jueves, 1 de agosto de 2013

Promesas

Los problemas, las dificultades, el tiempo transcurrido te pueden llevar a preguntarte: ¿Cuándo?
Hemos estado estudiando el Salmos 126. Este salmos comienza diciendo: Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de su pueblo…” Vimos que ese “cuando” no es una pregunta, sino una declaración.
¿Por qué el pueblo de Israel estaba tan seguro de que Dios haría volver su cautividad?
En los libros de Isaías y Jeremías podemos ver que Dios había establecido que el pueblo de Israel estaría cautivo en Babilonia por un espacio de tiempo determinado, y que luego él los libertaría, él haría volver la cautividad de su pueblo.
El “cuando” que provocaba el sueño era basado en una promesa de Dios, no en un problema.
Tu sueño no puede estar basado en un problema; tiene que estar basado en una promesa que Dios te haya dado.
El mundo está en el mejor momento para un avivamiento. Cuando Dios levanta a Noé, y cuando levantó a Moisés, fueron momentos en los que dos cosas estaban pasando: había altos impuestos, y estaban matando a los niños. Cuando Dios metió a los libertadores más grandes de la nación de Israel, fue cuando la gente trabajaba y no veía resultado, y los niños estaban muriendo.
¿Qué estamos viendo en la sociedad? Situaciones en las que se preguntan en dónde estaba la policía, en vez de preguntar dónde estaban los padres. Es en esos momentos en que Dios levanta a aquel que metió en una canasta – como a Moisés – para libertar a su pueblo.
Podemos colgar nuestras arpas – como hiciera el pueblo de Israel en el Salmos 137 – o podemos cantar lo que dice la palabra del Señor: Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de su pueblo, seremos como los que sueñan.
El Salmos 126 está basado en que el pueblo de Israel sabía que Dios había dicho que vendría un tiempo de liberación. El “cuando” que nos libera para soñar es el “cuando” de la promesa de Dios.
No sueñes por un problema, no sueñes por una necesidad, no sueñes porque lleves mucho tiempo en dificultad. Sueña por lo que Dios te ha dicho. Busca ese momento donde tú sabías para qué naciste, para qué Dios te había creado, y agárrate de esa palabra, agárrate de esa promesa, y entonces te vas a atrever a caminar hasta ese momento donde Dios lo cumplirá.

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