Una de las palabras que llama nuestra atención en la lectura en Isaías 54 es la palabra vergüenza.
Hay personas que tienen miedo a prosperar, porque les da vergüenza prosperar. Hay personas que reciben alguna palabra o visión de parte de Dios, y no se atreven a hablar de ella porque les da vergüenza.
Camina como lo que Dios te ha hecho, como su máxima creación. Tú no vives con la gente, sino con tu familia y con Dios. Lo que piense el resto de la gente, es problema de ellos.
Cuando la gente habla de ti, debes sentirte importante. Que hablen bien, o que hablen mal, lo importante es que hablen, porque, mientras alguien esté hablando acerca de ti, quiere decir que tú eres una persona importante.
No dejes que las habladurías de la gente, dañen tu corazón, que te atribulen, que te cambien. Si alguien habla de ti, quiere decir que, para esa persona, tú eres bien importante. Si, con todas las cosas maravillosas que Dios ha hecho, está invirtiendo su tiempo hablando de ti, quiere decir que tú eres algo grande.
Y, tenemos que entender que todo lo que esta porción de la palabra está hablando es acerca de aprender a dar fruto, a tener resultados en nuestra vida. La vergüenza nos impide fructificar. Pero, todo aquello que ha estado estéril, detenido, que no ha estado produciendo, Dios tiene una palabra de fructificación, de prosperidad, para eso.
Lo único estéril que Jesucristo se encontró en su camino fue una higuera. Y, cuando la vio, le dijo: Produces, o hasta aquí llegaste.
Todas las áreas en tu vida tienen que estar dando frutos, porque, el Dios al que le servimos, es un Dios de bendición, de prosperidad, de avance, es extravagante. Tú tienes que prosperar, entendiendo que tu prosperidad nunca será más exagerada que el Dios al que tú le sirves
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