Cuando Moisés envía doce espías a reconocer la tierra de Canaán, diez de ellos fijaron su mirada en lo que podemos llamar las maldiciones de aquella tierra. Entre estas, se enfocaron en los pueblos que la habitan.
Amalec es el único que es mencionado por nombre, mientras que, de los demás, lo que mencionaron estos espías fueron las razas. Esto lo que nos demuestra es la fijación que tenía el pueblo de Israel con este enemigo. La historia relata que el pueblo de Israel, a través de los tiempos, tuvo que luchar con este pueblo amalecita.
En Deuteronomio 25:17, Dios le dice al pueblo de Israel: Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; 18 de cómo te salió al encuentro en el camino y, sin ningún temor de Dios, te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y sin fuerzas. 19 Por tanto, cuando Jehová, tu Dios, te dé descanso de todos los enemigos que te rodean, en la tierra que Jehová, tu Dios, te da como heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.
El que se mete contigo, no debe tenerte miedo, pero sí respeto al Dios que tú le sirves.
Hay quienes tienen miedo y respeto a los dioses de los santeros o de otras religiones, antes que al Dios Todopoderoso, no sabiendo que nosotros le servimos a un Dios que se para firme por nosotros y nos defiende.
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