domingo, 1 de diciembre de 2013

Emociones

Las emociones se manifiestan en diferentes niveles de intensidad.
Los sentimientos son pasajeros y, en general, son en extremos como: Bien o mal, satisfacción o insatisfacción. Además son cambiantes. Puedes estar  aburrido o triste y, al escuchar una canción, ponerte alegre.
Otro nivel de intensidad son aquellas emociones que no son sentimientos pasajeros y están basadas en pensamientos, creencias o juicios mentales realizados por una situación. 
Y otro nivel de intensidad son los afectos.  Cuando tienes afecto por algo, quieres estar cerca.   El afecto te hace cancelar todas las otras cosas y te hace poner las prioridades en orden.  David dijo: He puesto mi afecto en la casa de Dios. 
Toda emoción provoca una acción. Y esta es la importancia de las emociones: Son el vehículo para alcanzar las cosas.  El problema es que, para algunos, las emociones se han convertido en un fin, en vez de ser el medio para lograr lo que Dios tiene para sus vidas.  Es muy importante saber en qué hemos puesto nuestro afecto porque, si no es en lo correcto, esto nos llevará a destrucción.
Es muy importante saber que nada ni nadie puede determinar cómo te vas a sentir en momentos difíciles.  En 2 Corintios 4:7-9 dice: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados;perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos.  Tener nuestras emociones en orden se trata de estar conscientes de la situación difícil que atravesamos, pero decidir vivir por encima de las circunstancias. 
Tiene que llegar el momento en tu vida en que te conectes al poder de Dios y tomes la firme determinación de decir: Hasta aquí el mundo decide cómo yo me siento; aunque derribado, no destruido; de aquí me levanto; Dios me ha dado la victoria.
La biblia dice, en Santiago 5:13-18, que la oración fervientemente del justo puede mucho.  Entonces, hace referencia de Elías, aseverando que era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió por tres años y seis meses. Continúa diciendo la palabra que otra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.  En otras palabras: Independientemente de las emociones que puedas experimentar en un momento dado, eso no te quita la autoridad que tienes en Cristo Jesús.
A veces, creemos que debemos sentir ciertas emociones para entonces tomar autoridad sobre las circunstancias.  En el día de hoy, párate firme.  Deja la tristeza, la culpabilidad y la condenación a un lado.  Aunque estés en apuros, esto no quita que eres un hijo de Dios y que el cielo se mueve a tu favor.

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