En ocasiones, nos rendimos ante los problemas, porque no nos creemos merecedores de una oportunidad, porque aquella gente que ha disfrutado de nuestras buenas obras, no nos han retribuido de acuerdo a las buenas obras que hemos hecho. Tendemos a cuestionar para qué seguir haciendo cosas buenas, todo porque no encontramos a alguien que recuerde todo lo que hemos hecho, y pensamos que nuevas oportunidades dependen de que alguien vea el valor de todo lo que hemos hecho. Pero, a través de toda la palabra, podemos ver la capacidad de Dios de recordar la obra de nuestras manos, lo que hemos hecho.
“3 Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan.”2 Reyes 20:3
No se trata del valor que otros pongan a lo que tú has hecho, sino que se trata de que Dios se acuerde de cada buena obra, y de que tú decidas no irte lleno a la tumba, sino hacer todo lo que puedas hacer, al máximo, y que lo hagas porque sabes que Alguien que se acuerda de ti.
“10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.” Hebreos 6:10
En este verso, vemos varias cosas; entre ellas, que para servir a Dios hay que servir a los hombres. Y Dios dice que él no se va a olvidar de que le serviste a él, sirviéndoles a los santos, aunque ellos se olviden, aunque ellos no lo aprecien. Dios nunca se va a olvidar de tu obra de amor, de lo que tú has hecho.
“11 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, 12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.” Hebreos 6:11-12
Cuando no entendemos que Dios se acuerda de todo nuestro servicio, nos volvemos perezosos. Y el que se vuelve perezoso, es porque ha perdido la esperanza, porque no cree que alguien se acuerde de lo que ha hecho. Está bien todo lo bueno que has hecho, pero no debes permitir que el hecho de que la gente a tu alrededor no reconozca la obra de tus manos, te haga detenerte de todo lo que todavía te queda por hacer, sino que tienes que entender que todo lo que has hecho le demuestra a Dios quien tú eres, y que tú te mereces otra oportunidad. Por lo tanto, sigue trabajando, hasta el fin, con la misma solicitud. El Dios Todopoderoso se acuerda de la obra de tus manos, y él va a hacer que la promesa que él te ha dado, se cumpla en tu vida. Aunque la gente a tu alrededor se olvide, Dios se acuerda de cada una de las promesas que te ha hecho, y se acuerda de la solicitud que hay en tu corazón para cumplir con lo que él ha dicho.
Cuando Ezequías oró a Dios, no solo le dijo que trajera a memoria las cosas que él había hecho, sino que le dijo: Recuerda que yo he hecho todo lo que te agrada. Tú no puedes comprar a Dios con tus buenas obras, pero hay algo que mueve a Dios. Dios prefiere usar a un imperfecto que tenga fe, porque si hay algo que a Dios le agrada es nuestra fe.
Esta frase de Ezequías, es muy parecida a una que hace la Biblia acerca de David, en el libro de Hechos, donde dice: He encontrado a un hombre conforme a mi corazón. Y continúa, aclarando lo que quiere decir: Quien hará todo lo que yo le pida. Este verso es muy usado para justificar el pecado. David pecó, y aun así, Dios dijo esto acerca de él. Pero este verso no tiene nada que ver con el pecado. Dios sabe que ninguno de nosotros es perfecto; pero, cuando Dios encuentra a alguien que hace todo lo que él le pida, Dios prefiere usar a ese imperfecto que, cuando él le da una orden, va y la ejecuta, antes que a un santurrón que no haga lo que él le pida.
El pecado de Saúl no fue solo robar de aquello que Dios le había dicho que no tomara; su pecado fue no arrepentirse, volverlo a hacer, no demostrar humildad alguna; su pecado fue que no hacía lo que Dios le decía que tenía que hacer. Y el problema de darle autoridad a alguien y ponerlo en una posición de poder, no teniendo el corazón correcto, sino un corazón dañado, es que no hace lo que Dios dice que tiene que hacer. Dios prefiere trabajar con un imperfecto, pero que haga lo que él le diga, sin importar lo que otros digan. Cuando Dios encuentra una persona así, Dios la usa para cumplir su propósito.
Tú mereces una nueva oportunidad de parte de Dios, si decides hacer todo lo que Dios diga, lo que él te pida. No le pidas más tiempo a Dios, tan solo para hacer lo que tú quieras, para cumplir tus deseos. No hay nada malo con esto; Dios quiere cumplir el deseo de tu corazón. Pero no te vayas a la tumba, sin cumplir con todo lo que Dios quería. Aunque nadie lo vea, aunque nadie lo aprecie, entiende que Dios no se olvida de tu obra de amor, de cada servicio que tú das. Dios se acuerda de ti, de tu obra de amor, de tu solicitud, y él ve tu fe.
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