La felicidad es esquiva… como podemos verlo en casi todas las áreas de la vida. Nuestra búsqueda por alcanzarla puede incluir la comida o muchas otras cosas, pero al final, sigue escapándose de nuestras manos.
¿Por qué? En gran medida, porque lo que tendemos a perseguir no suple las necesidades más profundas de nuestro corazón. Quizá brinde regocijo, distracción o placer momentáneos, pero no responde a nuestro clamor interior: un pedido desesperado de ayuda. Por esta razón, el salmista nos indica un camino mejor: «Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios» (Salmo 146:5).
¿Puedes servirte? Sí, si estás buscando la felicidad que está en el Señor. Solo cuando nos encomendamos a Dios y a su cuidado, podemos hallar la felicidad que buscamos. Únicamente al confiar en Él, encontramos esperanza y ayuda.
LEA: Salmo 146
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Cuando encontramos a Dios, podemos hallar la felicidad.
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