lunes, 10 de septiembre de 2012

La vida es lo que hagas de ella.


Una pintura en un antiguo templo muestra a un rey forjando una cadena de su corona y cerca, otra escena muestra a un esclavo convirtiendo su cadena en corona. Debajo de la pintura se encuentra esta inscripción:“La vida es lo que hagas de ella, no importa de lo que esté hecha”.
Puede que hayas nacido con ciertos “ingredientes”, igual que un dulcero puede encontrar elementos como harina, azúcar y aceite en su cocina, pero lo que tú creas con los talentos y las habilidades que Dios te ha concebido, ¡depende de ti!
Vive tu vida de tal forma que pueda ser medida de acuerdo con estas palabras de un poeta anónimo:
No, “¿Cómo murió él?” sino “¿Cómo vivió?
No, “¿Qué ganó?” sino “¿Qué ofreció?”
Estas son las unidades con la que se mide el valor de un hombre como hombre, sin importar su nacimiento.
No, “¿Cuál fue su puesto?” sino, “¿Tenía corazón?”
Y, “¿Qué hizo con lo que Dios le dio?”
¿Tenía siempre a flor de labios una palabra de ánimo para hacer regresar una sonrisa, para desvanecer una lágrima?”
No, “¿Cuál era su santuario?” tampoco, “¿Cuál era su doctrina?”
Sino, “¿Se mostró amigo de aquellos en verdad necesitados?”
No, “¿Qué decía la nota en el periódico?”
Sino, “¿Cuántos se apenaron cuando el murió?
“Cuando tú naciste, llorabas y el mundo se regocijaba.
Vive tu vida de tal forma que cuando mueras el mundo llore y tú te regocijes”.
Proverbios 10:7
La memoria del justo es bendita.

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