La biblia dice que había muchas viudas que se estaban muriendo de hambre en Sarepta, pero la viuda que recibió al profeta, recibió abundancia por 3 años y medio. Puede haber sequía, pero -como a la viuda- por recibir la palabra, Dios quiere darnos un momento diferente al que el mundo está viviendo. No te sientas mal por vivir un momento diferente.
Cuando estás viviendo una época, un momento nuevo de Dios en tu vida, debes disfrutarlo. No debes permitir que otros te fuercen a vivir el momento de ellos, como tampoco debes obligarlos a que vivan tu momento. Esto suele suceder con los religiosos, que obligan a que los demás a que vivan el momento que ellos están viviendo, y no permiten lo nuevo de Dios en tu vida.
Jesús, para poder explicar esto, usa dos analogías. Una de esta es la del remiendo; romper algo nuevo, para tratar de armonizarlo con lo viejo. El tratar de armonizar lo viejo con lo nuevo hace que la persona esté fuera de lugar, o se vea algo ridícula. No puedes tratar de remendar algo de tu pasado que no armoniza con lo de hoy. Esto también sucede con nuestras relaciones; no todas las relaciones del pasado armonizan con tu presente.
Si aceptas lo nuevo, vive con lo nuevo de Dios, pero deja los remiendos.
Jesús nos enseña, en esta parábola, que no armoniza lo viejo con lo nuevo, utilizando como ejemplo el vestido y el vino. El vestido representa lo externo y el vino representa lo interno. El problema del vino es de adentro hacia afuera y el problema del vestido es de afuera para adentro. Jesús trabaja con ambas.
El vestido es el reto que tenemos todos como creyentes, en dejarle ver al mundo entero: Cambié; no soy el mismo. Hay quienes no se atreven a ponerse el vestido nuevo, pensando en lo que la gente pueda decir; pero este es uno de los retos más grandes que debes aceptar.
No hay forma de conectar lo viejo con lo nuevo en Cristo. Cuando Dios te transforma, tienes que aceptar que eres nueva criatura y no tener temor de decirle a la gente: Antes pensaba de una manera, y ahora pienso de otra; antes vivía de una manera, y ahora vivo de otra manera; antes visitaba ciertos lugares y ahora visito otros. Antes ibas los domingos a la playa con la familia, ahora, en Cristo, vamos primero a iglesia.
No tengas temor. Atrévete a declarar el cambio de Dios en tu vida. Cuando te digan: Desde que estás en esa iglesia, ya no eres el mismo; contéstales: ¡Gloria a Dios que se está notando el cambio!
Lo nuevo de Dios se acepta únicamente diciéndole al mundo: Me moví a algo nuevo. Cambié y decidí mejorar y hacer algo diferente en mi vida. No estaremos en armonía con todo lo viejo, pero si en armonía con el Dios Todopoderoso.
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