viernes, 30 de enero de 2015
Plenitud
Se dice que hay 3 niveles en que vive una persona: 1. Sobreviviendo; 2. Teniendo éxito; y 3. Con significado. Sobrevivir no es el destino de Dios para tu vida, y el éxito es relativo. El nivel de significado, se refiere al significado de Dios para tu vida, no el significado que otros den a tu vida. De la misma manera, hay quienes viven una vida con significado, pero llegan a la mediocridad porque se conforman con lo que tienen y no aspiran para algo más.
No vivas por debajo del nivel para la cual has sido llamado, porque estarías viviendo fuera de Su propósito y de Su llamado. Un pez fuera del agua comienza a brincar por un rato y eventualmente muere. Sin embargo, si antes de morir lo hechas al agua, verás cómo cobra ánimo, se activa y se va nadando rápido. Esto mismo sucede con el hombre, cuando trata de vivir fuera del nivel que fue llamado a vivir. No fuiste llamado para vivir en mediocridad y fuera del llamado de Dios.
Vive todo lo que Dios te mandó a vivir. Vive sabiendo que Dios te ha llamado y hay algo más grande que quiere que alcances.
¿Cómo sabes que Dios te ha llamado? El día que aceptaste al Señor como tu Salvador personal fue porque fuiste llamado y respondiste. Ese día el llamado se le hizo a muchos, pero tú escuchaste tu nombre y respondiste. Lo más seguro no fue audible, pero en tu interior había algo, sabías que te estaba hablando y debías responder. Ese es el llamado de Dios en ti.
Te llamó porque te conoce desde antes que nacieras. La Biblia dice que antes que nacieses, él te conocía, te puso nombre, te asignó a este tiempo y puso propósito en ti. Cuando te llamó, respondiste porque ya tu espíritu le conocía desde mucho antes que nacieras. La Biblia dice que Él ha puesto un pedazo de eternidad dentro de ti.
Cuando respondiste, no sabías para qué, ni lo que iba a suceder, pero sí sabías que Él te llamó; tú respondiste, y desde ese día no eres el mismo.
Él te llama, pero no necesariamente tienes que saber para dónde vas. Hebreos 11 dice: Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Abraham sabía que tenía que moverse porque sabía que había algo más grande para él.
Dios está buscando gente que responda al llamado. Atrévete a salir del escondite y muévete a lo nuevo de Dios para tu vida. No tienes que saberlo todo, basta saber que hay algo mayor para ti. Continúa trabajando en el lugar en que estás, y haz todo lo que tienes que hacer con excelencia, pero con la conciencia que Dios tiene algo mayor para tu vida.
Dios no le dijo a Abraham que saliera porque sería el padre de la fe, o sería rico, pastor, profeta o apóstol. Solamente le dijo: Vete. ¿De qué lugares, cosas o pensamientos tienes que salir hoy, en tu vida? Solo los que han respondido al llamado son los que experimentan la plenitud de Dios en sus vidas.
Pequeños pasos
La Biblia está llena de ejemplos de personas que tuvieron momentos difíciles, especialmente en su relación con el Señor; personas a las que Dios les dio la oportunidad de levantarse, de salir del la situación que estaban experimentando. Lamentablemente, en las cosas de Dios, por lo general, la gente es más dura con sigo misma de lo que Dios es con la gente. A veces, a los cristianos, ya sea por religión o por condenación, les gusta enviar a la gente al infierno, cuando en ninguna parte de la Biblia se ha encontrado que Jesús enviara a nadie al infierno; ese nunca fue el mensaje. El mensaje fue el cielo, un mensaje de amor, no un mensaje de condenación, ni de culpabilidad.
Muchas veces, se le pone tanta presión a la gente en la iglesia, de vivir a un grado que aun los que profesan vivirlo no viven, igual que los fariseos y a los saduceos, a los que Cristo señaló porque ponían cargas pesadas a la gente, de cosas que ni ellos mismos podían mover. Por eso se crea una falsa idea de lo que es una relación con Dios.
La verdad es que a veces la gente, sin darse cuenta, se vuelve tan dura con sigo misma que pierde la posibilidad de madurez en su relación con Dios, a través de los fracasos que experimentan.
De los 12 discípulos, a los más que se les conoce es a Pedro y Judas, porque la gente recuerda sus errores. La gente identifica a estas personas porque sobresalen, no necesariamente por sus éxitos, sino por todos los momentos que en su vida con el Señor fracasaron, tuvieron momentos difíciles.
Cuando una persona decide comenzar una relación con el Señor, es de la misma forma que cuando alguien decide casarse: Ninguno se casa para fracasar, pero, cuando se está casado, se experimenta mucha adversidad y momentos difíciles. Al igual que todo, el que entra a una relación con Dios, no entra para no tener una buena relación; todo el que busca una relación con Dios piensa genuinamente que su vida puede cambiar. Pero, en su caminar a través de la vida, comienza a experimentar controversias, momentos difíciles, momentos duros, momentos de confrontación, esos momentos que comienzan a poner presión sin que nos demos cuenta, presiones que causan que se cometan ciertos errores que se van acumulando y, cuando miran su relación con el Señor, puede ocurrir 2 cosas: Comienza a tener una vida simple y liviana, alejados de Dios, o caen en una gran etapa de condenación que les aleja del Señor.
La vida con Jesús no es una vida perfecta; todo el mundo va a tener sus altas y sus bajas. Lo grande es que la vida con Jesús te llevará a hacer cosas que nunca habías hecho, a pesar de tus errores. Pedro negó a Jesús en sus últimos momentos, después de haber dicho que no lo haría, pero también fue el único que sacó moneda de un pez y caminó sobre el mar; hizo lo que Cristo hizo.
La gente siempre tiende a mirar lo que no pudo hacer, en vez de mirar los pequeños pasos de fe en su vida. La vida en el Señor no se trata de grandes pasos de fe; se trata de pequeños pasos de fe, en medio de todos los errores y fracasos. En medio de tu caminar con el Señor, en medio de tus fracasos, vas a hacer las cosas más grandes que jamás has hecho en tu vida.
jueves, 29 de enero de 2015
Nueva criatura
Todos tenemos una mala decisión que revocaríamos, si nos fuera posible. Una decisión emocional, una simple decisión, pero que marcó tu vida para siempre. Quisiéramos dar para atrás al reloj, y sabemos que no podemos.
¿Qué cosas dejaste de hacer un día por una mala decisión?
Tu matrimonio no cambia llorándole a tu cónyuge. Tú cambias tu matrimonio, haciendo una vida diferente; porque ya llega un punto en que las lágrimas no se te pueden creer. El cambio se produce con una decisión; no con lágrimas.
Tú no cambias un país con críticas y señalamientos; tú lo cambias con acciones, con decisiones; una a la vez, desde el lugar donde tú estás.
Cuando nos basamos en emociones, no salimos de la situación en que nos encontramos. Entonces, nos echamos a llorar, como si así se fuese a resolver todo; buscando una consolación, como si una consolación fuese a cambiar el destino de tu vida.
La metanoia, el arrepentimiento en tu vida no viene por emociones, no viene porque tú llores. Puedes llorar y llorar, y no haberte arrepentido. ¿Cómo sabemos que no hay arrepentimiento? Porque se vuelve a lo mismo que se hizo antes.
Por eso nuestra meta no es el cielo, sino aprender a caminar en esta tierra, de manera que recuperemos la herencia que un día perdimos por una mala decisión.
Si Esaú nació primero, era porque Dios tenía algo para que Esaú naciera primero. La historia debió ser: Jehová, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Esaú. Pero una sola mala decisión lo sacó de ese lugar, y otra mala decisión lo dejó fuera.
Una mala decisión te puede hacer perder la herencia, pero otra decisión te puede hacer recuperarla. Pero no es con llanto, no es con coraje, no es con manipulación, no es con emociones contaminantes.
La heredad perdida no se recupera con lloro. Todo lo que has sufrido, todo lo que has sido lastimado, todo lo que has pasado no te va a devolver la herencia. Puedes procurar la herencia con lloro, como Esaú, pero esa no es la manera de recuperarla. La oportunidad de arrepentimiento viene por una combinación…
En Marcos 1:15, Jesús dijo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Eso es lo que hace falta para que alguien cambie. No hacen falta más lágrimas, ni sentido de culpabilidad. Lo que hace falta es un día donde digas: Voy a cambiar, voy a creer en el evangelio, en las buenas nuevas, reconociendo que, si hoy tienes victoria, es por lo que él hizo por ti en la cruz del Calvario.
Recibir el evangelio es recibir la palabra de Dios como real para tu vida. Y la palabra dice que él suple tus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria; que por su llaga has sido sano; que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.
viernes, 23 de enero de 2015
Mandamiento
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”Mateo 22:36
La palabra dice que Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad, lo que muestra que la conexión entre el ser humano y Dios es una conexión espiritual. Aun así, no debes perder de vista que tu experiencia de Dios y la conexión de tu espíritu con Dios, dependen de tu conexión con Él a través de tu mente.
Si no tienes conciencia de esto, la experiencia de Dios en tu vida es una limitada.
Por lo general, hay gente que critica ideas como esta porque quieren ser tan espirituales que no pueden ver lo vital para la vida y para la experiencia con Dios, de lo que es una mente totalmente liberada y transformada, una mente cambiada, una mente renovada. Pero piensa en esto, si la meta principal de Dios fuera salvarte y llevarte al cielo, el día que te convertiste debiste haber caído muerto y haberte ido con Él. La verdad es que en el cielo no eres de utilidad para Dios, ni para tu familia, ni para el reino de Dios; eres de utilidad para el reino de Dios aquí en la tierra, entre los tuyos.
Tu experiencia, aquí en la tierra, de lo que Dios quiere hacer contigo va a depender de lo que Dios pueda hacer a través de tus pensamientos; Dios usa tu mente para pensar. La mente de Dios es superior a la del ser humano, pero cuando Él quiere pasar algo a la tierra, cuando Él quiere transmitir algo a la tierra, necesita una mente, un lugar donde Él pueda procesar esas ideas y pensamientos para que se hagan realidad.
Tu experiencia del amor de Dios, de la grandeza de Dios, depende y está ligada a la libertad que tú experimentes en tu mente, en tu manera de pensar, en tu manera de ver las cosas, en tu manera de ver la vida, en la perspectiva que tienes.
Hasta que no puedas experimentar la transformación de tu mente, no podrás ver la grandeza de lo que Dios tiene para ti.
jueves, 22 de enero de 2015
Moverte
Cuando tomas la decisión de moverte hacia el nivel que Dios tiene preparado para tu vida, tienes que trabajar en tu conciencia con dos términos: Interrupción y rescate. Si no aceptas la interrupción de Dios, tendrás que esperar por el rescate de Dios. El rescate es más difícil, no para Dios, pero sí para ti.
A través de nuestra vida, Dios interrumpe nuestro camino. Hay quienes toman las interrupciones como que es el enemigo, pero muchas veces es Dios dejándote saber que, aunque tengas buenas intenciones, no necesariamente es lo que él tiene para tu vida. O puede ser que esté en los planes de Dios para tu vida, pero no es el momento.
Por ejemplo, los jóvenes pueden ver a los padres como una interrupción, no sabiendo que eso es parte del trabajo de un padre: Interrumpir las malas decisiones y necedades. Esto es necesario porque, si no interrumpimos a nuestros hijos, luego tenemos que rescatarlos. Esto hace con nosotros el Padre Celestial, pero si no aceptas la interrupción, él siempre estará dispuesto a rescatarte.
En la Biblia podemos ver cómo, muchas veces, Dios interrumpió el camino de sus hijos. En Génesis 14:17, Abraham va al rescate de su pariente Lot, cuando se entera que estaba prisionero. Recobra a Lot, a su familia y todos sus bienes. Cuando regresa, salen a su encuentro el rey de Sodoma y Melquisedec, rey de Salem. El rey Melquisedec lo bendice y Abraham le da los diezmos de todo. Entonces el rey de Sodoma le hace una oferta a Abraham y el rey Melquisedec interrumpió. Si Abraham no hubiese aceptado la interrupción y hubiese hecho trato con el rey de Sodoma, hubiese detenido la bendición que Dios tenía para su vida.
A veces, oramos a Dios por una gran oportunidad y, muchas veces, encontramos trabas. Entonces, continuamos orando, sin darnos cuenta que esas trabas son la interrupción de Dios. Hay oportunidades que son buenas, pero no son divinas.
Para aceptar la interrupción de Dios en tu vida es necesario:
- Ser sensible a la voz de Dios. Esa voz del espíritu Santo que está dentro de ti que te va dirigiendo.
- Dejar el Orgullo. – El orgulloso no se deja interrumpir. Cuando decide hacer algo, lo hace por encima de todo. Hay que ser humilde para aceptar ser interrumpido.
- Dejar de importarle lo que piensa la gente.
- Saber con quién tienes comprometidas tus finanzas. Hay un trato que Dios tiene con aquellos que le honran con las finanzas. Podemos ver en la Biblia que la mayoría de los que Dios interrumpió sus vidas, le honraban con sus finanzas.
Aprende a aceptar la interrupción de Dios en tu vida, porque una interrupción divina te evita tener que esperar por el rescate de Dios.
Transformación
Si no aceptas las interrupciones de Dios y no tienes el corazón y la conciencia correcta para aceptar las advertencias, tendrás que esperar por el rescate. Dios tiene todo el poder para rescatarte, y lo va a hacer. Pero es importante entender que no lo hace para dejarte en el mismo lugar, sino para llevarte a algo mejor.
Dios no tiene ningún problema en sacarte de Egipto, el problema está en sacarte de ti mismo. El detalle es que, en cada rescate, quedan heridas y muchas veces esas heridas te mantienen atado a ese pasado. Acepta las interrupciones, las intervenciones de Dios en tu vida, no porque él quiere martirizarte, sino porque no quiere que vivas con las cicatrices del pasado que te traerán a memoria ese triste evento.
Al no aceptar las interrupciones, además de las cicatrices, suceden varias cosas en ese ser humano:
- Se piensa que no hay salida y que es merecido el castigo. Lamentablemente, el ser humano no ama como Dios ama; le es difícil entender el poder de la misericordia y la gracia de Dios.
- Se vive a la defensiva. Adán, cuando toma la mala decisión, su primera reacción fue esconderse.
- Indecisión. Se vive con tanto y tanto cuidado, que se le es difícil vivir por fe y en la dirección de Dios.
Llegó el momento de salir del escondite, de los miedos y frustraciones. Es el momento de que tengas Metanoia en tu vida. Habrá cicatrices, y puede ser que vengan a tu mente memorias de ese pasado, pero el poder de Dios es más grande que toda mala decisión. Dios nunca te va a reclamar. Él es capaz de restaurar todo, si decides salir del lugar del escondite.
Grandes hombres de Dios, en momentos difíciles, se escondieron. Moisés, Elías, David, Gedeón. Pero Dios nunca habló con nadie que se quedara escondido en la cueva. Dios se paró en medio del desierto y le dijo a Moisés no sigas más escondido en el desierto, sal del escondite. A Elías le dijo: Sal de la cueva y comienza a caminar. A Gedeón, le dijo: No sigas con miedo, varón esforzado y valiente.
Hoy Dios te dice: ¿Qué haces escondido en la cueva?
Él no pasó tanto trabajo contigo para que las cicatrices de las malas decisiones del pasado, terminen con el potencial que Él ha puesto en ti. Dios no pasó tanto trabajo en salvarte para que no te levantes y sigas frustrado. La biblia dice que nadie enciende una luz para luego esconderla. Dios no te rescató para que vivas escondido. Nada ni nadie cancela lo que Dios tiene para tu vida. Levántate, sal de tu escondite y permite que Dios haga una Metanoia en tu vida.
miércoles, 21 de enero de 2015
Recibe
Arrepentimiento no es lo mismo que remordimiento. Remordimiento es sentirte mal por lo que hiciste, mientras que arrepentimiento es tomar una nueva decisión que te permita alcanzar todo lo que Dios te ha prometido.
En la vida, hay situaciones que nos llevan a un punto en que tenemos que tomar una decisión: Seguir viviendo como lo hemos estado haciendo, o ser transformados; o regresamos al pasado, o cambiamos nuestro destino, a través del poder de Dios.
En Marcos 9, luego de la transfiguración, Jesús llega a donde estaban los discípulos, y un hombre, de en medio de la multitud, le pide por su hijo quien desde pequeño era atormentado por un espíritu inmundo. Este hombre le dijo a Jesús: Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. A lo que Jesús respondió: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Y dice la Biblia que el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
Aquello puede parecer algo contradictorio. ¿Crees? ¿O tienes incredulidad? Pero es que no es indispensable eliminar todas tus dudas para creer. De hecho, es poderoso cuando aprendes a creer, a pesar de tus dudas. Es ahí que ocurre el milagro. El problema es que la gente quiere eliminar sus dudas para creer.
Tener dudas no es una limitación para ejercitar tu fe y alcanzar el milagro que estás esperando. En realidad, nuestra fuerza espiritual la podemos ver cuando, a pesar de la duda, estamos dispuestos a creer; cuando, a pesar de lo que te dice tu mente, estás dispuesto a creer.
La fe no se produce en la mente, sino en el espíritu; mientras que la duda no se produce en el espíritu, sino en tu mente. Y es poderoso cuando, a pesar de tus dudas, te atreves a creer.
Este hombre dijo: Creo, ayuda mi incredulidad. Y lo interesante es que Jesús no lo regañó a él, no respondió a esa declaración porque no era relevante. Jesús respondió molesto hacia sus discípulos por no haber podido realizar el milagro.
Todos, en algún momento, nos encontramos en una encrucijada en la que, si no creemos, nos toca regresar a la vida de la que queremos salir. Si no empujas tu fe, lo único que te queda es aceptar la vida de la que quieres salir. O crees, o regresas al problema.
Cuando crees, a pesar de tus dudas, recibes lo que estás esperando de parte de Dios.
jueves, 15 de enero de 2015
Dios va a estar contigo
“Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.” Marcos 14:32
Al Getsemaní, solo subieron tres de los doce discípulos de Jesús. A tú Getsemaní, no van a subir todos los que te siguen. En el día de tu gloria, no van subir aquellos que sanaste, ni la multitud que necesita de ti, ni la multitud a la que le multiplicaste los panes y los peces. A ese lugar donde tú vas a ser apretado, donde vas a ser prensado para sacar lo mejor de ti, no van aquellos que dicen Hosanna y que te celebran.
Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora.
Jesús oró al Padre que, si era posible, lo sacara de aquel problema. Hoy en día, lo que se le ha enseñado a la gente es a orar, como Jesús lo hizo en aquella ocasión, para que Dios les libre de problemas. Lo triste de esto es que, muchas veces, Dios no contesta este tipo de oración, y es la única que muchos saben hacer.
La biblia dice que Jesús fue a llorar, en el verso 36, para que Dios lo librara de lo que se aproximaba, diciendo: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti”; esta no es una mala oración, pero no es la oración que debía hacer en aquel momento. Jesús continua diciendo “…aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?” Cristo estaba en un momento tan difícil y tan duro de su vida, pero no encuentra apoyo ni en aquellos que se supone estuvieran con él hasta el último momento. ¿No ha llegado un momento en tu vida donde tú no puedes encontrar apoyo en nadie? Y dice la biblia, en el verso 38: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.” ¿Cuales mismas palabras? Las que había dicho antes: Padre, si es posible, pasa de mí esta copa. Tú todo lo puedes.
Jesús se encuentra en el punto de su vida donde la promesa de Dios va a ser cumplida; la palabra que Dios había dado hace miles de años estaba a punto de darse a luz, y esa presión estaba dentro de él.
Jesús estaba siendo presionado por todas partes. El texto sigue diciendo: “Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.”
¿Cuándo se vio en la biblia que Dios no le contestara una oración a Jesús? Solamente en ese momento. Todo lo que Jesús pedía al Padre, él lo hacía. Jesús oró por montones de cosas y cada vez que oró Dios le contesto. Se multiplicaron los panes y los peces, sanó enfermos y resucito muertos; pero, en esta ocasión oró tres veces y tuvo que resignarse a la respuesta. La respuesta fue: No, de esta no te libras ni con adoración, ni con oración; esta tienes que enfrentarla. La oración que tienes que hacer es para prepararte para enfrentar lo que se aproxima.
No existe verdadero éxito si no hay sacrificio. La adversidad puede sacar lo peor de ti, como puede sacar lo mejor. Muchos cristianos tratan de orarse fuera de los problemas, cuando, a veces, hay problemas que simplemente tienes que pasar por ellos y lo que tienes que orar es por la preparación para atravesar las dificultades que estás atravesando. El mismo Salmos 23 nos lo dice: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno. Tu oración no debe ser para que nunca pases por el valle de la muerte, sino para que, aunque andes en el valle de la muerte, no temas mal alguno.
Mientras camines a través de la adversidad, Dios va a estar contigo. Así podrás vencer la adversidad.
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