Hay épocas en que tu vida se torna tan difícil, que llegas a creer que tu situación nunca cambiará; tus problemas se prolongan mes a mes, año tras año, te vuelves una mujer deprimida, amargada, porque te sientes sola, vacía sin ningún sentido; te quedas solamente observando que otros, a tu alrededor, sí parece que reciben bendiciones y tú no; y llegas a pensar que Dios se ha olvidado de ti.
Algo parecido vivió una joven llamada Raquel, la amada esposa de Jacob. ¡Raquel era estéril! Ella tenía unos deseos enormes de ser madre, pero por más que lo intentaba, no podía concebir y en ese tiempo, una mujer que no podía tener hijos, era considerada una vergüenza para su esposo.
Pasaban los años y Raquel se sentía frustrada, sola y vacía; por si fuera poco su hermana Lea tenía un bebé tras otro. Pero un buen día, dice la Biblia: “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos. Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta; y llamó su nombre José ["Él añade"], diciendo: Añádame Jehová otro hijo (Génesis 30:22-24).
Si sientes que las fuerzas se te han terminado para seguir creyendo, si consideras que has orado tanto que ya no puedes hacerlo más, estás en ese punto en el que se encontraba Raquel; pero, ¡Dios en su infinita misericordia se acordó de ella y le dio un hijo! ¡Dios se acordó de Raquel; la escuchó y le quitó la esterilidad! Así también, ¡Dios se acuerda de ti; te escucha y te bendecirá!
Tal vez te sientes ahora como se sentía Raquel: olvidada, sola triste, vacía; tanto que te has dado por vencida y has abandonado tu sueño de tener un hijo, de casarte y formar una familia, de tener éxito en tu empresa, de reconciliar tu matrimonio. No ves ningún progreso, no se abren puertas, tu hijo no cambia su actitud rebelde, tu salud no mejora, etc. Pero hay una buena noticia… y es que ¡Dios nunca se olvida de ti!
Dios ha visto cada una de tus lágrimas, las injusticias que has soportado, tus años de soledad y tristeza; y también recuerda el sueño que puso en tu corazón. El Señor no te ha olvidado, no te ha abandonado… Él siempre se acuerda de ti.
¡DIOS TE TIENE GRABADA EN LA PALMA DE SU MANO!
¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes (Isaías 49:15-16, NVI).
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