miércoles, 29 de mayo de 2013

Responsabilidad


 “Cuando conduzco el coche, me molesta que quien está junto a mí, me diga qué camino tomar, que me detenga o insista que debo tener cuidado.  Yo soy el conductor.  Yo sé porqué hago lo que hago.  Y el conductor es el único que lo sabe.  Nunca hago caso de quien quiere decirme cómo manejar, porque por eso pasan accidentes”.
Escuché que le respondía un hombre a su amiga, cuando esta le platicó que su hija conducía un coche y le dijo que acelerase para evitar un remolque.  Su hija le hizo caso, pero no alcanzó a pasarlo.
El remolque se llevó el coche.
Afortunadamente viven para contarlo.
Como un rayo, comparé las similitudes que tiene este ejemplo con nuestra vida.
Nuestro coche se llama “vida” y el Ser Supremo ha sido lo suficientemente generoso, como para darnos a cada quien un “coche” propio.  Todos somos los conductores de nuestra propia vida.
Desafortunadamente, muchos no asumen esa responsabilidad.  Son conductores miedosos, que les gusta preguntar a cuanto tripulante tienen, qué deben hacer.  Y como resultado, tienen accidentes o no están satisfechos con su vida.
¿Por qué siguen escuchando los consejos de otros, cuando no están satisfechos con los resultados?
Simple.  Es más fácil culpar a otros de sus fracasos, que ser responsables de sus decisiones.  Es el caso de la chica que le pregunta a la mamá: “¿Qué debo  estudiar?”  O el caso del chico que pregunta: “¿Cuál carrera da más dinero?”
Porque el precio de seguir los impulsos de tu corazón, de tomar tus propias decisiones, es la posibilidad de fracasar.  Nadie puede esperar tener éxito en lo que le gusta con tan solo unos intentos.  La historia está llena de hombres que estuvieron peleando por sus ideas, y que después de fracasos temporales,

obtuvieron el éxito.  Aplicaron la persistencia en sus sueños.

La sensación de libertad, de asumir el control del volante de tu vida, te dará una seguridad y energía interior que no tiene precio.  Para un militar, su orgullo son las heridas de guerra.  Y para el hombre de negocios, platicar de sus fracasos, antes de alcanzar la cima.
Aunque las derrotas temporales te causen dolor… cuando sean cosa del pasado, te divertirá recordarlas.  Le dará más valor a tu éxito. Detén a esa persona mata pasiones, y no la escuches cuando quiera dirigir el coche de tu vida, a una velocidad diferente a la que tú lo haces.  Él no conoce porqué haces lo que haces.  No conoce tu vida, como tú la conoces.  El no comprende tus sueños y motivos. Finalmente, él en sus consejos, proyecta lo que él es.
Lo que él hace.  Lo que haría en tu lugar.  Y si es un mediocre, y le haces caso… vas a acabar siendo un mediocre también.
Observa que las personas que han tenido éxito, primero se escuchan a sí mismas.  Fueron tercas en escucharse primero a ellas mismas, antes que a los demás.
¿Que consejo te puedo dar?  Hay dos frases que me encantan: “Caminante: no hay camino, se hace camino al andar” de Machado, y “Sigue intentando hasta que tengas éxito” de Malcolm Forbes.
Recordando mi vida, veo que las actividades en que he tenido más éxito, son en las que he aplicado estas dos frases.  Y añade otro ingrediente: la esperanza.  En lo que más he tenido éxito, siempre hubo un momento en el que tuve un fracaso tan doloroso, que se abrían ante mí dos caminos: seguir adelante a pesar de que parecía que no lo lograría, o resignarme.  Al tomar el camino de seguir adelante… ¡lo logré!  Te confieso que ya no creía en mí.
Pero tenía la esperanza de lograrlo.  Y la esperanza, transformó en realidad mis sueños.
También, hubo momentos en los que elegí el camino de la resignación. Me excusé ante mí mismo con mil pretextos de porqué había fracasado. Pero no dejo de pensar que pude haber elegido la otra vereda y que pude haber tenido éxito.
La esperanza debes mezclarla con la persistencia también.
La fe en un Ser Supremo también ha sido muy importante para mí.  Me ha dado la paz y serenidad necesarias cuando parece que mi mundo se voltea de cabeza.
Te invito a que experimentes la emoción de conducir el coche de tu vida.
Disfrútalo a tu ritmo, a tu manera.  ¡Y condúcelo hasta las estrellas!

¡Suerte!

Colaboración de Edgar Martínez, México

Fuente: www.tubreveespacio.com

No cabe duda de que todos tenemos tan sólo una vida que vivir.  Nunca tendremos otra oportunidad de pasar por esta Tierra, por lo que necesitamos sacarle el máximo provecho a los años que nos han sido concedidos de este lado del Cielo.
Necesitamos asumir plena responsabilidad por nuestra vida y actuaciones y aferrarnos a Quien nos puede ayudar de veras, no sólo a alcanzar las metas que nos hayamos trazado (algunas de las cuales pudiesen estar un tanto torcidas con respecto a Sus planes para nuestras vidas), sino a formular nuevas y mejores metas que redunden en genuina bendición para nosotros y quienes nos rodean.  Atrevámonos a confiar en el Salvador y avanzar con fe a poseer nuestros mañanas para ser de bendición. Adelante y que Dios les bendiga.

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