Solamente esfuérzate, y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Josué 1:7.
El Señor estará con nosotros en esta guerra santa, pero exige que sigamos escrupulosamente sus prescripciones.
Venceremos ciertamente si le obedecemos con todo nuestro corazón, y si ponemos toda la energía en los actos de nuestra fe.
Si somos tibios de corazón, sólo podremos esperar a medias la bendición de Dios.
Hemos de obedecer a Dios con cuidado y meditación.
La frase empleada aquí es «cuidar de hacer», y está henchida de sentido.
Esta condición es esencial, y nos obliga a conocer la voluntad de Dios en todos sus pormenores; hemos de obedecer con prontitud y estar siempre dispuestos a obrar «conforme a toda ley».
No tenemos derecho a elegir según nos plazca, sino que debemos seguir todos los mandamientos del Señor, sin excepción alguna, y tal como nos han sido dados.
Hagámoslo con exactitud y perseverancia.
Nuestro camino ha de ser recto, que no se tuerza ni a la derecha ni a la izquierda.
No queramos ser más rígidos que la ley, ni por ligereza emprender el camino más fácil y desembarazado.
Una obediencia así nos acarreará más prosperidad espiritual.
¡Que tu promesa, Señor, no nos sea vana!
Este es un día bueno para esforzarme y ser muy valiente no en mi fuerza sino en el Señor.
Gracias Señor. Me has dado Victoria en tu Victoria en el Calvario. Ahora me queda esforzarme y ser muy valiente. Amén.
El Señor estará con nosotros en esta guerra santa, pero exige que sigamos escrupulosamente sus prescripciones.
Venceremos ciertamente si le obedecemos con todo nuestro corazón, y si ponemos toda la energía en los actos de nuestra fe.
Si somos tibios de corazón, sólo podremos esperar a medias la bendición de Dios.
Hemos de obedecer a Dios con cuidado y meditación.
La frase empleada aquí es «cuidar de hacer», y está henchida de sentido.
Esta condición es esencial, y nos obliga a conocer la voluntad de Dios en todos sus pormenores; hemos de obedecer con prontitud y estar siempre dispuestos a obrar «conforme a toda ley».
No tenemos derecho a elegir según nos plazca, sino que debemos seguir todos los mandamientos del Señor, sin excepción alguna, y tal como nos han sido dados.
Hagámoslo con exactitud y perseverancia.
Nuestro camino ha de ser recto, que no se tuerza ni a la derecha ni a la izquierda.
No queramos ser más rígidos que la ley, ni por ligereza emprender el camino más fácil y desembarazado.
Una obediencia así nos acarreará más prosperidad espiritual.
¡Que tu promesa, Señor, no nos sea vana!
Este es un día bueno para esforzarme y ser muy valiente no en mi fuerza sino en el Señor.
Gracias Señor. Me has dado Victoria en tu Victoria en el Calvario. Ahora me queda esforzarme y ser muy valiente. Amén.
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