martes, 17 de diciembre de 2013

Renueva tu manera de pensar

¿Cuántas veces te has hecho el loco para escapar de una situación difícil?  Esto hizo David cuando huía del rey Saúl.  David, un hombre ungido por Dios, con un llamado divino; un hombre muy reconocido porque enfrentó al gigante Goliat, que ni un ejército entero se atrevía enfrentar; un hombre que había alcanzado tanto en tan poco tiempo, en un momento de temor, se hizo el loco. 
Analiza cuántas veces te has hecho el loco para escapar de ciertas situaciones en la vida.  El hacerse el loco es procrastinar, dejar que las cosas pasen.  Es no tomar responsabilidad y encerrarte, pensando que los problemas se solucionan sin enfrentarlos.  Hacerte el loco es no tener conciencia de las consecuencias que afecten a la familia y a la gente que te rodea.  Hacerte el loco es vivir una vida desordenada, sin hacer cambios en tu carácter. 
David era un jovencito a quien su padre no quería.  Incluso, algunos piensan que su padre no creía que fuera su hijo.  Cuando hicieron una fiesta en casa de Isaí, padre de David, para ungir al rey de Israel, David no fue invitado.  Sin embargo, lo mandaron a llamar, lo trajeron y lo ungieron como rey. David pensaría que finalmente lo iban aceptar, pero lo enviaron otra vez a cuidar ovejas.  Un pastor, con unción de rey.  Mientras defendía a las ovejas de su padre, matando al oso y al león, nadie lo celebraba. 
En una ocasión, el padre lo envía a que lleve quesos a sus hermanos que estaban en el campo de batalla.  Se convierte en un mensajero con unción de rey.  Cuando llega al campo de batalla, hay un gigante que gritaba amenazando al pueblo de Israel.  De repente, se levanta la unción del rey que había en él.  Toma una honda y con una piedra mata al gigante Goliat. 
Lo que Dios ha puesto en tu vida, siempre te va a llamar.
La vida de David cambió en un instante.  De repente, de ser un joven menospreciado, ahora era querido.  El que era nadie, ahora tenía posición.  Se hizo famoso, hasta le escribían canciones: Saúl mató a mil, y David a diez mil.  Como recompensa, se casa con la hija del rey.  Finalmente, su vida estaba realizada. 
Seguramente, has tenido la experiencia de llegar a un momento en tu vida en que las cosas se ponen en orden y comienzan a fluir.  Te dices: Todo está bien, estoy en el camino correcto.  Pero, de repente, llega una situación difícil y tienes que salir corriendo.  David se encontró en esta misma situación.  De un día para otro, de capitán del ejército de Jehová, ahora se convirtió en un fugitivo; estaba huyendo de Saúl.  Perdió a su esposa, a su mejor amigo, Jonatán, y su mentor, el profeta Samuel, que lo había ungido, ya no estaba.  Perdió su posición, su honor, su popularidad y comenzó a actuar alocadamente.  Fueron tantas las pérdidas que pensó que lo único que lo sacaría de la situación era hacerse el loco. 
Cuando huyó, llegó a la cueva de Adulam.  Su familia supo que estaba allí y vino a él.  Dice la palabra que se juntaron todos los afligidos y le hicieron jefe.  Lo interesante es que en la cueva de Adulam se revive la unción para la cual había sido llamado.  Ahora, está rodeado de gente que necesita un rey que los saque de sus amarguras, de sus deudas, de sus problemas, y ven la respuesta en David.
Puede que hayas tomado la decisión de vivir alocadamente, de vivir sin tomar responsabilidades, de no actuar bajo tu llamado, de no alcanzar tu máximo potencial, pero tiene que llegar un momento en tu vida en que realices que hay mucha gente esperando que manifiestes la unción para la cual has sido llamado. 
Cuando Dios te unge, no te unge para ti mismo; te unge para sacar a otros de sus aflicciones, de sus amarguras y de sus problemas.
Tiene que llegar el momento en que decidas no huir y no seguir actuando como un loco, porque hay demasiada gente a tu alrededor esperando que manifiestes lo que Dios ha puesto en ti.  Padre, no pierdas la cabeza porque, ¿quién va a cuidar y proteger a tus hijos?  Caballero, no te des el lujo de vivir en un estado de locura porque, ¿quién va a cuidar de tu familia?  Empresario, no vivas más a lo loco porque, ¿quién va a continuar con los negocios? 
No pierdas la cabeza.  Toma autoridad sobre tus pensamientos y sal del estado emocional que te ha detenido por tanto tiempo.  Renueva tu manera de pensar y permite que Dios te de la victoria que tanto has esperado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario