domingo, 2 de diciembre de 2012

Ayuno la Búsqueda de la voluntad de Dios.


Ayune para buscar la voluntad de Dios

¿Quiere saber cuál es la voluntad de Dios — para usted o cualquier otra cosa? Entonces siga el ejemplo de Pablo.
Cuando Cristo derribó sobrenaturalmente a Pablo en el camino a Damasco, Pablo ayunó mientras esperaba para saber lo que Cristo quería que él hiciera — conocer su voluntad (Hechos 9:6-9).
Cuando enfrente decisiones importantes en su vida y necesite saber cuál es la voluntad de Dios sobre un asunto en particular, ¡ayune! acérquese a Dios. Estudie su Palabra. Lea y medite en todas las Escrituras que sean pertinentes a su asunto. Haga conocer su petición a Dios mediante la oración. Pida por su orientación y ayuda. Busque su voluntad y Él le mostrará lo que debe hacer.

La actitud correcta

Las personas en el mundo ayunan por muchas razones, pero casi ninguna lo hace con la actitud correcta. Ellos ayunan para hacer declaraciones políticas, o por ésta o aquella causa. O ayunan para forzar su voluntad sobre Dios. Durante un ayuno, debemos buscar la voluntad de Dios — ¡no la nuestra!
Entonces ¿Qué clase de actitud es la que Dios busca? La segunda mitad de Isaías 66:2 revela la respuesta: “…pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”.
Isaías también registra lo que Dios pide para el ayuno: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad [huir del pecado], soltar las cargas de opresión [pruebas y tribulaciones]…y que rompáis todo yugo [la esclavitud del pecado]?” (58:6).
El ayuno es una gran herramienta de liberación, cuando usted está limitado por el pecado.

Claves para un ayuno eficaz

  • AYUNE CON FRECUENCIALea II Corintios 11:27. Mientras más ayune, más fácil será. Su cuerpo se irá acostumbrando a esto. En un sentido, la práctica hace la perfección. Mientras más ayune, más eficaz será. Pero tenga en cuenta que la actitud,no la frecuencia, es lo que verdaderamente cuenta.
  • UN DÍA A LA VEZUn ayuno efectivo debe continuar durante al menos 24 horas, haciendo que usted pierda al menos tres comidas. A veces, sin embargo, un ayuno más largo — de 2 o 3 días — puede ser necesario. Si este es el caso, no se enfoque en la duración del ayuno — sólo hará que parezca más largo. Y use la sabiduría. Sólo ayune por un periodo mayor de tres días si sigue asesoramiento profesional. Su ayuno puede empezar a cualquier hora, pero es más natural hacerlo de atardecer a atardecer. Además, recuerde que ayunar por una semana no necesariamente lo hace más espiritual que alguien que sólo ayunó por un día.
  • HAGA EL TIEMPOEl ayuno es raras veces conveniente. Usted debe sacar el tiempo para hacerlo. A veces, puede ser necesario llevar a cabo sus tareas diarias. Puede ser que usted tenga que trabajar. Pero el ayuno es mejor que se produzca en el tiempo libre. Ocasionalmente, el día de reposo puede ser utilizado como día de ayuno. Pero esto no es ideal, porque el día de reposo es un día de fiesta.
  • USE OTRAS HERRAMIENTAS CON EL AYUNOPerder el tiempo que invierte en el ayuno — sin estudiar, orar o meditar — reduce al ayuno a una simple huelga de hambre. Recuerde doblar al menos la cantidad de oraciones, estudio de la Biblia y la meditación que hace normalmente. Triplicarlos puede ser mejor. Si el ayuno es por una razón particular, asegúrese de revisar todas las escrituras que se aplican.
  • PREPÁRESE ADECUADAMENTEUn día o dos antes de comenzar el ayuno, reduzca la cantidad de alimentos que come. Hartarse antes del ayuno no es prudente. Usted puede experimentar dolores de cabeza, debido a la falta de cafeína (especialmente si usted es un fuerte bebedor de café o bebidas gaseosas). Reduzca el consumo de estas bebidas con anticipación. También podrá experimentar mareos y mal aliento. Tenga en cuenta que su cuerpo va a estar eliminado toxinas; beber mucha agua antes de comenzar ayudará. Al reanudar la comida, comience con alimentos ligeros. No coma pesado de inmediato.
  • TENGA LA APARIENCIA ADECUADARecuerde lo que Cristo dijo en Mateo 6:16-18. Báñese o dúchese como usted lo haría normalmente. Peine su cabello. Vístase y actúe normal. Lavarse los dientes es permitido. Nadie debería poder decir a causa de su apariencia que usted está ayunando — sólo Dios debería saber.
En los versículos 1-4, Dios condena a aquellos que ayunan por motivos egoístas, toman placer en su propio ayuno, o tiene una agenda política. Estas actitudes no son aceptables para Él. Estos tipos de ayunos no son más que huelgas de hambre.
El ayuno siempre debe lograr un buen fin. Debe ayudarle a ver que usted no es más que carne débil. Debe ayudarle a ver la necesidad de ayudar y servir a otros (vs. 7). Si usted ayuna con una actitud correcta, Dios promete grandes bendiciones (vs. 8-12).

Ayune en secreto

El ayuno no debe ser “por espectáculo”. No es una prueba de espiritualidad. Cuánto tiempo y con qué frecuencia usted ayuna raramente debería ser mencionado a alguien. Nadie debería notar que está ayunando debido a su apariencia — no se debe notar en su rostro.
Jesús dio instrucciones claras de eso en Mateo 6:16-18: “Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Usted debe lavarse la cara, peinarse el cabello, parecer normal. Sólo Dios debe sabe que está ayunando
Sin embargo, en ciertas ocasiones puede ser necesario para dos o más ayunar sobre el mismo asunto, por lo que mantenerlo para usted mismo será inevitable. Pero en general, sólo Dios debe saber que usted está ayunando.
Siempre recuerde que Jesús dijo, “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 14:11). El ayuno debe ser más que simple hambre y sed. Debe ayudarle a ver más allá de lo físico, a los principios espirituales. Un cristiano no debe “vivir sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4; vea también Juan 4:34; 6:26-27, 32-35, 50-51). Durante un ayuno, usted debería tener “hambre y sed de justicia” (Mat. 5:6).
Afligirse a sí mismo debería ayudarle poderosamente a acercarse a Dios, a estudiar (II Tim. 2:15) y meditar en su Palabra (Sal. 119:15, 23, 48, 78, 148) y a orar (I Cor. 7:5). Estas tres herramientas producen un ayuno eficaz.
El ayuno es una prueba para ver lo que usted pondrá primero — el hambre y la sed (“los deseos de la carne”), o un deseo humilde, de corazón para obedecer y someterse a sí mismo ante Dios y acercarse más a Él en todos los sentidos.
Negarse a sí mismo en una actitud humilde es arrepentimiento, no penitencia. No es una forma de expiar los pecados, sólo Cristo puede hacer eso. Una persona humilde admite de buena gana que sus caminos están mal y que Dios tiene la razón. Busca los caminos de Dios y pide su ayuda, liberación, instrucción y orientación.

El ayuno por razones de salud

Observe lo que Dios dice que ocurre cuando ayuna: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria del Eterno será tu retaguardia” (Isa. 58:8 versión Reina Valera 1909).
Muchos han notado ciertos beneficios que acompañan al ayuno. Por supuesto, puede ser beneficioso ayunar por razones físicas. Pero ayunos de salud, ayunos de jugos (la abstención de alimentos sólidos), y otros ayunos no deben ser confundidos con ayunos espirituales. Tales ayunos físicos no son adecuados para el Día de Expiación o en cualquier otro momento reservado para el ayuno espiritual.
Es natural para nuestro cuerpo estar sano. ¡Nuestros cuerpos no fueron hechos para estar enfermos! Cuando ataca una enfermedad, puede ser un momento adecuado para ayunar. Es posible que haya ingerido algunas bacterias causantes de enfermedades, tal vez de alimentos en mal estado.
En cualquier caso, la enfermedad resulta de cualquier tipo de pecado físico. Dios hizo el cuerpo humano; por lo tanto, Él sabe lo que es bueno para nuestro cuerpo. Dios creó leyes de salud que dan bendición cuando son obedecidas. Si son quebrantadas, traen maldiciones — enfermedades, dolencias y males. Con demasiada frecuencia, la humanidad viola estas leyes perfectas — al igual que rechazan las leyes espirituales de Dios. Las personas a menudo comen mucho de un tipo de comida y no suficiente de otras; o comemos alimentos equivocados por completo. Romper las leyes dietéticas de Dios trae como resultado enfermedad.
¡Por eso, cuando se encuentre enfermo, deje de comer!
¿Por qué? Deje de comer lo que lo hizo enfermarse — deje de infringir las leyes divinas de la salud — deje de pecar.
Pero entienda: El ayuno no sana — sólo Dios lo hace, a través Jesucristo (I Pedro 2:24; Isa. 53:5; Santiago 5:14-16). En estos casos, el ayuno hace que deje de pecar físicamente. Arrepiéntase y Dios le sanará.

Las recompensas del ayuno

El ayuno adecuado cosechará grandes recompensas, tanto físicas como espirituales. Utilizado adecuadamente, le llevará más cerca de Dios, a conocer su voluntad, guía, dirección, ayuda, fuerza, y liberación. Ahora usted puede ver por qué el ayuno es una herramienta tan esencial en la superación y el crecimiento cristiano.

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