lunes, 22 de diciembre de 2014

Autoridad

Es una bendición el tener la capacidad de controlar lo que vamos a decir en esos momentos particulares en que se nos presentan situaciones inesperadas. Pero, ¿cómo llegamos a ese nivel?
Uno puede tomar autoridad sobre sus palabras en medio de la crisis, cuando antes de entrar a la crisis tú has establecido lo que va a pasar en tu vida, a pesar de la crisis.
Te va a llegar la dificultad, van a llegar los problemas, van a llegar los momentos difíciles. Cómo vas a reaccionar va a depender de que hayas dicho las palabras correctas, antes de entrar a la crisis.
Tú no necesitas un profeta que profetice tu futuro. El mejor profeta eres tú y, antes de entrar a la crisis –porque vas a entrar a la crisis, sin importar cuán cristiano, bueno o inteligente seas– tienes que prepararte de antemano y declarar una palabra con la que tú te puedas encontrar al final de tu crisis.
En Juan 2, cuando Cristo habla acerca del templo, dice: Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Pero esto lo dijo, hablando del templo de su cuerpo. Y sabemos que, después de esto, Jesús fue crucificado, entregó su espíritu, y al tercer día resucitó. Jesús usó el poder de enviar la palabra antes de tiempo, para establecer el final de antemano.
No esperes a llegar a la situación para, entonces, reaccionar con tus palabras, porque tú no sabes cómo tú vas a reaccionar. Si eres capaz de declarar la palabra de antemano, la palabra se va a encontrar contigo al final de tu problema, de tu crisis, de tu historia.
Nadie dice la última palabra acerca de ti, mas que tú.
Dios ya ha dicho que él te ha dado la victoria, pero tú tienes que reclamarla, declararlo, porque, hasta que no esté en tu boca, hasta que no la declares y la envíes delante de ti, no va a pasar.
No pienses que haciendo esto estás declarando entonces que pasarás situaciones difíciles. Jesús iba a ser crucificado comoquiera. Él lo que estaba era asegurándose de establecer la palabra que lo levantaría de aquel lugar.
El problema de muchos cristianos es que hablan de más en medio de las dificultades, en lugar de establecer el final de su historia con sus propias palabras. Jesús no profetizó su vía dolorosa, sino su salida de la vía dolorosa. Dijo que, si el grano de mostaza no muere, no lleva fruto, mas si muere lleva mucho fruto. Queriendo decir: Voy a morir, pero me voy a levantar, y llevaré mucho fruto. Y todavía al día de hoy, sigue llevando fruto.
No hace falta profetizarte momentos difíciles. Van a venir comoquiera. Lo que tienes es que profetizar tu salida del momento difícil. Antes de entrar en la vía dolorosa, más vale que hayas declarado la palabra porque después no vas a saber qué decir, qué hablar, cómo comportarte; pero, si tú sabes que lo que está pasando es para llevarte a tu mayor victoria, porque hay una palabra que te está esperando al otro lado, podrás tomar autoridad sobre tu vida. 

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