martes, 4 de diciembre de 2012

La fé II


En Gálatas 11:9, dice la palabra del Señor que los de la fe son bendecidos en el creyente Abraham. No es que Dios te va a bendecir, es que ya tú eres bendecido.
Bendición es una posición espiritual que obtenemos a través de nuestra fe.
El verso 11 dice que el justo por la fe vivirá. Esta expresión la vemos por primera vez en el libro del profeta Habacuc. Habacuc establece esa expresión, porque estaba viviendo un momento difícil, una situación dura, dentro del pueblo de Israel. Habacuc pidió a Dios contestación y, cuando Dios le responde y le muestra las dificultades que todavía el pueblo iba a experimentar, Habacuc concluye que, para poder vivir eso, había que vivir por fe.
No hay otra manera de vivir, si no es por la fe.
Ahora, ¿qué es la fe? ¿Cómo entramos en el nivel de tener fe para vivir? Para tener fe para vivir, hay que tener fe para creer. La vida del creyente, toda depende de la fe. Dice el Salmos 37, que por Jehová son ordenados los pasos del justo. Dice el salmista, además: No he visto justo desamparado. El justo es la persona que vive por fe. La única justicia que vas a tener en esta vida es la que obtengas por fe. Es tu fe la que te hace justicia, ante las injusticias del hombre.
En los primeros tres versos de Hebreos 11, vemos varias cosas con respecto a la fe.
Entre ellas, fe es información. La palabra “fe” no es un verbo, sino un nombre. Fe es la sustancia, la evidencia, de las cosas que no se ven. La palabra “certeza” o “evidencia” –utilizada en la versión en inglés– es una palabra de connotación judicial. Es lo que se presenta ante un jurado para hacer convicta a una persona.
Hay dos tipos de evidencia: circunstancial y directa.  La evidencia circunstancial es toda aquella información que se muestra en un juicio, mostrando que las circunstancias hacen posible que esa persona sea libre o convicta, mientras que la evidencia directa es información irrefutable de los hechos.
Es difícil para un jurado cuando, a falta de evidencia directa, tiene que tomar decisiones trascendentales sobre la vida de otra persona, basadas solo en evidencias circunstanciales. Tristemente, mucha gente, por las circunstancias, pierde la fe. Las circunstancias dan información incorrecta al corazón del hombre, y el hombre puede tomar decisiones incorrectas, creyendo en una información que le ha sido dada.
Por eso no podemos depender, ni mirar, las circunstancias de la vida, sino que tenemos que recibir la evidencia que el Espíritu nos da, la información que el Espíritu nos da, información que nos muestra mucho más allá de lo que otros pueden ver. 

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