En Mateo 5, se encuentra El Sermón del Monte: Las Bienaventuranzas. Cuando se predica acerca de este capítulo, se enfatiza mucho lo bonito de las palabras de Cristo, enfatizando el momento donde Jesús dice:Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Hablan del mensaje que Jesús quiso llevar, pero de manera errónea.
Si miras lo que dice Lucas 4, donde Cristo se para en la sinagoga, coge el libro del profeta Isaías y dice: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, verás que esto lo hace refiriéndose al texto que comienza de la misma manera en Isaías 61: El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos.
En Lucas 4, Jesús predica en la sinagoga sobre la palabra profética de Isaías 61, y luego sale de allí, en su ministerio, a hablar lo que se conoce como Las Bienaventuranzas, que encontramos en Mateo 5. Estas 3 escrituras tienen la misma secuencia de pensamiento, con algo de diferencia en el lenguaje. Lo que hace a Mateo 5 la versión moderna de lo que era Isaías 61.
El propósito profético del mensaje de Jesús, en ese momento, era despertar el corazón de un grupo de selecto de personas. El mensaje no era para las masas, sino para despertar a una generación en específico. Este era también el propósito de la palabra que Dios llevó al pueblo de Israel a través del profeta Isaías, cuando quiso despertar el corazón del remanente fiel, un grupo de personas que estaba viviendo en un momento difícil, diciéndoles: Posean la tierra.
Hoy, cuando un predicador lleva un mensaje, lo hace consciente de que un gran grupo de personas lo escuchará, pero tal vez cambiará la vida de solamente unos pocos. Sin embargo, de igual forma hay que predicar el mensaje a la multitud de personas, con tal de despertar a esos pocos.
Siempre se enseñó que Jesús predicó este mensaje a la multitud; pero, si miras Mateo 5:1-2, te darás cuenta que no fue así: Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo… Aquí se ve que este mensaje realmente no fue dirigido a la multitud, sino a sus discípulos; porque, como se vio en varias ocasiones, Jesús le predicaba a la multitud mensajes abiertos a su interpretación para que, según su entendimiento, pudieran recibir sus palabras; pero, a sus discípulos, al grupo selecto, les enseñaba –como en el caso de la parábola del sembrador – aparte.
Jesús ve la multitud, sube al monte, y se sienta con sus discípulos para decirles y enseñarles que eran bienaventurados. En otras palabras, les dijo: Ustedes ven la multitud, bienaventurados son ustedes cuando ellos hablen mal de ustedes y les persigan, como persiguieron a los profetas, porque el mensaje que les estoy dando es uno profético que va a cambiar la nación.
Mirándolos a los ojos, les dice a sus discípulos (v.13-16): Ustedes son la sal de la tierra, ustedes son una ciudad asentada, ustedes son la luz del mundo. Con estas palabras, Jesús comenzó a activar el corazón de sus discípulos. Este era el mensaje profético que iba a cambiar la nación.
Jesús tuvo un equipo elite, un grupo diferente. Sembró en ellos una palabra y una mentalidad, al decirles: Ustedes son diferentes, viven diferente y tienen que caminar diferente, y por esto tienen que pensar diferente.
El mensaje de las bienaventuranzas iba dirigido a provocar el deseo de vivir una vida diferente, en un mundo de tinieblas y maldición; vivir una vida dirigida por Dios y saber y marcar en la mente de los discípulos que eran gente diferente y que fueron llamados para hacer la diferencia.
Y para eso es el mensaje que estás leyendo hoy: Para despertar algo en ti; tú que eres parte de los hijos de Dios, de los redimidos por la sangre de Jesús, de los que fueron llamados a hacer la diferencia. Recibe hoy la mentalidad de que tú no eres de la multitud, tú no eres de la calle, tú no eres de los del mundo, tú eres una persona diferente y, como Dios te hizo diferente, te ha bendecido para hacer la diferencia. Entiende que eres bienaventurado, que eres bendecido; porque, cuando lo hagas, podrás ser la sal de la tierra, la luz del mundo, ciudad asentada.
Si siempre estás caminando, actuando, hablando, viviendo igual que la multitud, comportándote igual que el resto, para no crear controversia, comportándote como los demás para así no tener pelea ni chisme, entonces, eres uno más de la corriente de este mundo, eres uno más del montón.
Rehúsate a ser de la corriente y ser un cristiano igual que cualquiera. Dios te ha hecho bendecido, para mostrar la diferencia de lo que es tener una relación con el Dios Todopoderoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario