Cuando miramos a nuestro Señor Jesús en el derramamiento de sangre en el Getsemaní, lo vemos tomando la copa del pacto con el Padre. Este momento fue el más oscuro de su ofrenda. Es la presentación de la ofrenda más grande que se ha presentado en la historia. Es un momento difícil, de dolor y agonía. Dios demanda en su Hijo Jesús, aquello que no podía demandar en otros.
Cuando Dios demanda de ti lo que no le demanda a otros, es porque sabe que dentro de ti está la capacidad para hacerlo. Dios no podía demandar a Pedro lo que demandó a su Hijo Jesús.
Este momento de Jesús en el Getsemaní, era un momento difícil; ni sus discípulos pudieron estar a su lado; solamente se encontraba su Padre Celestial. Aquel fue un momento difícil, pero fue un momento de establecer un pacto para que Cristo cumpliera su propósito. Dios no te hará pasar por ningún proceso, hasta que esté seguro de que tú sepas que Él tiene un pacto contigo. Dios no te llevará a una nueva dimensión, ni te dejará caminar por la vía dolorosa, hasta que no estés maduro y sepas quién eres para Él.
En Génesis 14 y 15, se nos narra el momento en que Abraham logra salvar a Lot y se encuentra con el rey de Melquisedec, y hace pacto con la décima parte de lo que había conquistado. Dios se le aparece a Abraham y, antes de pedirle algo, primero Dios le dice lo que es para su vida. Dios le dice: Abraham, no tienes que hacer nada para que yo sea tu galardón y tu escudo.
Muchos tratan de luchar por obtener lo que ya les pertenece. Lo que debemos hacer es llegar al grado de madurez donde se demuestre lo que ya somos. Dios le dice a Abraham: Lo más que tienes en esta vida es a mí; soy tu escudo al frente, atrás y a tus lados; Abraham, soy tu mayor recompensa.
Tu galardón más grande no son las posesiones, sino el saber que Dios es tu galardón y tu escudo. Este es tu mayor logro, el saber quién es Él para tu vida, a pesar de las circunstancias. Cuando has tenido frío y has estado solo, Él ha sido tu protector y consolador.
Las bendiciones de Dios para tu vida no son condicionadas a que puedas fallar o no. Ya Él pagó el precio en la cruz del Calvario. Lo único que tienes que hacer es adorar y bendecir a Dios trayendo al altar lo que puedas traer. En el momento más difícil, cuando llegue el temor al futuro, deja que el Espíritu Santo te sobrecoja. Cuando no sepas lo que vas a hacer o lo que pueda ocurrir, experimenta el poder de Su gracia y misericordia. Dios te dice: Soy tu galardón, y te voy a dar esta tierra por heredad.
No tengas miedo al futuro, ni te condenes por la situación difícil que estás pasando. Ya Dios sabía que ibas a fallar; por esto pagó el precio por ti. Entiende que nunca se ha tratado de ti, sino de quien Dios es, y del pacto que Él tiene contigo. Es su pacto contigo el que te capacita para cumplir aquello que Él ha demandado de ti.
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