“Ella recoge lana y lino y trabaja feliz con sus manos. Es como un barco de un lugar lejano que de todas partes trae provisiones a la casa. Se levanta bien temprano en la mañana, da de comer a su familia y a sus servidoras. Va a ver un terreno, lo compra y usa el dinero para plantar un viñedo. Ella trabaja muy duro y fuertemente y es capaz de hacer todo su trabajo”
(Proverbios 31: 12-17)
Amado Dios: en el nombre Poderoso de Jesucristo, vengo delante de ti hoy a agradecerte por esa madre que un día escogiste para mí. Gracias por que a su lado he pasado situaciones difíciles que solo con su amor y su apoyo e podido superar.
Porque es una mujer digna, ejemplar, capaz, responsable, amorosa. Y aunque como hijos hemos tenido diferencias hoy reafirmo mi respeto y honro a mi madre como tu mandas en tus leyes. La honro porque pobrecita y fatigada, a veces sin consuelo ella se mostraba fuerte llena de esperanza, alegría y entereza. La honro porque soy carne de su carne, porque me concibió con dolor y me educó con orgulloso esmero y dedicación.
Porque cuando caí ella me levantó y además corrió para sanar mis heridas, cuando lloré ella secó mis lágrimas aún a costa de mi indiferencia y rebeldes actuaciones. Se esmeró por cuidarme, alimentarme y estrictamente cumplir con los horarios de medicamentos en tiempos de enfermedad. Honro a mi madre por su tiempo de recreación conmigo, por hacerse la indiferente cuando al verme tan feliz prefería dejarme más tiempo aún si los bichos del parque la carcomían. Porqué en mi naturaleza e sido ingrato con ella y aún así su corazón late por mi estando lejos y sus oraciones me acompañan a donde voy.
Entiendo el valor de una madre cuando veo correr a mis hijos, la veo en sus sonrisas y me veo igual ejerciendo la autoridad que un día cuestione pero que hoy simplemente me sorprende al reprender a los míos con tantísimo amor y formación.
Hoy sus canas la hacen más hermosa que mi recuerdo de su juventud. Gracias Dios porque pusiste un ángel que veló por mí sin condiciones. Porque su afecto fortaleció mi autoestima y su atención mi carácter. Porque avergonzándome en la adolescencia aprendí a que todo tiene un momento, porque por sus críticas me puso a pensar más en que decisiones tomar, porque su confianza me hizo responsable bajo unos valores que en mi niñez infundó.
Y si un día madre querida reclame tu presencia, hoy entiendo que fue un sacrificio de amor para darme una vida llena de bendición. Perdona mis insolencias y abusos por el hecho de darme la vida. Hoy alabo a mi Dios con júbilo, Oh señor mío cuan excelente es tu nombre en toda la tierra, porque ignorando tu infinito amor sin embargo, nunca me desamparaste y pusiste a mi lado un ángel.
“La gracia y la belleza son engañosas, pero la mujer que respeta al señor es digna de alabanza”…
Madre: Te doy el reconocimiento que te mereces, repito la palabra con amor “Y se felicite en público por todo el bien que has hecho”. (Proverbios 31: 31).
Nota: Para todas la mamás que se identifiquen con este reconocimiento mil y mil bendiciones y para las que no, igual Dios les dice hoy que las ama, que también las bendice y que en la palabra están las herramientas para ser esa mujer idónea y virtuosa que no teme por su familia cuando nieva porque a todos los tiene bien abrigados.
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