jueves, 10 de enero de 2013

Oro, incienso y mirra



Hay una guerra, una batalla espiritual, en el camino hacia el cumplimiento del propósito de Dios para tu vida. Si dejas de luchar aceptas tu situación presente como final. Si no quieres luchar, lo que harás será sobrevivir y, lo que estás viviendo, será lo último que vas a vivir.
Pero, hay otros que sabemos que Dios tiene un destino grande para nuestra vida. Hay otros que sabemos que lo que estamos viviendo no guarda congruencia con la palabra que Dios nos dio, y ese es el conflicto: Que la palabra que Dios te ha dado, todavía, no se ha cumplido.
Cuando miramos la vida de Jesús, observamos los procesos que el pasó, y podemos ver que nunca se detuvo la batalla, antes de él entrar en el destino de Dios para su vida. Jesús pasó por varias etapas, que también las podemos identificar en nuestra vida como etapas en las que tenemos que trabajar, luchar y vencer, para seguir hacia adelante.
Al Jesús nacer, se hace viva, se hace carne, una palabra. Se levanta la estrella en el oriente, y la ven los pastores. El ángel les habló diciendo que había nacido un Salvador, y los pastores comenzaron a anunciar el nacimiento, diciendo que habían visto la estrella. A Herodes le llega la noticia de que el Salvador, aquel que los judíos habían estado esperando, había nacido. Ahora Herodes da una orden de muerte: Que maten a todos los niños menores de dos años.
Imagina, por un momento, nacer bajo una orden de muerte. Todavía no has dado tus primeros pasos, pero ya hay una orden, una sentencia, de muerte, para acabar con el propósito que Dios ha puesto en tu vida.
Cuando Dios anuncia lo que va a hacer contigo, las noticias le llegan a los Herodes. Cada vez que Dios te da una palabra, cada vez que dice que va a hacer algo contigo, Dios no lo oculta, sino que lo muestra, lo habla. Hay gente que anuncia lo que Dios va a hacer contigo. Dios va a poner personas alrededor tuyo, que van a comenzar a declarar palabra sobre tu vida. Ese anuncio va a salir a la luz, y siempre habrá alguien que quiera salir en contra de ese anuncio.
Por cada palabra que Dios te da, alguien dicta sentencia de muerte sobre tu vida.
¿Por qué razón Dios no ocultó a Jesús? Porque no hizo como con Moisés, que la mamá lo puso en aquella arquilla y lo metió en Egipto. Porque cuando sale la estrella, y el anuncio sale, definitivamente Herodes va a oír y va a declarar una sentencia de muerte, pero la estrella sale y Dios lo anuncia, no para que Herodes lo oiga, sino para que los reyes que van a traer provisión para tu sustento vengan de camino.
Cada vez que hay un decreto de muerte sobre propósito de Dios para tu vida, tú deberías estar esperando la llegada de los reyes que vienen con oro, con incienso y mirra, porque hay reyes que vienen en camino. 

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