miércoles, 16 de enero de 2013

En la tierra de Gosén



En el libro de Éxodo, vemos, entre otras cosas, las plagas que envió Dios sobre el pueblo de Egipto.
Cuando  Dios envió la plaga de las moscas sobre la tierra de Egipto, especificó, en Éxodo 8:22-23, que separaría la tierra de Gosén, en la que habitaba su pueblo, el pueblo de Israel, para que en ella no hubiese ni una mosca, poniendo redención entre ambos pueblos.
Cuando Dios envía la plaga sobre los ganados de Egipto, especificó, en Éxodo 9:4, que haría separación entre los ganados de Israel y de Egipto, para que nada muriera de todo lo de los hijos de Israel. Cuando Dios envía la plaga de granizo sobre Egipto, especifica la palabra en Éxodo 9:26 que, solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. Cuando Dios envió la plaga de tinieblas, dice la palabra que, todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.
Gosén era un lugar especial separado por Dios. Era una porción, dentro de la tierra de Egipto. Seguía siendo Egipto, con la diferencia de que, en aquel lugar, vivían los hijos de Dios. Y, en ese espacio, había una cubierta especial. En medio de Egipto, tierra de opresión, de duro trabajo y poco resultado, tierra de esclavitud, Dios había separado un lugar para su pueblo.
Gosén no es tu destino. Es un lugar de transición. Gosén no es la tierra prometida, porque Gosén estaba dentro de Egipto. La tierra prometida no era Egipto. Pero, dentro de las condiciones en Egipto, Dios separó un lugar donde el pueblo de Israel pudiera habitar. Gosén era un lugar necesario para llevar a su pueblo, al lugar al que Dios quería llevarlo.
Dios comienza a traer juicio sobre el pueblo de Egipto. Y, de todos esos juicios, el pueblo de Dios fue protegido, cuidado, guardado.
Gosén nos habla acerca de la importancia de tener una cobertura espiritual. Uno de los problemas que tiene mucha gente es que el sentido de independencia los lleva a pensar que no necesitan de ir a un lugar. Hay gente que cree que no necesita ir a una iglesia. Un hijo rebelde es aquel que sale de la protección de su hogar, no entendiendo el beneficio de la casa en que vive, y de tener los padres que tiene. Eso fue lo que le pasó al hijo pródigo. Se fue de su casa, de su cubierta, y experimentó graves problemas.
Cuando menosprecias la cobertura espiritual, menosprecias la autoridad de Dios sobre tu vida.
Hay familiares tuyos que no entienden que la misericordia de Dios les alcanza, no porque lo merezcan, sino porque tú estás de rodillas orando por ellos. No entienden que Dios te dio una promesa, y tus oraciones han llegado al trono de la gracia, y por ti Dios ha hecho un cerco de cobertura. 

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