jueves, 2 de mayo de 2013

Dios tiene algo mejor

Si vamos a los versos en el capítulo 30 de 1 Samuel, observamos que los amalecitas no necesariamente estaban buscando la cuidad de Siclag, sino que estaban de camino. Dice el verso 2, que a nadie habían dado muerte, sino que se los habían llevado al seguir su camino.
Esto fue algo que pasó en el camino. Cuando entraron a la ciudad, se percataron de que no había hombres en aquella ciudad. Estaban las mujeres, los hijos; era una ciudad indefensa, porque los hombres estaban peleando en otros lugares.
En su camino, se llevaron todas estas cosas.
Lamentablemente, a través de toda nuestra vida, hay cosas que perdemos, en el camino. Hay cosas que perdemos en el transitar, en el paso, de la vida. Seguramente, hay tantas cosas que tú has perdido en el camino de tu vida, que tú no necesitarías dinero nuevo para hacerte millonario, si recuperaras todo lo que tú has perdido en el camino.
El problema es que, en el camino, se pueden perder muchas cosas. En el camino, se pueden perder cosas materiales. Por más fiel que seas a Dios, es normal que, en el camino, se pierdan cosas materiales. Por mejor administrador que seas, es normal que pierdas cosas materiales, en el camino, por el desgaste normal de las cosas.
En el camino, también hay relaciones que, o se pierden, o se abandonan. Hay relaciones que son por un tiempo nada más, y tú tienes que entender eso. No puedes pretender llegar al final de tu vida, cargando con toda la gente con la que comenzaste. Eso es imposible. En el camino, los intereses cambian, las vidas cambian, los deseos cambian.
Hay gente que hoy no cabe en tu vida y, si tú quieres seguir en el camino, tienes que caminar con la certeza de que, en el camino, se van a quedar ciertas personas.
Por otro lado, hay gente que Dios ha asignado para que terminen contigo el camino.
Hay tres tipos de relaciones: las de ayer, las de hoy, y las de mañana. Hay gente que tú debes darle gracias a Dios porque están en tu ayer. Hay gente que son de hoy, y hay gente que Dios tiene reservada para tu mañana. Y, mientras tú estás tratando de jalar los de ayer para tu hoy, vas a perder los que Dios tiene para ti mañana, y los que Dios tiene para ti mañana son diez veces mejor que los que había en tu ayer. 

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