La Biblia está llena de ejemplos de personas que tuvieron momentos difíciles, especialmente en su relación con el Señor; personas a las que Dios les dio la oportunidad de levantarse, de salir del la situación que estaban experimentando. Lamentablemente, en las cosas de Dios, por lo general, la gente es más dura con sigo misma de lo que Dios es con la gente. A veces, a los cristianos, ya sea por religión o por condenación, les gusta enviar a la gente al infierno, cuando en ninguna parte de la Biblia se ha encontrado que Jesús enviara a nadie al infierno; ese nunca fue el mensaje. El mensaje fue el cielo, un mensaje de amor, no un mensaje de condenación, ni de culpabilidad.
Muchas veces, se le pone tanta presión a la gente en la iglesia, de vivir a un grado que aun los que profesan vivirlo no viven, igual que los fariseos y a los saduceos, a los que Cristo señaló porque ponían cargas pesadas a la gente, de cosas que ni ellos mismos podían mover. Por eso se crea una falsa idea de lo que es una relación con Dios.
La verdad es que a veces la gente, sin darse cuenta, se vuelve tan dura con sigo misma que pierde la posibilidad de madurez en su relación con Dios, a través de los fracasos que experimentan.
De los 12 discípulos, a los más que se les conoce es a Pedro y Judas, porque la gente recuerda sus errores. La gente identifica a estas personas porque sobresalen, no necesariamente por sus éxitos, sino por todos los momentos que en su vida con el Señor fracasaron, tuvieron momentos difíciles.
Cuando una persona decide comenzar una relación con el Señor, es de la misma forma que cuando alguien decide casarse: Ninguno se casa para fracasar, pero, cuando se está casado, se experimenta mucha adversidad y momentos difíciles. Al igual que todo, el que entra a una relación con Dios, no entra para no tener una buena relación; todo el que busca una relación con Dios piensa genuinamente que su vida puede cambiar. Pero, en su caminar a través de la vida, comienza a experimentar controversias, momentos difíciles, momentos duros, momentos de confrontación, esos momentos que comienzan a poner presión sin que nos demos cuenta, presiones que causan que se cometan ciertos errores que se van acumulando y, cuando miran su relación con el Señor, puede ocurrir 2 cosas: Comienza a tener una vida simple y liviana, alejados de Dios, o caen en una gran etapa de condenación que les aleja del Señor.
La vida con Jesús no es una vida perfecta; todo el mundo va a tener sus altas y sus bajas. Lo grande es que la vida con Jesús te llevará a hacer cosas que nunca habías hecho, a pesar de tus errores. Pedro negó a Jesús en sus últimos momentos, después de haber dicho que no lo haría, pero también fue el único que sacó moneda de un pez y caminó sobre el mar; hizo lo que Cristo hizo.
La gente siempre tiende a mirar lo que no pudo hacer, en vez de mirar los pequeños pasos de fe en su vida. La vida en el Señor no se trata de grandes pasos de fe; se trata de pequeños pasos de fe, en medio de todos los errores y fracasos. En medio de tu caminar con el Señor, en medio de tus fracasos, vas a hacer las cosas más grandes que jamás has hecho en tu vida.
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