viernes, 8 de julio de 2011

Regresa a tu casa de Bendición

Noemí estaba en el peor momento de su vida; su esposo y sus dos hijos habían muerto. No tenía posesiones materiales, ni la forma de sobrevivir. Pero Rut, su nuera moabita, prometió seguir fiel a su lado. Juntas se fueron a Belén, que significa “casa del pan”, de donde Noemí era originaria. Al verla entrar a Belén, los que la conocían se preguntaron: “¿No es ésta Noemí?” pero ella les decía: “No me llamen Noemí, sino llamadme Mara, porque grande amargura me ha puesto el Todopoderoso”. Noemí significa “alegría, dichosa, deleite, delicia” y su vida ya no era así. Ahora, para esta mujer, todo se había convertido en Mara, que significa amargura (Rut 1:20-21)

Cuando tienes pérdidas en tu vida (la muerte de un ser querido, pérdidas materiales, fin de una relación sentimental etc.) te puedes identificar con Noemí, porque un duro golpe trae quebranto a tu alma y la puede llenar de amargura, y te roba el gozo y el deseo de alabar a Jesús como antes.

Al igual que Noemí, debido a tu dolor puedes estar caminando en la calle de la amargura, la pérdida te produce dolor y eso es normal, porque lo sientes en tu corazón, y te trae muchas emociones negativas que no son convenientes expresarlas porque te pueden hacer caer en la tentación de pronunciar palabras o frases negativas. Hablar desde las emociones no es correcto, debido a que las emociones no se comportan bien en los momentos de prueba; pero a medida que maduras en Cristo aprendes a controlar tus emociones y tu boca.

No le des cabida a la amargura porque infectará todo tu ser: tu personalidad, tus actitudes y comportamiento; tus perspectivas y tus relaciones se verán afectadas, ya que nadie quiere vivir con una persona amargada, Proverbios 14:10 dice “Cada corazón conoce sus propias amarguras y ningún extraño comparte su alegría”.

Lo ideal es que le expreses tu dolor al Señor, le puedes decir como te sientes, Él entiende tu dolor, hablarle de tu enojo no es falta de fe, sino al contrario, Él ve tu fe porque le estás hablando y crees que Él existe, Él lo está viendo todo, Él promete que hará algo más para tu vida.

Dios conoce tu dolor, Él es experto en sanar corazones quebrantados. Sabe exactamente cuánto te cuesta vivir sin aquello que perdiste; pero, ¡Él quiere llenar tu vacío con Su amor! Con Jesús puedes volver a empezar.

Cuando tu vida se derrumbe al igual que la de Noemí, no camines más en amargura, regresa a tu Belén, vuelve al Padre con tu corazón quebrantado y humíllate ante Su presencia; Él te sanará y vendará tus heridas, te devolverá la esperanza y te dará un motivo más para vivir. Él te redime de todo tu dolor y lo usa para Sus propósitos y Su gloria. Vuelve a la casa del pan, a la casa del Padre, ya no busques más migajas debajo de la mesa, Dios ha preparado una fiesta, la mesa está servida en el salón del banquete real, Jesús quiere cenar contigo.

¡DIOS QUIERE QUE TENGAS UNA VIDA PLENA Y QUE LA GOCES DE MEJOR MANERA POSIBLE!

Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas afirma el Señor (Jeremías 30:17, NVI).

Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos (Hebreos 12:15, NVI).

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