Conversé con un amigo anoche y le compartí sobre algo que he estado tratando de dominar últimamente, una tarea razonablemente directa. Sin importar cuán duro trato, no parezco hacerlo tan bien como quisiera; esto me ha confundido vez tras vez.
¿Cómo puede algo tan sencillo ser tan difícil para mí? Lo quiero con todas mis fuerzas y dicen que si uno desea algo con suficiente intensidad, nos vendrá y ya han pasado meses. ¿Por qué sigue todavía tan lejos cuando está tan cerca?
Mi amigo me dijo algo que encontré revolucionario: le he estado prestando demasiada atención, he enfocado en ella demasiado duro y por demasiado tiempo. He fantaseado e imaginado cuán duro debe ser y yo misma la he sacado de proporción. Le he dado una vida por sí misma y la he mimado e idolatrado hasta que me ha vencido.
En algún lugar muy profundo he mantenido una creencia secreta de que es demasiado dura, demasiado grande para dominar y, de acuerdo a mis propias creencias, sigue eludiéndome. Mi amigo me dijo que yendo al ritmo que voy en este momento, poniéndole tanto esfuerzo como le estoy dando ahora, probablemente podré lograrlo al final pero lo haré habiéndome desgastado por completo.
Cuán cierto es eso, porque la palabra cansancio no puede comenzar a describir cómo me siento sobre este reto ahora mismo. Nunca he laborado tan duro en nada en mi vida como en esto. Nunca me he disciplinado y enfocado tanto como lo he hecho en este caso. Nunca he leído tantos libros inspiradores como en este caso.
Nunca he citado tanto a la Biblia y orado tanto como lo he hecho en este caso; incluso he seguido leyendo la misma porción de la Escritura vez tras vez diciéndome a mí misma que debo seguir insistiendo y aplicarla a la situación hasta llegar al final del desafío y dominarlo.
Es tan liberador saber que no tengo que hacer eso más; no es que debo dejar de tener metas, pero no debo permitirle paralizar toda mi vida, gobernarme, definirme. Puedo pensar en muchos días cuando al fracasar ante el reto dañó todo mi día, días cuando un sentimiento de inadecuación y de no ser lo suficientemente buena se mantuvo sin importar cuán buena fuese en otras áreas de mi vida. Por primera vez comprendí que aquello en lo que enfocamos, crece literalmente.
Me alegra saber que ahora puedo enfocar en otras cosas y seguir con mi vida no porque esto sea ahora inútil. Soy mucho más grande que el reto y no le voy a permitir a este dominarme más.
Hay días en que literalmente me venció, días en los que tropecé en ello repetidamente sin razón aparente, siempre pensando que sólo el universo sabría la razón por la que no podía lograrlo. Me alegro de que me libera para ser yo misma. Me conozco a mí misma mejor que nadie y en toda mi vida, he logrado cosas pero esta no ha sido la manera en que lo he logrado.
Me trajo recuerdos de cuán buena era en primaria; entonces siempre sacaba las mejores notas del salón… siempre. No había problema alguno; era el único camino que conocía y era la manera en que las cosas salían. Siempre fue un proceso relajado; no recuerdo un sólo momento en que me estresé ó entré en pánico ó me hallé a mí misma agotada al tratar demasiado duro. Siempre estuvo allí para mí; nunca controló mi vida.
El resto de mi vida feliz siguió adelante y esto fue, solo una parte de la vida normal. Creo que eso debe ser la nota importante en mi vida: relajarme, relajarme, relajarme… ser yo misma. Sabemos quiénes somos y cómo mejor operamos y qué es lo mejor para nosotros. Para mí un jadeo afiebrado no es la manera en que hago las cosas. Aquello me mata y es lo que me he estado haciendo a mí misma por semanas. Me alegro de que me haya traído de vuelta a mí misma, a la simplicidad.
Todos tenemos nuestras propias definiciones de lo que es la simplicidad. Para mí, sólo ser yo misma es la más alta definición de simplicidad. Es el punto en el que he entregado la necesidad e controlar y, al hacerlo, me libero a mí misma para ser la persona que realmente soy. Me trae de vuelta a la verdad que lo sencillo es hermoso. Lo sencillo no es pereza ni complacencia ó trabajo mediocre.
Lo sencillo es manejar todo con gracia, es elegancia, y es una clase que nadie puede quitarnos. Lo sencillo destila confianza todo el tiempo.
Tamara Phiri
La reflexión de hoy es realmente profunda al enfocar precisamente en algo que la sociedad de la que formamos parte pareciera querer arrebatarnos. Cuando decidimos ser nosotros mismos y no actuar, pensar ó comportarnos como aquel personaje de la publicidad comercial, o aquel otro personaje que pareciera haber alcanzado el éxito que a nosotros nos ha eludido, entonces estamos en camino a una vida plena y con sentido. Y es que lo que enfrentamos es en realidad una continúa auto-comparación con otros que no son iguales a nosotros… recordemos que Dios nos hizo únicos y botó el molde.
¡No hay dos iguales a nosotros! Ni aún los hermanos gemelos son perfectamente iguales. Entonces, dejemos de agregarnos presión queriendo ser y hacer las cosas como otros las hacen, tan sólo porque a ellos les parece haber resultado bien. Seamos nosotros mismos y, haciéndolo, podremos discernir mejor los propósitos de Dios para nuestras vidas e ir en pos de ellos.
Adelante y que el Señor les continúe bendiciendo.
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