En Lucas 18:35, en adelante, un ciego sentado junto al camino, clamaba Jesús: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Al oírlo, Jesús lo manda a buscar y le pregunta: ¿Qué quieres que haga? Es necesario que expresemos el deseo de nuestro corazón, para que el milagro ocurra. El ciego le contesta: Quiero recibir la vista. Y Jesús le dice: Tu fe te ha salvado.
Sólo al Mesías se le llamaba hijo de David. Este hombre, al clamar Jesús, hijo de David, estaba declarando: Tú eres mi Mesías, tú eres el único que me puede sanar, el único que me puede librar del juicio y la culpa. Aunque la multitud que le rodeaba trataba de callarlo, él continuaba, con pasión, llamando al Mesías.
La expresión del hombre fue: ¡Quiero volver a ver! Los salvos no queremos quedarnos al lado del camino, mientras la multitud pasa, sino que queremos ver más allá de lo que estamos acostumbrados. Los que experimentan la salvación son aquellos que le piden al Mesías: Yo quiero ver.
Uno de los problemas más grandes que tiene el ser humano hoy día es que no quiere ver la realidad y su condición. Aun los que te rodean no quieren que veas más allá ni aun quieren ver ellos más allá. Cuando comienzas a ver la realidad de la vida y de la situación, entonces es que podrá cambiar tu situación y ponerte en el camino de lo que Dios tiene para tu vida.
El problema del que no ve es que tiene que quedarse al lado del camino y depender de que otro lo guíe. Es triste ver que hay quienes, en su ceguera, inclusive siguen a otro ciego.
La situación difícil en la que te encuentras, saldrás de ella, no porque dependes de un pastor o un líder religioso, sino porque estás en el camino, has creído con pasión, has orado, leído la palabra y has creído que Dios te libera y te sana de toda situación difícil. Los pastores podemos traer iluminación y enseñarte la palabra, pero tienes que creer al Dios Todopoderoso.
Este hombre que pide ver, cuando ve, recibe la salvación, una experiencia que no había tenido antes. Hubo una metanoiaen su vida, pudo ver y estar en el camino hacia la dirección que Dios tenia para su vida.
El milagro más grande es cuando nuestros ojos espirituales se abren a la realidad de lo que Dios tiene para nuestras vidas.
Tu vida, tu matrimonio, tus hijos, tu empresa saldrán de al lado del camino y comenzarán a ver. Cuando vengas delante de la presencia de Dios, dile: Muéstrame y revélame lo que antes no podía ver, y experimentarás el gran milagro, la experiencia de la salvación para ti y los tuyos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario