martes, 19 de febrero de 2013

Permanecer


Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. Juan 15:7.
Si queremos vivir para Cristo, es menester que permanezcamos en Él, y para poder aprovecharnos de la liberalidad de esta promesa, debemos permanecer en Él. Estar con Jesús es no dejarle a cambio de otro amor u objeto, sino mantenerse en comunión con Él de una manera íntima, consciente y libre.
El pámpano no solamente está siempre cerca del tronco, sino que de continuo recibe de él vida y fecundidad. Todo verdadero creyente está en Cristo en cierto sentido; pero esta expresión tiene un más alto significado, al que debemos llegar si queremos alcanzar delante de su trono un poder ilimitado.
El «pedid todo lo que quisiereis», es para los Enoch que caminan con Dios, para los que como Juan descansan sobre su costado, para aquellos cuya comunión con Cristo es continua. El corazón debe conservarse en el amor, el entendimiento enraizarse en la fe, y la esperanza asegurarse en la Palabra; todo nuestro ser ha de estar en perfecta armonía con el Señor, sin lo cual sería peligroso confiarle este poder en la oración. 
Este poder ilimitado sólo puede ser concedido a quienes tienen por lema: «No ya yo, mas vive Cristo en mí». ¡Qué poder tan maravilloso perdéis todos aquellos que rompéis la comunión con Dios! Si queréis ser poderosos en vuestras oraciones, es menester que el Señor esté en vosotros y vosotros en Él.
Hoy anhelo desde lo profundo de mi alma el permanecer en su Palabra y muy cerca del Señor.
Señor, Mi alma tiene sed de ti . Mi alma te anhela. Ante tu altar hoy estoy. Amén

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