13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Mateo 5:13
Tradicionalmente se dice que este verso quiere decir que el propósito de la iglesia es preservar, pero ¿qué es lo que tendríamos que preservar? ¿La tierra? ¿Cómo? ¿A través de la ayuda social? Cuando vemos el contexto en que Jesús declara estas palabras, eso no es lo que él está diciendo.
Tu labor es ser la sal; pero, en el contexto de la palabra del Señor, lo que implica ser sal es ser capaz de permanecer en pacto con Dios. Lo que tenemos que preservar es el pacto de Dios con nosotros; se trata de que vivamos como gente que tiene un pacto con Dios. No se trata de amarrarnos a las tradiciones, sino de vivir como gente separada para algo especial. Tenemos que caminar diferente, vivir diferente, pensar diferente, actuar diferente, reteniendo y guardando el pacto que tenemos con Dios.
Por causa del modernismo, algunas iglesias han permitido conductas que no están dentro de lo que es ser cristiano; esto, porque queremos preservar la tierra ganando más almas para el Señor; pero caemos, entonces, en ser igual al resto del mundo, cuando en realidad es necesario que vivamos bajo un grupo de reglas diferente.
En Levítico 2:13, vemos el uso que se le daba a la sal, en el momento en que el pueblo presentaba las ofrendas: 13 Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal. Era necesario presentar las ofrendas siempre con sal, porque la sal preservaba la ofrenda. En aquellos tiempos, se ofrendaba alimentos; ganado, frutos, productos de la tierra. Y, para ser parte del pacto de Dios y presentar una ofrenda, era necesario hacerlo con sal porque, si la ofrenda se perdía, el pacto se perdía. Entonces, ponemos sal para preservar la ofrenda, para que el pacto permanezca.
En una ocasión, Abraham se encuentra con Dios, y presenta cinco ofrendas. Y, cuando lo hace, comienza a espantar las aves de rapiña porque, si se comían aquella ofrenda sin que se hubiese completado el pacto, no habría servido de nada. Era necesario cuidar de aquella ofrenda para completar la transacción del pacto. En Levítico, lo que vemos es el sistema estructurado de cómo servir a Dios y, en cuanto al concepto de la sal, se dice que presentes tu ofrenda, pero, cuando lo hagas, hazlo con sal para que se preserve.
Cuando vas a la iglesia, no tan solo debes presentarte tú, sino que debes llevar un poco de sal. No literalmente, sino espiritualmente. Es fácil ir al templo a adorar a Dios, pero puede que salgas y lo dañes. Lo que hiciste el domingo no se preserva durante la semana. Necesitas algo que te ayude a preservar el pacto. No eres cristiano tan solo los domingos, sino que debes ser creyente toda la semana. Los verdaderos resultados son evidentes cuando vives toda una vida, toda tu semana, sirviendo a Dios. Cualquiera se puede portar bien en la casa de Dios, cualquiera puede adorarle en su casa; la pregunta es si tienes en ti el carácter para, durante la semana, cuando hay tentación, mantenerte cuidado, preservado para Dios, en medio del tiempo de crisis que estamos viviendo.
La gente que tiene éxito, la gente que celebramos en la palabra de Dios no fue gente perfecta, pero sí fueron gente que se preservó para el pacto que Dios tenía para ellos; se consagraron para Dios; y el éxito lo vemos, no meramente en el templo, sino en su diario vivir. Admiramos, por ejemplo, a José, porque tuvo éxito, prosperó; Dios lo puso en un lugar de prominencia, lo hizo un hombre grande en Egipto, salvó al pueblo de Israel; pero lo grande de José es que lo hizo en medio de Egipto, en medio de un sistema corrupto en el que trataban constantemente que él negara a su Dios. Una de las tentaciones que se le presentó fue fornicar con la esposa de Potifar; una persona como José, que sus hermanos lo vendieron como esclavo, pudo haber pensado como piensan muchos: No tengo nada que perder; soy esclavo y seré esclavo siempre; con todo lo que me ha pasado, merezco acostarme con esta mujer; de todos modos, mi condición jamás va a cambiar. La mente le decía: Nadie te va a ver, nadie lo va a saber. Y José pudo haber hecho como hace la gente que piensa que su vida tendrá un final negativo y que no han sido llamados para algo especial. Pero nosotros no hacemos las cosas porque la gente nos vea o no nos vea. José decidió no faltarle a su Dios, ni a su jefe, y se mantuvo cumpliendo con el pacto de Dios. José fue sal en ese instante, preservando la nación de Israel. Por su decisión, preservó el futuro de toda una generación.
El mantenerse firme, no libró a José de los problemas, porque servir a Dios no te exime de problemas, pero te asegura que Dios, un día, te va a dar la victoria, te va a dar favor y gracia, porque lo que él ve que tú haces en lo secreto, él lo va a recompensar en público.
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