En Mateo 6:30, Cristo dice: Si la yerba del campo que hoy es y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? En otras palabras, Jesús estaba diciendo: Aun con algo que hoy es, y mañana no es, yo tengo cuidado especial.
Hay quienes no hacen hoy lo que saben que deberían hacer, porque piensan que, quizás, ya mañana no sea relevante. Y puede que sea cierto, pero, aunque mañana esa acción ya no sea relevante, hoy lo es. Y, si no lo hiciste hoy porque mañana sería irrelevante, hiciste irrelevante el hoy, en lugar de maximizarlo.
Dios, sabiendo que, al otro día, aquella yerba no estaría, la vestía para un día.
Para algunos, es fácil creer que las cosas pueden cambiar para mal en un instante, pero se les hace difícil creer que, también en un instante, pueden cambiar para bien. En un momento, puede ocurrir un accidente, pero también en un momento puede venir una transformación y, lo que no es hoy, mañana puede ser.
Las cosas cambian todo el tiempo, pero la transformación ocurre en un instante.
Juan el bautista fue un hombre que estuvo en medio del antiguo pacto y el nuevo pacto. Estuvo agarrado de las dos dimensiones: del pasado, y de lo nuevo. Cuando uno está en el medio de algo, se confunde porque, en una transición, todo se mezcla; lo nuevo con lo viejo, y es difícil. Juan el bautista predicaba que el reino de los cielos se acercaba, bautiza a Cristo y declara con autoridad: Este es el Cordero de Dios. Pero, más adelante, le manda a preguntar a Cristo: ¿Eres tú? Él estaba seguro de haber bautizado al Mesías, pero, al encontrarse preso, entonces se confundió.
Pero, ¿por qué se confundió Juan? Él mismo dijo, en un momento dado: Es necesario que yo mengue, y que él crezca; pero no todo el mundo está realmente dispuesto a hacerlo. Juan el bautista no quiso aceptar que su momento había terminado. Él sabía que había sido llamado para abrirle camino al Mesías y, cuando se lo abrió, su momento había terminado. Ese era el momento de menguar, pero trató de hacer otras cosas que Dios no le llamó a hacer, y terminó preso y con la cabeza cortada. Todo porque, estando en el punto de la transformación, todavía se agarraba a lo viejo, por no ser capaz de agarrar la transformación que había llegado en un instante.
Tiene que haber un día en que experimentes lo que es soltar el pasado y agarrarte al momento, al ahora. Pablo dijo que, cuando era niño, hablaba como niño, mas cuando fue hombre dejó lo que era de niño. Cuando realizas que eres hombre, tienes que dejar las cosas de niño. Nadie las puede dejar por ti.
Hay cosas de tu vida, que su momento ya pasó. Y Dios tiene otras cosas en este momento, pero no será sino hasta que tú sueltes esas cosas que, quizás, en otro momento fueron buenas, pero no son buenas para este, que entonces podrás vivir la transformación instantánea que Dios quiere darle a tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario