miércoles, 27 de enero de 2016

Sembrar para cosechar

Vienen tiempos malos. Esta expresión podría llevarnos a reflexionar y pensar “deberíamos ser positivos”; pero la realidad es que estos tiempos que se avecinan no son positivos, a no ser que tú sepas quién tú eres. Estos no son tiempos para aquellos que tienen una crisis de identidad. Vienen cambios. Habrá bancarrotas. Habrá gente que se mudará por miedo. Pero aquellos que somos ya personas mayores, sabemos que las cosas continúan cambiando. Ha habido tiempos malos anteriormente. Estos son tiempos en los que los perdidos sufren; pero estos son tiempos donde los hijos de Dios que tienen entendimiento son promovidos.
Hay casas que, ahora mismo, son muy caras como para tú comprarlas; pero, cuando el miedo llega, esos precios comienzan a bajar. Ve a la urbanización donde quieres vivir, y escucha las casas; van a comenzar a llamarte, diciéndote: Pronto estaré disponible en el mercado; muda tu familia cristiana aquí; tengo que ser librada de esta familia que me tiene ahora. Los carros te comenzarán a hablar, diciendo: Pronto estaré a la venta.
Si entiendes los tiempos y las temporadas, te puedes mover hacia adelante, hacia arriba. Y es este tiempo en nuestras naciones.
Cuando los ángeles se acercaron a Gedeón, y le dijeron “hombre valiente y esforzado”, él preguntó: Si Dios está en control, ¿dónde están los milagros? Pero tú, entiende que cada vez que el mundo entra en recesión, los hijos de Dios que entienden lo que es el poder de Dios para hacer milagros, crecen, abren negocios, se mudan a mejores casas. Pero, ¿qué tiene que pasar? El poder de Dios tiene que romper el poder de la deuda en tu vida. Si la deuda no se rompe en tu corazón, sufrirás de las crisis junto con el sistema del mundo.
Cuando hablamos de deudas, la cantidad que no deja dormir a unos, es como nada para otros. Pero es importante que entiendas que Dios cancela deudas en todos los niveles.
En 2 Reyes 4, se nos narra el momento en que acreedores se prestaban a tomar como siervos a los hijos de de una viuda, como pago por sus deudas. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 2 Reyes 4:2-3
Eliseo no le dijo que tomara prestadas cinco vasijas; no le dijo que buscara tres; no le dijo diez. Él le dijo, en otras palabras: Consigue tantas como tú quieras. Nadie quiere creer esto, pero sigue siendo verdad: El tamaño de todo milagro es el mismo cuando sale del cielo. No hay límite en el tamaño del milagro. Pero nosotros reducimos su tamaño con nuestra incredulidad. El tamaño de tu milagro depende de ti. Todo milagro que sale del cielo es un milagro tan grande como Dios mismo. Somos nosotros los que lo reducimos hasta llegar al tamaño de nuestra fe.
Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede. 2 Reyes 4:6-7
¿Para qué fue el milagro? Para sacarla de deudas. Pero ella entendió que el tamaño de su milagro dependía de ella. Y no solo obtuvo lo suficiente para cancelar sus deudas, sino también para un plan de retiro.
Este es un tiempo de cambio en nuestros países. Una mujer, cuando está de parto, pasa por el valle de sombra de muerte; pero, en el momento que ese bebé llora, alegría llega a la casa. Eso mismo está a punto de pasar en nuestras naciones. Habrá gente llorando la pérdida de sus empresas, gente que acepte un retiro temprano, gente yéndose de su país; pero habremos otros, muchos de nosotros, que entenderemos que esos son nuestros negocios, nuestras casas. Vamos a entrar en una nueva dimensión, prosperaremos; no viviremos dentro de esta crisis, sino que pasaremos por encima de ella. Cualquiera que viva libre de deudas, mientras que la crisis se aproxima, será como si fuese rico.
Este no es un mensaje de consolación. Las deudas hundirán barco tras barco. Las cosas van a ser difíciles. Lo vemos en los periódicos. Tú decides en qué lado de la crisis vas a estar. Las cosas no van a ser iguales; no va a ser bonito para ti, si no experimentas un rompimiento. Tú puedes salir de deudas. El enemigo está embriagado de tus deudas, pero Dios dice: Se acabó. Lo que tú tienes que entender es que, cada vez que Dios se mueve, es porque nosotros nos movemos. Tienes que sembrar, para tener cosecha. 

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