martes, 10 de marzo de 2015

Agradecimiento

En Lucas 7:36, la biblia nos relata que Simón le rogó a Jesús para que comiera en su casa.  Muchos ruegan a Dios que entre en sus corazones, en sus hogares, en su matrimonio, en su empresa, y no le han dado nada.  Tampoco Simón tuvo un trato tan especial para con el Maestro, como sí lo tuvo la mujer del pote de alabastro en esta misma historia. 
Nuestra dádiva depende siempre de lo grande de nuestro amor hacia Dios, que viene de saber todo lo que Él ha hecho por nosotros.
La mujer del pote de alabastro abrió la puerta a las demás mujeres.  Desde el Génesis, la mujer ha sido rechazada por el hombre.  Adán se refirió a Eva como la mujer que me diste.  En Lucas 8, vemos mujeres que fueron libres por Jesús de espíritus malos y enfermedades, y siguieron y sirvieron a Cristo con sus bienes.  Al fin, estas mujeres encuentran a un hombre que las hace vivir en un estado de libertad, de paz y de amor.  Esto fue antes de morir en la cruz del Calvario, cuanto más tú y yo podemos caminar tranquilos porque hemos creído que la sangre de Cristo ha sido derramada sobre nuestras vidas.
Espíritus malos en el original también significa pensamientos, toda intención que sale de tu interior que te ha perseguido y te ha oprimido toda tu vida.  Hay algo en el interior que perturba, te ata y te condenan una y otra vez.  Cuando recibes la salvación de Dios, todo aquello que te ha perseguido, torturado tiene que desaparecer de tu vida, de tal manera que puedas servir y seguir a Dios con toda libertad.
¿Necesitaba Cristo que estas mujeres le siguieran, sirvieran y dieran de sus bienes?  ¿Por qué Dios acepta esto?  Para demostrarles a sus discípulos y a los que le rodeaban que siempre habrá gente agradecida por lo que Él ha hecho.  Para demostrarles a los discípulos que, si hacían la obra del ministerio, el Padre siempre se encargaría de traer gente que sirvieran con sus bienes.  Para demostrar el acto de honra y devoción porque ¿qué más puede dar el hombre a Dios? 
Tus ofrendas pueden significar que estás tan agradecido que seguramente pospones el comprar un televisor o comer en un buen restaurant por agradecimiento a Dios. Tus acciones demuestran si realmente piensas en lo que Dios ha hecho por tu vida. 

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