El enseñarle a los hijos a orar es uno de los legados espirituales más importante que un padre o una madre cristiana les puede dejar a sus hijos. Con instrucción y el ejemplo de los padres, los niños pueden aprender que Dios desea comunicarse con ellos, que el Señor atiende sus peticiones y que hay poder en la oración. Desde una edad temprana, el enseñarles orar a sus hijos alimentará la vida espiritual de sus pequeños y les ayudará a formar una solida relación con Cristo.
Nunca es demasiado temprano para enseñarles a los hijos a orar. Aun antes que sus niños puedan hablar, tome el tiempo para abrazarlos, bendecirlos y orar por ellos. Al estar enfermos no dude de imponer manos y orar por la sanidad de sus pequeños (Santiago 5:14-15). Cuando sus hijos ya puedan hablar guíeles en oraciones simples que ellos puedan repetir.
Al poder hablar bien, permita que los niños dirijan la oración y felicíteles al hacerlo. En lo posible, tome el tiempo para indagar y orar por las peticiones de sus pequeños. El orar por peticiones, juntamente con sus hijos, alentará a sus pequeños a que expresen sus anhelos a Dios por medio de la oración. Recuerde Proverbios 22:6, “Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
se la Biblia para enseñarles a sus pequeños de que Dios desea tener una relación personal con ellos. Lea con ellos Marcos 10:13-16, donde Jesús tomó el tiempo para abrazar, bendecir y orar por lo niños. Cuéntele a sus hijos sobre como Dios se comunico con Samuel cuando este era un niño o como Josías llego a ser rey cuando tenía solamente ocho años (1 Samuel 3 y 2 Reyes 22:1). Sus niños, por medio de la Biblia, deben aprender que la edad no es un impedimento para que Dios los use o se comunique con ellos. Explíqueles que el orar es una vía personal para conectarse con un Dios que les ama, escucha y atiende.
Ese mismo Dios que atiende y ama al niño también tiene el poder para contestar peticiones. Aumente la fe de sus pequeños leyéndoles historias Bíblicas que testifican sobre el poder de la oración y la fe. Comparta con sus hijos testimonios como el de Ana que oró por un hijo y Dios se lo concedió, dígales del niño de Sunem que resucito cuando Eliseo oró o que cinco mil personas fueron alimentadas cuando Jesús oró para multiplicar los dos peces y cinco panes que un niño ofrendó (1 Samuel 1, 2 Reyes 4:8-20, Juan 6:1-15). Combine las historias de la Biblia con testimonios personales que atesten que Dios aun sigue escuchando y contestando oraciones. Los testimonios de oraciones contestadas, ayudarán a sus hijos a crecer en fe y les motivarán a presentar sus necesidades al Señor en oración.
Si usted quiere que sus hijos sean personas que oran, sea usted un ejemplo de alguien que volara y practica el orar. Recuerda se ora porque se ama a Dios y existe un deseo genuino por alimentar una relación intima con Jesús.
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