jueves, 10 de enero de 2013

Espada



Éxodo 17 nos habla acerca de uno de los enfrentamientos que tuvo el pueblo de Israel, luego de haber salido de la tierra de Egipto. Como sabemos, el pueblo de Israel estuvo cuarenta años morando en el desierto. Luego de morar en el desierto, antes de entrar a la tierra prometida, hay una batalla que ellos tienen que librar contra Amalec.
La palabra nos dice que, mientras las manos de Moisés estaban en alto, el pueblo de Israel prevalecía en esa batalla. Mientras las manos de Moisés se bajaban, entonces, Amalec prevalecía. Durante la batalla, ese pueblo tuvo unos momentos arriba, y otros abajo. Pero, al final, la victoria estaba garantizada.
La escritura no le da el crédito de la victoria, únicamente, a las manos de Moisés, sino que nos dice el versículo 13, que Amalec fue deshecho a filo de espada.
La espada la vemos muchas veces en la palabra del Señor. Conocemos que Génesis, capítulo 3, nos dice que una espada encendida era la que marcaba el camino hacia el árbol de la vida. Y Efesios 6 nos dice que la espada es la palabra de Dios.
Generalmente, nosotros asociamos la espada con la palabra de Dios. Las espadas en la biblia se asocian con la palabra de Dios. Pero, a través de la biblia, vemos muchas espadas. Vemos espadas que se utilizan para bien, y espadas que se utilizan para mal. Muchas veces, vemos la espada en representación de victoria. Otras veces, vemos la espada en representación de una amenaza.
Quisiéramos que todas las espadas en nuestra vida sean efectivas, pero no todas nuestras espadas lo son, y no todo el tiempo nuestra espada se encuentra en victoria. En la biblia, vemos momentos donde el pueblo de Israel había sido amenazado a filo de espada. Vemos que, también, perdieron algunas batallas, y las perdieron a filo de espada. Ganaron muchas batallas y, también, las ganaron a filo de espada, porque la espada puede ser un instrumento de victoria, como también puede ser un instrumento de amenaza.
Una espada es aquello que nosotros tenemos en nuestra mano, y que tiene la capacidad de convertirse en un instrumento para Dios darnos la victoria. Dios pone espadas en nuestras manos y lo hace para darnos la victoria.
Aunque sabemos que el hecho de que las manos de Moisés estuvieran arriba o abajo tenía mucho que ver con la victoria o la posible derrota de aquel pueblo, al final, la victoria fue asignada a aquella espada. Fue la espada quien deshizo a Amalec, porque una espada bien usada, en la mano correcta, es señal de victoria.

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