Solamente el Señor conoce cuánto sufre una mujer cuando no llega el hijo que tanto desea. Más difícil era en los tiempos bíblicos porque una mujer estéril era repudiada por todos. Recordemos la historia de Ana; cómo sufría los desprecios de Penina, la otra esposa de Elcana.
No, no era tan sencillo. Ana llegó a tal punto de su tristeza, de no querer comer.
Pero ésta mujer cada vez que iba a la casa del Señor suplicaba y clamaba a Dios por el milagro de tener un hijo, hasta que un buen día Ana hizo un pacto con Dios. Cuando, estando en el santuario, Elí el Sacerdote la vio orar y llorar su aflicción ante el altar, llegó a pensar que estaba borracha, pero ella le explicó su angustia.
Entonces, Eli, el sacerdote le dijo: Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido, Ana, recibió la palabra en su corazón, se levantó y fue a comer. Desde ese momento su semblante cambió, porque se llenó de fe y su actitud era otra, ya no estuvo más triste y a la noche siguiente se unió a su esposo, Dios se acordó de ella y concibió a su hijo Samuel, a quien lo dio a luz a los nueve meses, cuyo nombre significa “Al Señor se lo pedí” (1 Samuel 1:1-20).
Ana, recibió su milagro, pero para recibirlo, ella primero hizo un pacto con Dios, recibió la palabra, se apropió de la palabra, creyó en la palabra, confío plenamente en la Palabra y la puso por obra, se fue en paz y comió, ya no estuvo más triste, cambió su actitud. Fue entonces cuando dice la Biblia que Dios se acordó de ella y ¡le concedió lo que le había pedido!
Dice Isaías 54:1, “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová” esto significa: Yo voy a darte los hijos que deseas, pero antes ¡regocíjate! ¡canta! ¡grita de alegría!
En otras palabras, ¡cambia de actitud! No más tristeza, no más depresión y así recibirás el milagro.
Quizá te sientas estéril en algunas áreas de tu vida. Te sientes frustrada de que otras personas progresan y tú no. Tal vez tengas batallas con tu baja autoestima, hay heridas de rechazo y abandono en tu corazón, pero Dios te dice hoy: “Si me crees, volverás a sonreír, cantarás y gritarás de alegría”.
La fe te permite disfrutar la victoria aún antes de ver el milagro con tus ojos naturales. La fe te sostiene como viendo al Invisible (Hechos 11:27). A Dios no lo mueve tu sufrimiento, lo que mueve la mano de Dios es tu fe.
Corre a clamarle a Dios, el Corazón del Señor es un santuario reconfortante para el alma dolorida. Sea cual sea tu aflicción el Varón de Dolores te espera para encargarse de todo.
Recibe la Palabra de Dios en tu corazón. Cree la Palabra. Llénate de fe y esperanza, deja la tristeza y el lamento, cambia tu actitud, alaba a Dios y alégrate en Él; Y ¡QUE DIOS TE CONCEDA LO QUE HAS PEDIDO!
«Vete en paz respondió Elí. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.» —1 Samuel 1:17, NVI
«Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová.» —Isaías 54:1, RV60
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