lunes, 8 de septiembre de 2014

Llamado

En Isaías 40:3, dice: Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.
Este verso es una profecía que hiciera Isaías, hablando específicamente de alguno que le allanaría el camino a nuestro Señor Jesucristo, que se encargaría de preparar el camino para nuestro Señor; estos versos nos hablan de Juan el bautista. Él preparó el camino para nuestro Señor, conforme a lo que dice también en Mateo 3:3: Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.
En nuestra vida se produce una transformación, cuando entendemos que, igual que todos tenemos un llamado, todos tenemos también una responsabilidad de desatar el destino de otras personas.
No es que tú tengas el destino de otros en tus manos. Dios tiene nuestras vidas en sus manos, pero todos formamos una parte importante, integral, en la vida de otras personas, donde influimos en el destino de esas personas.
Cuando tenemos hijos, por ejemplo, muchos somos transformados, nuestras prioridades cambian. En muchas ocasiones, recibimos una palabra que cambia nuestras vidas. El cambiar la vida de una persona no está reservado para los pastores, para los ministros, sino que está al alcance de todo el que pueda entender que sus acciones, sus decisiones, su vida, tienen significado para otras personas.
Tu vida puede hacer la diferencia en la vida de otra persona. Pero esto ocurre cuando realizamos que el futuro de otro puede ser bendecido o puede ser dañado por nuestras acciones.

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