En 1 Samuel 17, vemos el momento en que David se dispone a enfrentar a Goliat, no sin antes preguntar cuál sería la recompensa; a lo que su hermano responde, cuestionando la intención del corazón de David. ¿De dónde vino aquella segunda voz? De su hermano. Cuando vas hacia tu milagro, cierra la puerta, no dejes que los demás lo sepan, porque esa segunda voz está en todas partes, esperando para cuestionar tus acciones de fe. Y esta segunda voz no es del vecino, sino de tu hermano, de tu tío, de un familiar. Cierra tus labios y, cuando hayas recibido tu milagro, entonces, diles: Aquí está; Dios me dio el milagro que yo estaba esperando.
No cuentes tus planes. Cuando vas a la guerra, no le dices a tu enemigo lo que vas a hacer. Cállatelo. Si vas a guerrear contra las deudas, tú tienes que entender que todo el mundo allá afuera también tiene deudas, y ellos no quieren que tú salgas de las tuyas. Van a cuestionar por qué tú eres libre de deudas. La gente endeudada no quiere que tú seas libre de deudas. No les digas que vas camino a ser libre de deudas porque, si ellos no lo saben, no pueden ser voluntarios del diablo para convencerte de no hacerlo.
Todo lo que hemos perdido, ha sido a causa de una segunda voz. Abraham perdió la mitad de todo por esa segunda voz. Pero tú no tienes que hacer caso a esa segunda voz. David nunca le respondió a Eliab, su hermano. Él no le prestó atención. Él estaba allí para matar un gigante. Si vemos la historia, él nunca regresó al campamento de las ovejas. Goliat puso a David en el trono. David nunca hubiera sido rey, sin Goliat. No tengas miedo de tu Goliat. Él te va a poner en tu trono. Va a ser columna para ti.
Esa segunda voz va a todas partes contigo. Te dice que Dios quiere que vivas en pobreza, por ejemplo. Si Dios quisiera pobreza en su iglesia, ¿por qué la Biblia no menciona recompensa alguna en la que Dios te haga pobre por hacer algo bien? Dios nunca usa la pobreza como recompensa. Si Dios quisiera que fueras pobre, él te haría pobre como recompensa por el bien que has hecho. Por el contrario, Dios da riquezas, tierra, abundancia. Pero la segunda voz te quiere pobre, te quiere endeudado.
Cuando hablamos de evangelismo, sabemos que hemos sido llamados a predicarle al mundo entero, pero ¿sabías que el evangelismo tiene muy poco que ver con espiritualidad? El mundo ha sido evangelizado muchas veces. Coca-Cola ha evangelizado el mundo. Toyota ha evangelizado el mundo. Pero ellos no lo hicieron en pobreza, sino con un gran presupuesto, con las mejores ubicaciones, con grandes pancartas, con anuncios de televisión, con millones y millones de dólares. La evangelización del mundo es un tema de finanzas. El evangelio puede llegar, hasta donde nuestro dinero lo pueda llevar.
De manera física, podemos estar tan solo en un lugar al mismo tiempo; pero, a través de las finanzas, podemos estar en todas partes. El equipo para difusión televisiva cuesta dinero, la transmisión cuesta dinero; pero, gracias a esto, se evangelizan muchas partes del mundo. Mientras el dinero esté ahí, puedes estar físicamente en un lugar, pero estar en todas partes al mismo tiempo. Entiende esto: No hay nada malo con el dinero; solo una cosa: Está en manos de la gente incorrecta. Cuando los hijos de Dios lo tengamos, el mundo va a florecer; no habrá niños hambrientos, personas sin hogar; la bendición alcanzará a todo el planeta. Todo esto está en tu corazón. Tú quieres que los niños hambrientos coman; todo lo que necesitas es el dinero, necesitas saldar tu hipoteca, tu carro. Si el dinero de los pagos a tus deudas estuviera disponible para el evangelio, sería como una fuente de agua viva, que alcanzaría al mundo entero.
Cuando Moisés llegó al río Jordán, y era ya el momento de entrar a la tierra prometida, envió a los espías a reconocer la tierra. Cuando regresaron, Caleb dijo: Podemos hacerlo; hay gigantes en la tierra, pero podemos hacerlo. Pero diez de ellos dijeron que no; dijeron: Nos sentimos como saltamontes ante sus ojos. No hay nada malo cuando el diablo piensa que tú eres un saltamontes; eso está bien; pero no comiences tú a creer que lo eres. Tú fuiste hecho a imagen y semejanza de tu Dios. Tú eres poderoso para destruir fortalezas, eres más que vencedor; pero, cuando tú te ves a ti mismo como saltamontes, no puedes pelear.
La primera voz dijo: Podemos ganar. La segunda voz dijo: Es una buena tierra, hay uvas grandes, pero no podemos hacerlo; nos sentimos como saltamontes. La segunda voz le costó a toda una nación cuarenta años.
Lo que necesitas hacer es lo que hizo Pablo, cuando la serpiente lo picó: Sacúdete. El rompimiento financiero viene, pero no va a llegar mientras una segunda voz controle tu vida. Tú estás listo; es tiempo de moverse, debes marchar, pero tienes que tomar autoridad sobre esa segunda voz en tu vida. El diablo ha hablado acerca de ti por demasiado tiempo ya. Dile que se calle, y créele al profeta. Vas a prosperar.
Los espías están equivocados. Escucha al ungido de Dios. Es tiempo para una nueva temporada. En ocasiones, en una nueva temporada, no puedes llevar mucho equipaje; y definitivamente, no necesitas a esa segunda voz rondándote. Apágala. No más. Haz lo que Dios dice. Cuando Dios hable, tú di: Sí.
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