 2 Reyes 4, se nos narra la historia de la mujer que insistentemente invitaba al profeta Eliseo a que comiese en su casa. El verso 8 comienza con las palabras: Aconteció que un día. Porque todo lo que hace falta para que tu vida cambie es que algo pase, un día. La vida se vive día a día, pero se experimenta en temporadas, por épocas. Y todo lo que hace falta para que toda una época nueva llegue a tu vida es un día.
Todos tenemos en nuestra memoria un día. Hay días buenos, y días malos. Muchos lo que recuerdan es el día en que los despidieron, el día en que los traicionaron; y ese día marcó todas sus temporadas. Si te quedas parado en un mal día, puedes dañar, arruinar, todas las temporadas de tu vida. Puedes dañar el matrimonio, tus hijos, la empresa, por un mal día. Pero también hay un día donde toda tu vida puede cambiar positivamente.
Aquella no era la primera vez que Eliseo pasaba por la casa de la sunamita. Dice la palabra que ella le invitaba a comer insistentemente, o sea, en repetidas ocasiones. Pero, en esta ocasión, la mujer dijo: He aquí ahora yo entiendo. En otras versiones, la palabra para “entiendo” es “percibo”.
De la misma manera, tú puedes estar viviendo la misma experiencia por mucho tiempo, sin que nada cambie en tu vida, pero hay un día en que tú dices: Ahora entiendo; porque ha cambiado tu percepción.
El profeta es símbolo de la palabra de Dios. La palabra ha pasado delante de ti muchas veces, y te has sentado a la mesa a comer con la palabra en muchas ocasiones, pero no es hasta que un día tú entiendas lo que esta mujer entendió, que toda tu vida va a cambiar.
La sunamita entendió que aquel varón, Eliseo, era un hombre de Dios. Entonces le hizo un aposento, para cuando regresara, y dice el verso 11: Aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió. Otra vez: Un día.
Eliseo quería hacer algo por esta mujer y, Giezi, su criado, le indicó que ella no tenía hijo, y su marido era viejo. Entonces Eliseo le dice a la mujer: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo.
De la misma manera, todo tu año puede cambiar, en un día. Hay un día en que tu vida puede cambiar para siempre. Lo que tú haces un día puede establecer la nueva temporada que Dios tiene para ti. Por eso, no puedes desperdiciar ningún momento. Tienes que estar alerta, porque el día que tú percibes en el espíritu que llegó algo de parte de Dios para ti, ese día, debes comenzar a hacer un aposento.
Esta mujer vio que el profeta era un hombre de Dios, y le preparó un aposento, para cuando regresara. No sabemos cuánto tiempo tuvo que esperar por su regreso, pero regresó, se quedó, y declaró una palabra sobre su vida.
La razón por la que muchos están frustrados es porque no se dan cuenta de que Dios trabaja en tiempos y en ocasiones, y entonces quieren una fe instantánea. Creen hoy, y quieren el hijo mañana. Tu temporada cambió un día, porque creíste, pero ahora te toca a ti hacer espacio, para que esa nueva temporada llegue.
Cuando tú le haces aposento, en tu casa, a la palabra de Dios, y esta palabra reposa en tu casa, algo puedes tener por seguro: Tus temporadas van a cambiar.
Hay un día donde tú entras en una conexión espiritual poderosa y, luego que se activa tu percepción espiritual, tu vida cambia para siempre, porque ya tú no te mueves por lo que el mundo dice, sino por lo que Dios dice
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