Cuando Dios creó las lumbreras, las creó con su palabra. La luna y el sol ocupan espacio, son materia, y han durado millones de años, apoyados por la palabra de Dios. De la misma manera, hay cosas en nuestra vida que no se van. Quizás has tratado de entregarle tu casa al banco, y el banco no te la ha querido coger. Y es que esa es la casa que Dios tiene para ti. No hay banco, no hay problema económico, no hay nada que te la pueda quitar, tiene durabilidad, porque está apoyada por la palabra de Dios.
Y una de las características que tienen las cosas de Dios en nuestra vida es que duran.
Por eso dice la palabra que instruyas al niño en su camino, y aun cuando fuera viejo, no se apartará de él; porque la enseñanza que tú le das a tus hijos dura porque, cuando está apoyada por la palabra de Dios, tiene durabilidad.
Y este mensaje es para que aprendas a identificar aquellas cosas en tu vida que son de Dios, y las que no lo son; porque a todas llamamos tesoros, pero a la hora de la verdad, solo las que duran son las de Dios, porque están apoyadas por la palabra de Dios, y la palabra de Dios es para siempre.
A los tropiezos del pasado, podemos llamarlos fracasos, o podemos llamarlos cosas que no eran de Dios y, como no eran de Dios, por eso no están con nosotros hoy. ¿Quieres tú algo que no es de Dios en tu vida? Pues lo mejor que puede haber pasado es que se haya ido, que haya terminado, que ya no esté aquí, que ya no sea parte de tu vida.
Por eso es que los problemas tienen fecha de expiración; porque los problemas no son de Dios. La maldad no es de Dios, no tiene durabilidad, no permanece para siempre.
En Génesis dice que Dios dijo: Sea la luz; y lo que ha estado pasando todo este tiempo es que esa palabra “luz” ha seguido rebotando en el cielo, y en el cielo no hay polilla, no hay moho, no hay ladrón que interrumpan el fluir de la palabra: Luz, luz, luz… Por eso, cada mañana, cuando te levantas, sabes que fuera de tu ventana va a haber luz. Y puede ser un día lluvioso, y estar todo lleno de nubes, y sabemos que el sol no se ha desaparecido, porque el sol está sostenido por la palabra de Dios, desde que él dijo que se hicieran las lumbreras. Y nunca va a desaparecer. Nunca viviremos en un mundo sin aves, ni sin animales, ni sin plantas. Quizás se han extinguido algunas aves, pero tenemos aves, y siempre las tendremos, porque la palabra de Dios sigue dando vueltas en la expansión de la eternidad.
Enfócate en aquellas cosas que están sostenidas por la palabra de Dios. Tu prosperidad está sostenida por la palabra de Dios.
El tiempo es maravilloso. Hay quienes detestan el tiempo; no quieren ni contar los años que tienen, no quieren esperar para nada; cuando, en realidad, el tiempo es una de las cosas más maravillosas que hay, porque el tiempo revela el carácter de las cosas. El tiempo es la respuesta a muchas cosas en nuestra vida. Esperar un poco por algo, nos dice si realmente lo queríamos o no.
Dios tiene tres respuestas: Sí, no, y todavía. Si la respuesta de Dios a tu petición, hasta el momento, ha sido todavía, es porque no estás preparado, pero no deja de ser de Dios, y mientras esté del lado de Dios, se va a manifestar, no se va a acabar, sino que es cuando pasen a tus manos que entonces comienza a correr el tiempo. Por eso hay cosas que arrebatamos por desesperación, y se nos dañan; dejan de ser de Dios, porque no les dimos su tiempo.
De la misma manera pasa con nuestra ofrenda. Queremos sembrar una semilla hoy, y mañana tener el fruto, cuando, en toda semilla, la clave es el tiempo. Puede que sea el mejor terreno y la mejor semilla, pero, si no pasa el tiempo que tiene que pasar, no pasa nada. ¿Estás dispuesto tú a esperar el tiempo de Dios para recibir las cosas que van a perdurar en tu vida? Porque no se trata tan solo de que lleguen, sino de que, cuando lleguen, duren, y que puedas tenerlas como los tesoros que son, porque provienen de Dios.
Cuando siembras una semilla, la pones en manos de Dios y, como Dios tiene el control, sabes que va a dar frutos, y que ese fruto va a permanecer.
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